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PROYECTO GRECIA


Enviado por   •  22 de Octubre de 2014  •  2.507 Palabras (11 Páginas)  •  220 Visitas

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INTRODUCCION

El presente estudio intenta adentrarse en el terreno de las ideas acerca de Roma; de la forma en que unas sociedades occidentales, en un margen de tiempo determinado, han comprendido, a través de sus medios, la República y el Imperio romanos, de qué manera lo han moldeado en torno a su realidad política, social y artística y en qué estado resultante han transmitido esa idea al futuro. Esencial para lo que pretendemos, es asumir que estos hombre no sólo adaptaron realidades romanas a su forma de ver las cosas sino que el vector, por llamarlo de alguna forma, tuvo doble dirección; es decir, también proyectaron sobre el mundo antiguo las necesidades, realidades e ilusiones de su momento histórico, dotando a Roma y, a menudo, también a Grecia de unas características que, en realidad, no existían en la antigüedad sino que provenían de su propio universo cultural y que quedarían unidas --a veces para siempre-- a la idea de Roma. A este fenómeno lo hemos llamado “prefiguración”.

Las naciones de occidente elegidas para esta investigación han sido Alemania, por cuanto en ella se produce el magma filosófico y artístico de donde irradia el Romanticismo a buena parte de Europa; Inglaterra, por su indiscutible vinculación, incluso a nivel popular, a una fórmula vital inmersa en la consideración de Grecia y de Roma como patrón de educación y vehículo cultural de primer orden y Estados Unidos, porque en su surgimiento como nueva nación, alumbraron a nivel ideológico una forma de nueva Roma de occidente.

El ámbito de tiempo que hemos acotado son los años entre 1770 y 1848, que abarcan desde el final de la Ilustración europea y la “Aufklärung” (Ilustración alemana), con el nacimiento del “Sturm und Drang”, hasta la revolución burguesa de 1848, albergando en este espacio a todo el Romanticismo. Nuestra fecha de inicio de 1770 es también, en gran medida, simbólica. Es inmediatamente previa a la primera gran revolución, la norteamericana, y es el año de nacimiento de tres de los grandes símbolos de la cultura romántica: Hegel, Beethoven y Hölderlin. Cuando ha sido necesario, sin embargo --como en el caso del fenómeno wagneriano y de la manipulación totalitaria del mundo antiguo--, hemos sobrepasado estos referentes temporales para dar cabida a ideas y movimientos que escapan de este periodo pero que tienen su gestación en él.

La metodología esencial para llevar adelante este estudio ha sido ir analizando aquellos aspectos de la sociedad generalmente menos tratados --a veces completamente olvidados-- en la historiografía al uso. Conociendo que la historiografía de los siglos XVIII y XIX sobre el mundo romano y también la arqueología han sido los grandes temas de los especialistas, aquí los hemos tratado sólo en cuanto era necesario por su influencia en el mundo político o burgués de sus sociedades. Por cuanto pensamos que fueron, por un lado, las necesidades políticas y, por otro, los gustos populares --entendiendo por populares siempre la media y alta burguesía-- los que consolidaron la idea de Roma de mayor relevancia en su momento y de más influencia futura y no los elitistas círculos de los filólogos e historiadores, pensamos, asimismo, que fueron estos estudiosos los que se vieron determinados por las modas y las ideas de sus sociedades acerca de Roma y no al revés aunque, también, por supuesto, existiese una mayor o menor influencia por parte de ellos, ya que sus libros eran leídos por algunos de los grandes artistas y literatos “prefiguradores” de Roma, con frecuencia en vísperas de un peregrinaje espiritual a los lugares clásicos.

La forma en que los especialistas transmitieron su idea de Roma fue, principalmente, a través de las universidades y en este ámbito docente les damos cabida en nuestra investigación. A veces, también desempeñaron un papel preponderante cerca de los políticos y de los reyes pero más frecuentemente fueron ellos quienes se vieron inmersos, a veces a su pesar, en el clima de los literatos, los filósofos y los artistas como forjadores de ideas y fueron las de éstos las preponderantes en la sociedad, hasta el punto de que los mismos alumnos de los eruditos las encontraban más seductoras como manifiesto de vida. Por cuanto no cabe la menor duda de que era mucha más gente la que accedía a ver grabados o moldes, a escuchar las óperas de Händel, Mozart o Wagner, a leer los libros de Byron o el Viaje a Italia de Goethe que la que manejaba los libros de Mommsen, Niebuhr o Gibbon, la influencia de este universo literario y musical, unido a las vibrantes exigencias políticas de una época especialmente revuelta y creativa es mayor de lo que se ha venido reconociendo en la idea que de Roma y del mundo clásico hemos recibido, y a esta construcción no han escapado los mismos estudiosos.

Centrándonos en bastantes aspectos con frecuencia considerados accesorios cuando no ignorados pero, esencialmente, en el mundo político, literario y musical, hemos buscado las posibles fuentes antiguas en que pueden basarse las ideas y, a menudo, fantásticas nociones sobre Roma que los estadistas trataban de utilizar para la construcción democrática o colonial, según los casos. Hemos visto qué aspectos de los textos antiguos han interesado más a poetas, educadores y compositores y qué obras filosóficas, literarias y musicales les han sido más útiles que éstos mismos. Si les interesaba destacar su vinculación vital al mundo de los griegos y romanos o, por el contrario, acceder a su propia antigüedad nacional. Si Roma era objeto de veneración o ejemplo de tiranía y ruina de la que era mejor alejarse.

Hemos visto que, frecuentemente, mientras los diputados y revolucionarios trataban de construir sus sociedades como antiguos romanos republicanos, sus ciudadanos, lo que anhelaban era ser antiguos griegos y educaban a sus hijos como a tales. Hemos observado también la enorme confusión que existía entre los conceptos de República, príncipe e Imperio y en torno a las figuras de César y de Augusto. En sociedades en donde los monarcas trataban de ser como los emperadores oficialmente “buenos” del mundo romano y en donde los republicanos podían caer en la tentación de apoyar a una especie de “princeps” republicano --casi siempre de procedencia militar-- para ir después hacia el llamado cesarismo, la famosa reacción de Beethoven tachando, furiosamente, la dedicatoria a Napoleón de su tercera sinfonía “Heroica” en cuanto se proclamó emperador sólo es un símbolo melodramático de la confusión y maremágnum de ideas apasionadas sobre el mundo antiguo, que campaban por el universo europeo de la eclosión romántica. Para acabar de agitar el ambiente, en los países tratados, a excepción de Austria mayoritariamente protestantes,

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