Pasajes De La Escultura Moderna. Capítulo I

Capítulo I

El tiempo narrativo: la cuestión de las puertas del infierno

C

on el objetivo de rastrear de alguna manera la evolución de la escultura moderna, es citado Lessing, tan interesado en definir la experiencia única de cada arte. Logró hacer una categoría general de la experiencia que ocupa la escultura, considerando las condiciones delimitantes y sus consecuencias, para definir qué es natural en una empresa artística y entender cómo es que significa por sus medios específicos. Así afirmó que la escultura es un arte que tiene que ver con el despliegue de los cuerpos en el espacio. Esto como una característica tan natural a la escultura como lo es para las artes visuales el ser estáticas.

Al ser así, lo percibido por un espectador frente a una escultura, es la simultaneidad de todos los elementos que le constituyen. Fue necesaria tal separación de un arte temporal y un arte espacial, para que al fin en el siglo XX se pudiera tratar por extenso el carácter espacial de la escultura.

La concientización de su estática hizo que su creación de significación partiera de la relación existente entre la materia inerte y un sistema que la configure.

Así atendiendo esta necesidad de un análisis espacial nos encontramos con dos grandes corrientes capaces de la aproximación con el material estático, ya sea con la simplificación de volúmenes (Brancusi), o con la desintegración de una masa a través de la luz (Naum Gabo)

Sin embargo, al hablar de espacio se hace necesario hablar del tiempo, de un tiempo donde exista ese espacio, de un tiempo dentro del cual se transforme el espacio. Por lo tanto cada escultura será el centro de lo presente, pero con pasado y futuro también. Como ya se viene viendo hay una relación estrecha entre dos opuestos, por lo tanto la escultura, de acuerdo a las dos tendencias de pensamiento mencionadas en el texto, esta localizada en la frontera del movimiento, el tiempo detenido y el tiempo que pasa.

Por lo tanto la escultura tiene el poder y la posibilidad de describir un tiempo, de encarnar las ideas y actitudes de determinado tiempo. Esta posibilidad no fue desaprovechada por la ideología racionalista arraigada en la escultura neoclásica, que encontró en el relieve el contexto de esa racionalidad, porque la historia era entendida como una narración que daba razón de ser a cada acontecimiento particular. De esta manera la escena a representar tenía que ser la elección del momento entre lo que pasó y lo que pasará. (Como La marsellesa de Rude). La significación de la obra se mueve entorno a lo que denotan los personajes en la forma, la composición y un claro precedente histórico. Busca comprender y proyectar ese tiempo, lo que se convirtió en un paradigma en la escultura del siglo XIX.

El ideal neoclásico de tener un punto ideal desde donde se desplegara la mayor información, era resuelto ideando estrategias

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