¿Qué Hay Detrás De La Afirmación "la Sexualidad Es Una Invención Histórica", Realizada Por Michel Foucault?
Enviado por aleoyosa • 3 de Abril de 2013 • 2.622 Palabras (11 Páginas) • 832 Visitas
Para la gran mayoría de personas, el sexo es un instinto natural, irrefrenable, con un vínculo indisoluble del cuerpo y el deseo, exterior al sujeto y al mismo tiempo interior. El sexo como un tema aparentemente prohibido, silenciado, oculto, en las sombras, pero que en realidad abarca todos los aspectos de la vida, con los reflectores más potentes encima de él –cuya luz enceguece hasta confundirla con oscuridad-, que teje el ser.
¿Cómo desnaturalizar? ¿Cómo dejar de pensar en el cuerpo, con sus funciones fisiológicas, sin adherirlo a lo natural? ¿Cómo desmarcarse del discurso esencialista para ampliar el horizonte y aclarar la visión? Considero que la respuesta a estas preguntas está en el ejercicio de historización de la sexualidad que llevó a cabo Michel Foucault (1991) en Historia de la sexualidad, refiriéndome específicamente al capítulo IV, “El dispositivo de sexualidad”.
Foucault tiene tres grandes temas: La locura, las sociedades disciplinarias y la moral. Su interés fundamental es la producción de sujetos, aun cuando el poder está permanentemente presente en sus reflexiones. En este sentido, no es lo mismo el sujeto de la modernidad al de otras épocas, cada etapa histórica, cada sociedad, produce diferentes sujetos con características distintas. Sin embargo, el filósofo e historiador francés se enfoca en occidente y en particular en Francia.
Para Foucault la sexualidad es una construcción histórica, cultural y social, invención de la modernidad, en particular de la burguesía y dentro de la sociedad occidental. Además, es producto de diferentes discursos . El filósofo francés visualiza la sexualidad como un dispositivo que corresponde a una época particular, no es lineal, ni homogénea. El término de sexualidad no existía, pero sí aquellos como placeres, amores, gozo.
Foucault (2001), parte de una reflexión crítica sobre lo que él denomina como “hipótesis represiva” , y cuestiona cómo se puede considerar el sexo reprimido, si todo el tiempo se habla de él, es decir, ¿por qué se dice que el sexo está prohibido si nos dicen que el sexo somos nosotros?
El sexo es un problema a resolver para las sociedades occidentales contemporáneas, pero Foucault se pregunta por qué y cómo se volvió problemático. Es decir, ¿cómo se convirtió el sexo en ser? ¿Cómo fue el pasaje de la verdad de mí a partir de Dios a la verdad de mí a partir de la carne?
Foucault traza un pasaje histórico e invita a hacer análisis particulares. Así, la particularidad es parte de una compleja relación que articula estrategias de poder, cuya última parte es el Estado. Así, el poder no es una fuerza unidireccional, ni unívoca, nos atraviesa de tal forma que es ejercido sobre cada quien de maneras múltiples, pero simultáneamente lo ejercemos. Sin embargo, si el tema es el poder, ¿cómo llega Foucault a la sexualidad?
Hacia el siglo XVIII surgen las tecnologías que crean la sexualidad y le dan origen como un nuevo dispositivo de poder, que además aparece como ahistórico, inmanente y siempre presente, misma situación que ocurre con el cuerpo. La sexualidad es una invención que produce sujetos, produce estrategias y tiene efectos materiales. De tal forma que, de acuerdo con Foucault, se pasa del modelo de la prohibición al modelo de lo normado con sujetos producidos históricamente.
A partir del siglo XVIII, con el surgimiento de técnicas y la decadencia de la monarquía hay transformaciones en las formas en que opera el poder. Así, la sexualidad es una invención de la burguesía para diferenciarse de la aristocracia y del proletariado, lo que también da origen a la invención del bienestar a través de saberes especializados como la medicina, psiquiatría, psicoanálisis y pedagogía. Es el inicio de un período de producción de saberes ligados a ciertas prácticas del poder. Así, el saber/poder de las ciencias que surgen en esa época permite producir vida, extenderla, manipularla.
Otro invento del siglo XVIII es el de población como materia del Estado para controlar los cuerpos, de tal forma que el bienestar autoriza al discurso médico para controlar y regular cuerpos, comportamientos y prácticas. Además de asumirse como la verdad incuestionable en estos ámbitos. En este contexto, para esta nueva configuración del ejercicio del poder, la sexualidad es una superficie densa para el control pues en ella se cruza la subjetividad y la población y el sujeto. Es decir, la sexualidad se encuentra en el centro del control.
De esta forma se configuran tres pasajes (o cambios fundamentales): el primero es del derecho a la técnica; el segundo es de la ley a la normalización, ligado a los saberes especializados, en el que la sexología toma la batuta de la normatividad y asume el binomio normalidad-anormalidad, en el cual quien no tiene una sexualidad placentera no es normal. El tercer pasaje es del castigo –prohibición- al control –producción-. En el primer caso es la visión negativa del poder, mientras que en el segundo caso es la visión positiva del poder, uno que incita y produce.
Así, de acuerdo con Foucault, la hipótesis represiva no tiene sentido ya que el sexo no es reprimido, ni silenciado, por el contrario, es visible, presente en todo momento y espacio, además de que se ha constituido como parte fundamental de la producción de subjetividades. De tal forma, la iglesia no tiene interés en acallar el sexo, sino promoverlo y por ello está en cada frase, en cada decisión, en todo lugar. La iglesia católica no quiere eliminar la sexualidad, por el contrario, la incita.
Por su parte, el modelo libertino sostiene al dispositivo de la sexualidad y es parte de él. Se basa en que el sexo es una pulsión que pretende salir y es frenado por la cultura, por lo que al quitar la represión, presuntamente hay libertad sexual. Pero no funciona porque la sexualidad no existe, es parte de un dispositivo del poder. En este modelo libertino está la pornografía y las reivindicaciones por la libertad sexual. Aunque en realidad no hay nada que liberar. El deseo no es anterior a la ley, cuando hay prohibición, hay deseo.
En América Latina, particularmente en México, el dispositivo de sexualidad ingresó por la evangelización . En las lenguas indígenas no había un equivalente o noción de pecado, por lo que se le vinculó con suciedad, así se construyó todo lo relacionado con carne, cuerpo y prácticas. En este sentido, la participación de los misioneros fue fundamental para la producción de sexualidad a través de la regulación de relaciones sociales por estamentos.
Por su parte, la modernidad desplaza el foco del exterior hacia el interior del sujeto por medio del mecanismo de confesión, tema en el que Foucault (1990) profundiza en el texto Las tecnologías del yo. Además, esta regulación
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