Petróleo Y Hegemonía En Venezuela
Enviado por SharonBautista • 12 de Julio de 2015 • 3.961 Palabras (16 Páginas) • 180 Visitas
(...) 1989-1998: EL AVANCE NEOLIBERAL, EL RETROCESO POPULAR Y EL FIN DEL POLICLASISMO
En este período desaparece el proyecto nacional (democrático popular), y así, el desplazamien¬to del Estado por el mercado y el énfasis en el individuo y su libertad para moldear su vida serán puntos focales de este nuevo sentido co¬mún: “redimensionar el Estado y sus funciones (mínimo) y resignificar la idea de ciudadanía con una clara orientación individualista y com¬petitiva [...] el desplazamiento del Estado de conciliación populista, [...] la construcción del mercado como un nuevo principio alocativo para la sociedad venezolana” (Contreras, 2004: 116).
Si bien los sectores dominantes habían desarrollado sus propios intelectuales orgánicos, no habían podido consolidar un partido de de¬recha que fuera su representante orgánico. Aun así, algunos medios de comunicación masiva e instituciones representantes de la derecha emergente contribuían con el proceso de deslegitimación del Estado y el sistema político, a la vez que apoyaban esas interpretaciones y visio¬nes de la realidad, tanto entre los dirigentes de los sectores dominantes como en parte de los dirigentes de los sectores subordinados. Este no es un proceso sin mediaciones y de intencionalidad directa, sino que en él participan, en gran medida, las burocracias y tecnocracias internacio¬nales. En este sentido su ideología proviene, en parte, de centros de po¬der extranjeros. El poder de la tecnocracia no derivaba de los votos sino de sus conocimientos y del apoyo de tecnocracias internacionales que reafirmaban continuamente que la única opción era profundizar la libe¬ralización para insertarse en el proceso de globalización en el marco del paradigma más mercado y menos Estado. Los tecnócratas formados especialmente en universidades de EE.UU. y los tecnócratas petroleros serán los encargados de imponer el nuevo sentido común del modelo neoliberal. Las carencias partidarias de los sectores dominantes les lle¬varán nuevamente a profundizar la cooptación del partido del pueblo, Acción Democrática, así como de intelectuales, académicos y dirigentes tradicionalmente ligados al campo popular para imponer su nuevo proyecto de dominación.
Sin embargo, hay que tomar en cuenta que estos no son procesos sin conflictos. Pueden señalarse, al menos, los siguientes puntos como importantes al respecto: la nueva visión impuesta en 1989 generó con¬tradicciones dentro del partido AD entre los sectores más tecnocráticos y aquellos más apegados a su condición de partido popular y al con¬trol del Estado; se generaron fuertes conflictos dentro de la Confedera¬ción de Trabajadores de Venezuela (CTV), ya bastante deslegitimada, y de ésta con el gobierno; la resistencia de dirigentes e intelectuales del campo popular así como de académicos a esa nueva visión; el disci¬plinamiento (desempleo y caída de los ingresos reales) impuesto a los sectores populares y sectores medios, muchos de los cuales ingresaron a la categoría de nuevos pobres, conllevó expulsar a amplios sectores de la sociedad al margen de la misma durante la década del 90 y evidenció los efectos perversos del nuevo modelo; fracciones de la burguesía también fueron seriamente afectadas por las políticas neoli¬berales; entraron en escena partidos que de una u otra forma recogían el desacuerdo con el sistema vigente; y la protesta popular de diversos tipos se hizo presente.
Este conjunto de factores no permitió, finalmente, la construc¬ción de una nueva hegemonía y llevará al resquebrajamiento del bloque en el poder de naturaleza fuertemente excluyente.
En diciembre de 1988 Carlos Andrés Pérez gana por segunda vez las elecciones presidenciales en medio de una gran euforia sobre un futuro de mejora generalizada del país (nada lo representa mejor que el lema electoral, “Con CAP se vive mejor”), pero a la vez en medio de una crisis económica con desempleo, inflación, deterioro del Estado y presión para su reforma, deslegitimación de los partidos y del sistema político, expresada entre otros indicios en la abstención sin preceden¬tes en esas elecciones. Además, hay que agregar un conjunto de facto¬res no económicos que son imprescindibles para entender la explosión popular que se produjo el 27 de febrero de 1989, casi inmediatamente después de la toma de posesión del presidente Pérez y de la puesta en marcha del plan de ajuste y apertura de la economía. Esa explosión popular, conocida como el Caracazo aun cuando abarcó las principales ciudades del país, marca un antes y un después para el conjunto de la sociedad venezolana.
Las frustraciones acumuladas por la población en la década del 80 fueron parcialmente compensadas por las expectativas gene¬radas en la campaña presidencial. Sin embargo, estas se esfumaron rápidamente cuando las medidas de ajuste económico de corte neoli¬beral se pusieron en marcha en febrero de 1989 de la mano del equipo económico del nuevo presidente. El Gran Viraje será el nombre con el cual se tratará de dar fin al viejo Estado populista e imponer un nuevo sentido común individualista y basado en el mercado. La firma de una carta de intención con el FMI (Fondo Monetario Internacional) que implicó la liberalización de precios y tarifas, el aumento del precio de la gasolina y consecuentemente del transporte, entre otras tantas medidas económicas que afectaban fuer¬temente la capacidad adquisitiva de los sectores populares pobres y de los sectores medios, en un contexto de fuerte desabastecimiento de pro¬ductos alimenticios por el acaparamiento derivado de las expectativas de devaluación y liberalización de precios, tornó esas expectativas en frustración social y en rebelión popular espontánea.
Entre los sectores populares pobres y parte de los sectores me¬dios, las expectativas de mejoramiento de las condiciones de vida se habían ido diluyendo a lo largo de la década del 80 y “habían de¬jado de asociarse al modelo consumista para ubicarse en el plano de la satisfacción de las necesidades básicas. El descontento acumulado, unido a la falta de reconocimiento por parte del Estado de los esfuerzos desplegados por los sectores populares y su real situación de pobreza, no encontró una organización social capaz de canalizarlo y de transfor¬marlo en reivindicación y en movilización popular [..] el plan de ajuste fortalece el proceso de pérdida de eficacia de los lazos corporativos y clientelares entre sindicatos y partidos y entre ambos y el petro-estado” (López Maya, 2003: 215). El resultado fue “una explosión anárquica que sólo condujo a una fuerte represión de los sectores populares urbanos (Cariola et al., 1992: 13) aun cuando “tuvo la virtud de evidenciar el cuadro real de la sociedad, sus contradicciones
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