Pepito Grillo
Enviado por roxanaandreina • 7 de Abril de 2013 • 526 Palabras (3 Páginas) • 450 Visitas
Pepito Grillo
¿Sabes cual es la única obligación que tenemos en esta vida? Pues no ser imbéciles. La palabra imbécil es más sustanciosa de lo que parece, no te vayas a creer. Viene del latín báculos que significa bastón: el imbécil es el que necesita bastón para caminar. Que no se enfaden con nosotros los cojos ni los ancianitos, porque el bastón al que nos referimos no es el que se usa muy legítimamente para ayudar a sostenerse y dar un pesito a un cuerpo quebrantado por algún accidente o por la edad.
Los tipos de imbecilidad necesitan bastón, es decir, necesitan apoyarse en cosas de fuera, ajenas, que no tienen nada que ver con la libertad y la reflexión propias. Siento decir que los imbéciles suelen acabar bastante mal.
Uno puede ser imbécil para las matemáticas y no serlo para la moral, es decir, para la buena vida. Y al revés: los hay que son linces para los negocios y unos perfectos cretinos para cuestiones de ética.
Lo contrario de ser moralmente imbécil es tener conciencia. Pero la conciencia no es algo que le toque a uno en una tómbola ni que nos caiga del cielo.
¿En qué consiste esa conciencia que nos curará de la imbecilidad moral?
• Saber que todo no da igual
• Estar dispuestos a fijarnos en si lo que hacemos corresponde a lo que hacemos corresponde a lo que de verdad queremos
• Renunciar a buscar cuartadas que disimulen que somos libres
Hay que evitar el mal por una especie de egoísmo. Por lo general la palabra egoísmo suele tener mala prensa, se llama egoísta a quien solo piensa en si mismo y no se preocupa por los demás, hasta el punto de fastidiarles tranquilamente si con ello obtiene algún beneficio.
¿Quién es el verdadero egoísta? Es decir ¿Quién puede ser egoísta sin ser imbécil? La respuesta es muy obvia: el quiere lo mejor para si mismo. Los únicos sentimientos sinceros que consiguió despertar de su prójimo fueron el terror y el odio ¡hay que ser imbécil, moralmente imbécil, para suponer que es mejor vivir rodeado de pánico y crueldad que entre amor y agradecimiento para concluir al despistado de Calígula se lo cargaron su propios guardias, claro: ¡menuda birria de egoísta estaba hecho si lo que quiso es darse la buena vida a base de fechorías! Si hubiera pensado de veras en si mismo, se habría dado cuenta de que los humanos necesitamos para vivir bien algo que solo los otros humanos pueden darnos si nos lo ganamos pero que es imposible de robar por la fuerza o los engaños.
Cuando se roba, ese algo (respeto, amistad, amor) pierde todo su buen gusto y a la larga se convierte en veneno. Los egoístas del tipo de kane o Calígula se parecen a esos concursantes de televisión que quieren conseguir el premio mayor pero se equivocan y piden el que no vale nada…
Solo deberíamos llamar egoísta consecuente al que sabe de verdad lo que le conviene para vivir
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