Poesia Agua Que Huele A Resina
Enviado por merrynancy • 26 de Octubre de 2012 • 847 Palabras (4 Páginas) • 906 Visitas
AGUA QUE HUELE A RESINAS
Autora: Calina Pastrana
México:
En el eco de tus montañas hay fatiga,
hay cansancio en las hiervas,
en el canto de las aves hay protesta,
y hay tristeza en la oscura suavidad de la espesura.
La inconformidad se siente en la llanura,
los rencores se acumulan en los cardos
y en la oquedad de los troncos el odio se acuchilla.
El arado se traba entre los surcos,
la mano de mi hermano va empuñada,
con los ojos clavados en la tierra
y el pensamiento metido en las entrañas.
Tienen sed de justicia tus anhelos inciertos,
tienen sed de esperanzas hasta los mismos muertos;
y la justicia comodina y ciega,
va arrastrando en hilangos la codicia.
¡Así cantan los poetas,
así van hilvanando sus ilusiones huecas!
¡Yo le pido que canten suavemente,
pero que le canten a los pájaros y a las flores,
que no me canten a mi, no me hace falta su canto!
El que hablaba era un hombre enflaquecido
con la piel enjuta hasta los huesos
y los pies partidos por el lodo.
¡Yo no quiero- decía- los versos del poeta,
tengo sed de justicia y de verdades!
Que callen por favor
que los derechos no se cumplen con palabras;
la poesía alimenta el pensamiento,
pero deja en el estómago la misma necesidad,
y el mismo sufrimiento.
Me acerque más a él y en silencio
Escuche lo que decía:
Yo me fui de mi pueblo cargando mis tristezas,
hoy regreso a mi pueblo con las mismas pobrezas.
¡Vengo a mirar la cara a la justicia,
y quiero que la justicia vea mi cara!
¡Si no fuera mujer le exigiría
que tuviera vergüenza y más hombría!
Yo no quiero escuchar palabras enmieladas,
yo conozco una sola, una sola palabra sin poesía
que es parte de mi cuerpo y de mi sangre,
una sola palabra carcomida,
y no la digas poeta… ¡es mi hambre!
El hombre en su cotón más flaco se veía,
con la cara ceniza y con las manos vacías.
Una mueca en la sonrisa la borró bien sus lágrimas,
y me dolió cuando dijo con humildes palabras:
Yo nací en este pueblo con casitas de palma,
muy cerca baja el rió con olor a resinas,
no tenemos descanso, tenemos la capilla;
el viejo campanario se llena de gorriones
y de pocos rosarios.
Cuando un perro se muere por falta de tortillas,
lo arrastra la barranca,
y de esa agua que corre se llenan las tinajas.
No tenemos farmacias,
tenemos curanderos, que quitan los dolores
con hierbas y milagros.
Son muy grandes las tierras,
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