Poema "Desahogo"
Enviado por Miguel Hernández • 2 de Abril de 2018 • Trabajo • 476 Palabras (2 Páginas) • 217 Visitas
- V A C Í O -
-16 de abril del 2017
Hola, ya son cuatro meses desde la última vez que vi esos hermosos ojos color cafés que me encanta beberme en las noches para estar despierto escuchando tu suave risa y tu ligera voz. Después, dejas de mirarme y me dices sin titubear: - Deja de hacerlo. Esa frase, terminada con tu risa maléfica que siempre me hechiza. No puede ser que demos fin a esta situación, estos inconvenientes encuentros a escondidas, fingiendo que vamos a un lado para poder estar solos y que nuestros demonios no nos encuentren, esas salidas que pensábamos que eran poco, pero para nosotros era mucho. Recuerdo con gracia tus chistes que me hacían reír hasta los más crueles y absurdos, porque el chiste no era el gracioso en sí, si no que tú eras graciosa. No te importaba si nos veían, porque no temías en lo que pensaran los demás, eras sólo tú y la bella manera de serlo era conmigo. Las palabras sobran, y mis actos aún repercuten, al igual que los tuyos porque no puedo olvidarte. Siento aún tu hermoso aroma, fresco y puro que me hace viajar y a la vez volver a la realidad. No puedo escribir mucho con esta lluvia en mi teclado, pero todo de mi pide por ti. Me duele decirlo, pero sé que no volverás. Sé que hallaste un nuevo amor, uno tóxico y adictivo que no lo dejarás al más tranquilo tono de incertidumbre y mentira, porque aprendiste de lo nuestro. Y está bien, al menos sé que de lo que pasó aprendiste algo nuevo, y para eso son los amores, ¿no? Para ayudarnos a sobrevivir en esta vida inmunda e inolvidable que de alguna manera ya no la gozaremos de la misma manera que ahora. Y ahora, siento que ya no estoy gozando la vida como antes, ya no tengo esa motivación de cada día, ya no tengo esa insistencia en llamarte una y otra vez hasta que pueda oír tu delicada voz respondiendo “Hola, amor.” Y ahora, todo se arruina, gracias a tu ausencia y a mi estupidez. De nada, me dice descaradamente, queriendo inquietarme y arruinando la computadora por el diluvio que cae y no deja de pulsar las teclas que se emocionan al recordarte. Debo parar, me dice la mente, pero mis dedos siguen, ya que el corazón debe de sacarlo todo. Ya no sé a quién hacerle caso, ya no sé quién tiene la razón, pero cómo, si mi razón se fue con tus besos. Y a todo esto, ¿cuál es lo importante? Sacar el dolor. Se que, al final tendré que abrir otra puerta y saltar otra vez al vació, esperando una mano para poder salvarme de esta agonía. Pero no quiero que sea otra mano…
Yo quiero que sea la tuya.
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