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Poema William Blake


Enviado por   •  10 de Mayo de 2015  •  Informe  •  618 Palabras (3 Páginas)  •  190 Visitas

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William Blake

(1757-1827)

Para ver el mundo en un grano de arena,

Y el Cielo en una flor silvestre,

Abarca el infinito en la palma de tu mano

Y la eternidad en una hora.

Aquel que se liga a una alegría

Hace esfumar el fluir de la vida;

Aquél quien besa la joya cuando esta cruza su camino

Vive en el amanecer de la eternidad.

Tú, rubio ángel de la noche

Ahora, cuando el sol descansa sobre las montañas, la luz

abrillanta la antorcha del amor; tu radiante corona

¡ ponla y sonríe sobre nuestro lecho nocturno !

Sonríe a nuestros amores,

y mientras echas las azules cortinas del cielo,

esparce tu helada de plata sobre cada flor que cierra sus dulces ojos

con oportuno sueño.

Deja que tu viento del este duerma sobre el lago;

habla el silencio con tus parpadeantes ojos,

Y lava la oscuridad con plata. Pronto, muy pronto,

te retiras, entonces el lobo se enfurece,

y el león se queda a través del bosque pardo,

Las pelajes de nuestros rebaños están cubiertos con tu sagrada helada,

protégelos con tu influencia.

El árbol que mueve algunos a lágrimas de felicidad,

en la Mirada de otros no es más que un objeto Verde

que se interpone en el camino.

Algunas personas Ven la Naturaleza como algo Ridículo y Deforme,

pero para ellos no dirijo mi discurso;

y aun algunos pocos no ven en la naturaleza nada en especial.

Pero para los ojos de la persona de imaginación,

la Naturaleza es imaginación misma.

Así como un hombre es, ve.

Así como el ojo es formado, así es como sus potencias quedan establecidas.

"No poseo nombre:

pero nací hace dos días."

¿Cómo te llamaré?

"Soy feliz.

Me llamo alegría."

¡Que el dulce júbilo sea contigo!

¡Bonita alegría!

Dulce alegría, de apenas dos días,

te llamo dulce alegría:

así tú sonríes,

mientras yo canto.

¡Que el dulce júbilo sea contigo!

Cuando los verdes bosques ríen con la voz del júbilo,

y el arroyo encrespado se desplaza riendo;

cuando ríe el aire con nuestras divertidas ocurrencias,

y la verde colina ríe del estrépito que hacemos;

cuando los prados ríen con vívidos verdes,

y ríe la langosta ante la escena gozosa;

cuando Mary y Susan y Emily

cantan "¡ja, ja, ji!" con sus dulces bocas redondas.

Cuando los pájaros pintados ríen en la sombra

donde nuestra mesa desborda de cerezas y nueces,

acercaos y alegraos, y uníos a mí,

para cantar en dulce

...

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