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Oro Gris (ZAMBRANO, LA GESTA DE CEMEX Y LA GLOBALIZACIÓN EN MÉXICO)


Enviado por   •  20 de Octubre de 2014  •  4.064 Palabras (17 Páginas)  •  847 Visitas

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Resumen:

Lorenzo Hormisdas Zambrano Treviño sabía que la compañía de cemento que su abuelo había fundado tenía dos caminos: comprar o vender.

En 1985 se convirtió en director general de cementos mexicanos y optaron por comprar y crecer.

Transformaron una empresa del noroeste de México que valía poco menos de 300 millones de dólares.

La tercera cementera del mundo.

La compra que coloco CEMEX en una posición de competitividad mundial, el tipping point o punto de inflexión, como se dice en la jerga de los negocios.

Cementos mexicanos, en 1987 adoptó el nombre de Cemex, se hizo de las plantas pequeñas, duplicando con la operación conocida con el nombre de “sansón y valenciana”.

Lo más importante de esa adquisición fue, un proceso de compras y fusiones (M & A, por sus siglas en inglés) basadas en un viejo adagio comercial del norte de México: “con la leche se paga la vaca”.

La operación Sansón y Valenciana les permitió, además, sentar una cabeza de playa en Europa.

El único problema es que los españoles no estaban tan cómodos.

Las acciones de Cemex descendieron un 25 %.

Los bancos españoles, en vez de abrir las llaves de los créditos, silenciosamente empezaron a cerrarlas para los recién llegados.

Gustavo caballero, su financiero.

José Domene, operador internacional.

Armando J. García y Héctor Medina , los estrategas.

Raúl rivera, consultor externo del Boston Consulting Group

Ivone Hernández, su asistente ejecutiva

Aguantaron la presión.

Años antes habían duplicado el tamaño de la compañía al sacar de México a la inglesa Blue Circle. “era importante invertir fuera de México para entrar en el juego para que nuestros competidores supieran que estábamos en la mesa.

Con España nos compramos una pistolita”,1 recuerda Zambra no, esbozando apenas una sonrisa, 13 años después de la operación, en su sala de juntas de las oficinas corporativas en Monterrey, ubicadas en la calle Ricardo Margain.

Sacamos a la gente de alto nivel que no estaba haciendo nada, sin saber que tenían relaciones de parentesco con banqueros locales importantes”

Se apoyaron en JP Morgan y Citibank.

Años antes se habían fraguado una de las relaciones de negocios más trascendentes para Zambrano. Una colombiana, Violy McCausland y un cubano-americano Roberto Mendoza, se reunieron como representantes de JP Morgan con el director de Cemex para hablar de posibles negocios, después de casi siete años en los que México y las compañías mexicanas habían estado fuera del circuito del crédito internacional, debido a la crisis de la deuda que llevó al país a la bancarrota a partir de agosto de 1982.

Un sexenio entero, el de Miguel de la Madrid (1982-1988), transcurrió en medio de un caos económico, como nacionalizar la banca e imponer el control de cambios.

Zambrano recibió de su antecesor una de las pocas compañías regiomontanas que no se habían engolosinado con los petrodólares y estaba dispuesto a correr riesgos, así que era un cliente natural para JP Morgan.

Violy y Roberto buscaban nuevas formas de reactivar sus préstamos en México. Sin embargo, antes de pensar en grande, antes de ir a España, había que asegurar la defensa de su propio territorio.

Unos pisos abajo, en la oficina original del propio Lorenzo Zambrano, se llevaba a cabo una reunión trascendental para el futuro de la compañía. Los ingenieros Armando J. García.

Héctor Medina, ingeniero químico, Raúl Rivera Andueza, un chileno con maestría en administración, analizaban el futuro de Cementos Mexicanos.

Medina, ingeniero químico había preparado una presentación en acetatos para el Consejo de la compañía, en la que prevalecían dos conceptos: proteger el negocio base y posicionarse para ser competitivos.

La supervivencia depende de que nos concentremos en la producción de cemento y de mejorar la posición competitiva ante amenazas internacionales —concluyó Medina.

Es claro que ya sólo es cuestión de tiempo para que nuestra competencia quiera llegar a México —coincidió Armando J.

La industria se está transformando a nivel global y se van a enfrentar a competidores mayores, así que o se transforma Cemex en un líder mundial o se busca el momento razonable para salir —agregó Rivera.

Zambrano concluyó diciendo que él nunca vendería la empresa que había fundado su abuelo. “Es evidente lo que se tiene que hacer” se comunico de inmediato a México con Bernardo Quintana Issac, director ejecutivo de Ingenieros Civiles Asociados (ICA) y socio de la inglesa Blue Circle en Cementos Tolteca.

Los ingleses habían sido una potencia cementera desde el siglo XIX, cuando el material producido en la ciudad de Portland y que había de llevar el mismo nombre se popularizó en el mundo entero.

Desde 1986, Blue Circle disminuyó el ritmo de sus inversiones en la que consideraba la joya de su corona: Tolteca.

ICA había comprado 31% de las acciones de Cementos Tolteca —que era propiedad de la inglesa Blue Circle.

A finales de 1988, durante una reunión en Londres, los socios de Grupo Tolteca habían acordado que, de venderse la compañía, cada uno tendría derecho a ejercer una primera opción de compra en la que se pagaría un precio igual por cada acción.

Quintana informaba a su socio que Apasco, cementera minoritariamente mexicana asociada con Holderbank (hoy Holcim), otra cementera suiza, había mostrado interés en comprar acciones.

Zambrano se sinceró con Quintana en la mesa del comedor de su casa le pidió que le ayudara a comprar Cementos Tolteca.

El trato se selló de palabra días después en un encuentro en el Club de Banqueros entre Zambrano y Gilberto Borja, ingeniero egresado de la UNAM.

había detectado en Lorenzo Zambrano “un talento empresarial en potencia”.

Cemex pagó 95 dólares por tonelada de capacidad instalada;

Zambrano hubiera querido bajar un poco el precio, pero cuando Borja lo abordó en el Club de Banqueros comprendió que no tenía mucho espacio para negociar y que más valía cerrar el trato que significaba para la compañía aumentar 44% de su producción mediante un esfuerzo económico sin precedente.

Zambrano regresó a Monterrey y citó en su oficina al financiero de la compañía, Gustavo Caballero, uno de los pocos miembros del equipo que realmente podía considerarse su amigo además de colaborador. “hacía fáciles las cosas difíciles”.

En las secciones financieras de los periódicos de México se había empezado a filtrar, desde el 18 de abril de 1989, que Grupo Tolteca sería vendido. Luis Soto, el columnista del periódico. El Financiero

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