PROCESO DE ESCRITURA EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: AGENTES Y COMPONENTES MODERNOS

PROCESO DE ESCRITURA EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: AGENTES Y COMPONENTES MODERNOS

Marcela Narváez Guzmán

Los procesos de escritura han sido subvalorados y menospreciados en el siglo XXI, día a día la sociedad se enfrasca más en reproducir conocimiento que en saber expresarlo; con los inicios de la palabra escrita se transformó la forma de comunicar y de expresar, haciendo del uso del leguaje una forma aún más singular de expresar ideas e incluso formas; puesto que “escribir significa mucho más que conocer el abecedario, saber juntar letras o firmar el documento de identidad. Quiere decir ser capaz de expresar información de forma coherente y correcta para que la entiendan otras personas” (Cassany, Daniel, 2005); por lo cual, es imprescindible entender que no se escribe por expresar una idea sino para darla a entender.

La vida académica se presenta como un desafío a los estudiantes debido al estrecho vínculo entre pensamiento y conocimiento, puesto que, todas las actividades académicas de nivel superior involucran como criterio de evaluación el plasmar de forma escrita lo que se sabe o se conoce; por esto, tener éxito en este reto depende en gran medida de saber reconstruir el conocimiento a través de la participación activa, y la correcta integración de actividades de lectura, pensamiento y escritura.

Un estudio realizado por la licenciada Paula Carlino y un grupo de investigadores de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, en el cual se indagaron las prácticas y concepciones que sobre la lectura y la escritura, declararon tener más de quinientos profesores de institutos de formación docentes de argentina encargados de enseñar diferentes disciplinas a futuros docentes de educación secundaria, arrojó que la mayoría docentes encuestados procedentes de diversas carreras perciben que los estudiantes presentan problemas en su lectura y escritura más básica.

 Lo cual genera en los estudiantes una gran dificultad puesto que, según los estudios realizados; los alumnos no comprenden lo leído o no escriben adecuadamente porque se enfrentan a nuevas prácticas de lectura y escritura, necesarias para la vida académica y a textos complejos propios del nivel superior, desconocido y difícil desde sus posibilidades de interpretación. Dicho en otras palabras, el cuerpo estudiantil de educación superior maneja un alto déficit de escritura que proviene de su vida académica primaria y secundaria.

Sin embargo, la escritura es algo que se forma y se desarrolla; como cualquier otra habilidad del pensamiento, por lo cual; las instituciones de educación superior no están en ninguna manera exentas al compromiso de contribuir en la estructuración de esta y otras habilidades; de igual importancia para el correcto desarrollo académico y profesional. Es decir, las instituciones de educación superior también deben hacerse responsables de los buenos procesos de escritura en los estudiantes, debido a que la lectura y la escritura son dos competencias fundamentales para el trabajo académico y más tarde para el ámbito profesional. Adicional a lo mencionado anteriormente, para lograr la  formación de buenos profesionales, la universidad tiene el compromiso de preparar a los estudiantes en el lenguaje propio de los ámbitos institucionales incentivando en los alumnos, cultivando hábitos y dando herramientas que desarrollen  la capacidad de elaborar textos correctos de forma autónoma.

La culturización, la tecnología y el carácter informal de expresar ideas mediante textos; han deteriorado la manera en que los pensamientos se plasman en letras; visto desde cualquier punto de vista, la vida universitaria demanda de las personas que hacen parte de ese sistema el desarrollo obligatorio de competencias, que va desde la comprensión temática esencial a su campo de acción (los conocimientos propios de su área de estudio), hasta la forma en que se desenvuelve en el trato con los demás; es decir, la educación superior no forma conocimiento, no forma competencias; forma seres humanos con capacidades integrales; de alguna u otra forma el conocimiento que aquí se evalúa solo es válido si se puede expresar en las formas y en el escenario correcto. Razón por la cual, las universidades han optado por implementar en todas sus carreras, asignaturas que permitan dar herramientas a los estudiantes para que de manera autónoma, desarrollen esa habilidad que consta de 3 partes: conocimiento, pensamiento y escritura. Dicho de otra forma, que exista coherencia entre lo que se expresa, se sabe y se piensa.

Ahora bien, ya se he evidenciado que las entidades e instituciones de educación superior tienen un compromiso de facilitar las herramientas para que se desarrolle esta habilidad del pensamiento, no solo por una cuestión practica sino por como también lo expresó en su estudio Paula Carlino (2004) en el cual plantea lo siguiente: “leer y escribir forman parte del quehacer profesional/académico de los graduados que esperamos formar y porque elaborar y comprender escritos son los medios ineludibles para aprender los contenidos conceptuales de las disciplinas que estos graduados también deben conocer.”  Estas palabras, fundamentan la importancia de fortalecer los procesos de lectura y escritura en las instituciones de educación superior; sus estudios en numerosas universidades del mundo evidencian que dichas habilidades son sujetas al desempeño académico de los estudiantes de las diferentes disciplinas.

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