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“REFLEXIONES SOBRE EL YO” y “ANTOLOGÍA BÁSICA” de Krishnamurti


Enviado por   •  19 de Octubre de 2020  •  Ensayo  •  1.278 Palabras (6 Páginas)  •  130 Visitas

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 PERCEPCION NO EVALUATIVA

Extracto y adaptación de partes del libro “REFLEXIONES SOBRE EL YO”  y “ANTOLOGÍA BÁSICA” de Krishnamurti[1]  Preparado por el Admor. Alberto Merlano en Julio 2000.

 

OBSERVAR

Observar implica  percatarse de algo sin los recuerdos de  experiencias  pasadas.

Esto aparentemente no es difícil. Es lo que hace cada uno de ustedes cuando está interesados en alguien o en  algo, en observar a su hijo, a su mujer, los árboles, los pájaros. Usted observa sin condena, sin identificación; por consiguiente, en esa observación hay completa comunión, el observador y lo observado están unidos y se comprende, sin palabras, lo que se está observando.

Ahora bien, ¿es posible ver, observar,  las cosas agradables y desagradables de la vida y evitar pensar: “debo tener” o “no debo tener” ¿Ha observado alguna vez una flor sin llamarla rosa, sin querer ponérsela en el ojal o llevársela a casa y dársela a alguien?

¿Puede usted mirar un coche, ver su belleza y no quedar atrapado en el deseo de posesión, simplemente ser capaz de mirar sin describir ni desear?. ¿Puede mirar la luna y no decir inmediatamente: “esa es la luna, qué hermosa es”, de modo que no se interponga ningún parloteo de la mente? Experimente con esto y verá lo difícil que es observar sin  “hablarse” acerca de lo que se observa.[2]

Comprender es  darse cuanta que la evaluación y el juicio, siempre crean dualidad, el conflicto de los opuestos, de “lo que es” contra “lo que debería ser”. En el observar hay generalmente juicio,  miedo, evaluación, condena, identificación. Tal observación crea conflicto entre el observador y lo observado, entre lo real y lo ideal. Ahora bien, ¿Puede uno observar sin juicio? ¿Se puede mirar a uno mismo, cualesquiera que sean sus pensamientos y no evaluarse? No se si lo han intentado alguna vez. Es bastante difícil porque todo nuestro adiestramiento desde la infancia nos lleva a condenar o a aprobar.

Por lo tanto, sabiendo todo esto ¿puede la mente observar sin juzgar? ¿Puede limitarse a observar desapasionadamente y observar de ese modo los pensamientos y sentimientos en el espejo de la relación con las cosas, las personas, las ideas? Semejante observación silenciosa no genera un distanciamiento, un frío intelectualismo, sino todo lo contrario. Si yo quiero comprender algo, evidentemente  no debe haber ningún juicio comparativo. Eso, sin duda, es simple. Pero nosotros creemos que la comprensión resulta de la comparación, por lo que las multiplicamos. Nuestra educación es comparativa y toda nuestra estructura moral y religiosa se basa en evaluar.

El observar del que hablo es el darse cuenta de todo el proceso de evaluación y  ponerle fin. En ello hay observación sin ningún tipo de juicio, lo cual es sumamente difícil; implica el cese, el fin de toda calificación. Cuando me doy cuenta de que soy codicioso, acaparador, airado, apasionado, o lo que fuere, ¿puede observarlo sin más, darme cuenta de ello sin condenar? Cuando lo califica como codicia, ese mismo acto implica condena, producto de un juicio.

Por lo tanto todo este proceso de darse cuenta, de observación, es, si puedo expresarlo de otro modo, la disponibilidad de invitar el pensamiento. Para la mayoría de nosotros, los pensamientos vienen sin nuestra invitación, un pensamiento detrás de otro; el pensar no tiene fin; la mente es la esclava de todo tipo de pensamiento errabundo. Si se da cuenta de eso, entonces verá que puede haber una invitación al pensamiento y luego proseguir (¿seguirle el hilo?) a cada pensamiento que surja. Para la mayoría de nosotros el pensamiento se presenta sin ser invitado; viene de la forma que sea. El comprender ese proceso y luego invitar al pensamiento y seguir cada pensamiento hasta su fin, es todo el proceso que he descrito como observar; y en ello no hay un proceso de calificar.  Mediante el darse cuenta de sus propias actividades, la mente se vuelve sorprendentemente tranquila, quieta, creativa, sin la acción de ningún tipo de disciplina o de imposición. Entonces en esa quietud de la mente aparece lo que es verdad.

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