Que no se ve

QUE NO SE VE

Agradables, glamorosas y armónicas, las nuevas peluquerías también son una complicada red de instalaciones que quedan ocultas de la vista de la gente. Son verdaderas usinas, con complejas conexiones eléctricas y equipamiento de agua, asegura Leonor Turco. En Hairmony, las proyectistas colocaron un tanque de reserva propio y diseñaron un sistema que permitiera tener la misma presión de agua en cada canilla. El sistema se basa en una bomba presurizadora colocada sobre la colectora principal.

Además, las peluquerías consumen muchísima electricidad, lo que requiere un diseño especial de la instalación eléctrica. En Hairmony, los secadores tienen 2 mil watts de potencia. A eso hay que sumar el consumo de dos termotanques eléctricos y toda la iluminación, señalan las arquitectas. Pero todos los diseñadores coinciden en que la iluminación es el instrumento más eficiente para manejar la ambientación. Rodrigo Lázaro utilizó una iluminación general suave y haces puntuales sobre cada puesto de peinado. Fue para destacar la pieza simbólica más importante del lugar, señala el arquitecto. En Hairmony, Turco y Halac iluminaron los espejos desde atrás. Esto genera un efecto de luz rasante que despega visualmente los planos de la pared. A su vez, entre los espejos existen nichos con iluminación propia. Para resaltar la linealidad del local, colocamos una garganta central en el cielorraso que genera una línea de luz corrida desde el frente hasta el patio trasero, señala Halac. Los efectos lumínicos también están presentes en el sector de recepción: con un diseño sintético y minimalista, un nicho de la pared ilumina a los clientes que esperan su turno para ingresar al nuevo mundo del placer.

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