RECONVERSIÓN MONETARIA.

Para poder ubicarse en la contextualización del tiempo-espacio/histórico-geográfico de la temática en cuestión, es pertinente y asertivo hacer una retrospectiva de los cómo, porqué y dónde?, de la temática objeto de estudio y análisis para el desarrollo del presente ejercicio ensayístico.

En ese orden de ideas hay que escudriñar exhaustivamente en la causalidad y sobre todo en la especificidad que conllevaron a este proceso, y sus incidencias en la economía global, pero sobre todo en la que atañe a Venezuela, en particular por las profundas y traumáticas transformaciones no sólo del signo monetario nacional, sino incluso de sus nefastas y perniciosas influencias en la economía, y por consiguiente en el paulatino e indetenible deterioro del poder adquisitivo del venezolano y por consiguiente en el debilitamiento del bolívar ante otras monedas de la región, sin ir muy lejos por ejemplo ante el peso colombiano.

En concordancia con lo anteriormente expuesto es preciso traer a colación o mejor aún refrescar la memoria expresando, que en función de recuperar el poder adquisitivo de la moneda y fortalecer la estabilidad macroeconómica de la economía nacional, el gobierno nacional para ese entonces, decidió implementar la reexpresión de la unidad monetaria en el equivalente de 1,000 Bs. actuales a partir del 1ero de Enero del 2008. La unidad monetaria resultante sería representada como de hecho fue por el Bolívar Fuerte (Bs. F), de manera tal que todas las operaciones, transacciones y demás importes deberían ser expresados en esa nueva denominación, según lo establecido en el Decreto con Rango, Valor y Fuerza de la Ley de Reconversión Monetaria, publicado en Gaceta Oficial Nro. 38.638, fecha 06/03/2007.

De tal manera que pareciese ser que la reconversión surgió en su momento como una iniciativa para contrarrestar el continuo efecto de la inflación en la economía nacional, responsable de las distorsiones de precios y de la generación de tasas de interés reales negativas.

Es por ello que las experiencias de este tipo de procesos en otros países han sido descritas como exitosas o de fracaso, dependiendo del contexto en que fueron realizadas, los costos implícitos que exigieron, y el tipo de política fiscal y monetaria que acompañaron su aplicación. Dentro de un conjunto de políticas destinadas a reducir el índice inflacionario, la reconversión es sólo un complemento, que por excelencia se ha empleado en casos de hiperinflación y que no corresponde a la situación venezolana, según el desempeño de los indicadores.

Es por ello que se ha incurrido efectivamente en el ejercicio subrepticio de pretender maquillar la situación y por ende la reconversión monetaria se ha tratado de vender como algo mucho más relevante e importante de lo que en realidad es. La simple eliminación de tres ceros a la moneda, sin que ello venga acompañado de una serie de políticas efectivas tendentes a abatir la inflación, no es más que una medida cosmética, que si bien podría generar una ilusión de fortaleza del signo monetario, no sería más que eso, una ilusión.

Por ende la solidez de una moneda se tiende a medir por la estabilidad de su tipo de cambio con respecto a divisas referenciales, como el dólar o el euro. No obstante, la fijación o el anclaje del tipo de cambio en una economía con una inflación muy superior a la que padecen sus principales socios comerciales, genera problemas de apreciación real o sobrevaluación creciente de la moneda, que producen pérdida de competitividad del aparato productivo interno, crecimiento desproporcionado de las importaciones, y escepticismo sobre cuán sostenible es el tipo de cambio.

Por tal motivo mientras se cuente con divisas abundantes generadas por una coyuntura externa favorable, como la que hoy se vive en Venezuela, las cosas se pueden mantener. Sin embargo, la reversión de aquella situación ventajosa normalmente desencadena expectativas e incertidumbres, que llevan a los agentes económicos a buscar protección contra una devaluación inminente de la moneda, contribuyendo ello a precipitar el ajuste cambiario, situación que lamentablemente es más que evidente en los actuales momentos, es preocupantemente notoria. Y esto, como ya es sabido, tiene efectos demoledores, particularmente sobre los más pobres y desfavorecidos de la población, que cada vez suman muchos más.

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