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¿Qué define a un buen texto literario?.


Enviado por   •  28 de Noviembre de 2016  •  Resumen  •  5.907 Palabras (24 Páginas)  •  792 Visitas

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¿Qué define a un buen texto literario?

  • Lenguaje desautomatizado, despragmatizado; no literatura como “lengua modelo” o como “transmisora de valores” sino como lenguaje fundamental para desarrollar lectores competentes, para vincularse con la riqueza de las palabras, para iniciarse en el acceso al imaginario que comparte una sociedad.

Literatura: es en sí misma. Su uso particular del lenguaje, la polifonía de sus palabras y temáticas, su capacidad de hacer imaginar al lector, de crear mundos posibles (ficción) nos permite un trabajo enriquecedor: no sólo introduce al niño en el colectivo cultural aumentando su competencia literaria y cultural, sino que posibilita, a través de estrategias siempre nuevas que va a plantear el docente, el desarrollo de las cuatro habilidades básicas, como así también la competencia discursiva y comunicativa de los niños. Función poética.

¿Qué intrusiones no deben estar presentes en la buena literatura infantil?

  • ¿Quién debe ser el “protagonista” de la literatura infantil?

En pocas ocasiones se ubica al lenguaje como el protagonista especifico de una obra literaria infantil, porque se plurirramifica el tratamiento de un producto literario para los chicos abordándolo desde disciplinas que distraen del objetivo de todo hecho literario: el trabajo con la lengua que cada escrito formaliza. Usualmente dichos ramales serán psicología y psicología evolutiva, la pedagogía, la estética y la moral. Diaz Ronner sostiene que la literatura para chicos debe ser abordada desde la literatura, a partir del acento puesto sobre el lenguaje que la institucionaliza, interrogando a cada uno de los elementos que la organizan, en tanto producto de una tarea escrituraria que contiene sus propias regulaciones internas.

  • Defina “intrusión”

Podemos definir intrusión como aquellas disciplinas que distraen del objetivo de todo hecho literario.

  • Mencione y caracterice las diferentes “intrusiones” que entorpecen la literatura infantil.

Primera intrusión: psicología y psicología evolutiva: al mirar la literatura infantil desde la psicología evolutiva, abreviamos toda la escritura que la legitima y construye porque desconectamos al sujeto infantil de la realidad o entorno en el que está inserto. Se puede entender que la perspectiva psicoevolutiva para seleccionar lecturas o armar repertorios tiene su importancia, en tanto marco general, y así mismo es útil para determinar un “desde” que edad se sugiere tal o cual texto.  El placer que provoca lo bien hecho literariamente no tiene edad: aquello que es bueno de verdad resiste al tiempo. Sin embargo no debemos ignorar la importancia de los factores extraliterarios a nuestro alcance sino ponerlos en juego al servicio de la literatura.

Segunda intrusión: la pedagogía y sus excesos: un erróneo manejo de la pedagogía se torna un pedagogismo infecundo. La literatura es un texto verbal establecido en un estatuto autónomo, la escritura; y además la literatura tiene una pluralidad de significados que el mismo texto provee al lector. Este criterio nos aproxima a lo disperso, lo inventado y transgresor que todo hecho literario acarrea. Hablar del mensaje de un texto literario implica asfixiar la multi-variedad que el mismo ofrece, y conduce al receptor/multiplicador a manipular una única línea de sentido, encajonando el producto en forma unidireccional y otorgándole una mono-valencia absoluta y comprendida como excluyente.

3. Otras intrusiones no menos importantes ¿Atendemos a la ética y a la moral?: José Martí dijo lo siguiente: "No decirle a los chicos más que la verdad para que no les salga la vida equivocada". Lo que Martí propone es la bella aventura de hablarles a los chicos desde códigos éticos convalidados por modelos que resultan heroicos por su misma practica.

Cada una de las elecciones éticas que elabore un creador será válida en tanto y en cuanto este legitimada por sus consumidores probables. Esta legitimación no contradice los entrecruzamientos que se produzca entre el creador y sus consumidores y que son altamente necesarios para hacer estallar mejor las múltiples significaciones,

4. El último codo de las intrusiones: la moralización de las moralidades: el discurso didáctico que apunta hacia la moral o la moraleja engendra verdaderos desconsuelos, ya que desbarata el placer por el texto literario para los incipientes lectores. Lo literario se subordina a la ejemplificación de pautas consagradas que tienden peligrosamente a homogeneizar las conductas sociales desde la infancia. Son las instituciones las que generan sus propios discursos morales; que no hay una única dirección didáctico-moral sino que cada institución emite su propio aparato. La detección de lo moralizante para los chicos se manifiesta en el empleo de cierta lengua y ciertos símbolos artificiosos, que repiten los modismos o actitudes que los grandes quieren mantener en una clara maniobra para seguir vinculados con el tiempo por venir y ejercer poder sobre él. La historia, que la literatura infantil de tomo moralizador desarrolla y progresa, culmina con una "abuenización" donde se levantan los deberes y los principios éticos provenientes del sector hegemónico, el de los adultos, que quieres así proyectarse históricamente.

Oposición que se manifiesta en el texto de CARRANZA entre los textos que propone el mercado, tendientes a educar en valores y los verdaderos textos literarios:

Las empresas editoriales apuntan sus dardos a los valores, como una evidente estrategia de mercado porque desde la sociedad, y particularmente desde la escuela, se propone para los niños una literatura enfocada en mensajes morales para la formación de “seres más nobles y sensibles”, a través de un conjunto de valores que se suponen en peligro de extinción en la sociedad actual. De esta manera se busca “cambiar el mundo” transmitiendo a las nuevas  generaciones los ingredientes para este cambio. Según Marcela Carranza “se toma de la literatura su carácter gratuito, se la despoja de su libertad y se la transforma en vehículo útil y eficiente para construir seres humanos mejores que harán un mundo mejor (según nuestros proyectos)”.

Ejemplos de la tendencia a relacionar la literatura con una función social-pedagógica de educación en valores:

Colección “Leer es genial” de Santillana

Guías para docentes con “Proyectos de lectura y educación en valores”

Autores nacionales y extranjeros considerados por Nora Sormani como “formadores del espíritu humanista”: Charles Dickens, Mark Twain, Michael Ende, Gianni Rodari.

Se presenta una visión del niño como si fuera arcilla que modelaremos a nuestro antojo. Según Larrosa, se considera a la infancia como algo que “nuestros saberes, nuestras prácticas y nuestras instituciones ya han capturado: algo que podemos explicar y nombrar, algo sobre lo que podemos intervenir, algo que podemos acoger”. De esta frase se desprende la idea de que la idea de infancia es algo que conocemos, y por lo tanto, algo sobre lo que podemos intervenir. Sin embargo, como también agrega Larrosa, al mismo tiempo “la infancia es el otro: lo que está más allá de todo intento de captura, inquieta la seguridad de nuestros saberes, cuestiona el poder de nuestras prácticas y abre un vacío en el que se abisma el edificio bien construido de nuestras instituciones de acogida.”

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