Raul Cuero

Raúl Cuero un colombiano ejemplar

Buenaventura, el principal puerto del Pacífico colombiano, ha tenido hijos de todo tipo: Son muchos los niños y jóvenes que huyendo de la miseria se han ocultado en barcos buscando llegar a Estados Unidos, el país soñado; otros se han dejado arrastrar por las olas del narcotráfico y la violencia; y otros coterráneos, de esta ciudad de contrastes, se han sumergido en las pacíficas aguas del estudio y la investigación.

Raúl Gonzalo Cuero Rengifo, se podría considerar el nativo de Buenaventura que mejor representa a esta ciudad en el extranjero y uno de los colombianos más destacados. El medio ambiente en el que creció es una rica zona en biodiversidad, como toda Colombia. Esa atmósfera que respiró - tal vez - influyó para que se inclinara por la biología y abriera otra ruta de acceso a los Estados Unidos: La consagración al estudio.

El científico Cuero, nació en 1948, año que con el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, se polariza la política colombiana entre trapos rojos y azules, siendo el punto de partida de la agudización de la violencia en nuestro país que dejó 300 mil muertos y uno de los elementos que dio origen a grupos guerrilleros.

Como en este siglo, otra forma de expresión de la violencia oficial en la década de 1950 fue la salud, y Buenaventura, en el siglo que terminó y en el actual, ha estado abandonada por el poder central. Entre los años 1950 y 1960, cerca del 30% de los niños menores de diez años, murieron a causa de parásitos, malaria, tuberculosis y enfermedades virales.

El entorno moldeó su mente

Nacer y crecer en esos años aciagos y de pobreza de su ciudad natal, quizá, también influyó para que él se inclinara por la vida que germina con el estudio y descartara dejarse influir por el ambiente destructor de la violencia.

Como él mismo lo dice, el juego con las lagartijas y las cucarachas -en su niñez- fueron el vehículo que lo expusieron y reforzaron su curiosidad. “La convertí en creatividad cuando pude dar respuesta racional a lo que veía, sentía y tocaba”, comenta el microbiólogo.

La creatividad del científico vallecaucano ha permitido que esté pronto a patentar: el descubrimiento de genes y proteínas contra rayos ultravioletas, que permitirán proteger la piel contra el cáncer; la forma de preservar las frutas del calentamiento de nuestro planeta; y el invento de la producción de bioetanol con un proceso de fabricación mucho más eficiente.

El Colegio Pascual de Andagoya, de su ciudad, le dio el título de bachiller y la Universidad del Valle lo acogió para que estudiara biología. Su ambición temprana de ser un científico lo convirtió en el mejor estudiante de ciencias en el bachillerato. Haciendo el pregrado logró que una planta parásita creciera en el laboratorio 13 centímetros.

Este fenómeno llamó la atención de un investigador estadounidense, visitante de la universidad, cuando el joven Cuero mostraba su talento. Esa plantita sirvió para que proyectara su mundo académico en Estados Unidos y el Reino Unido.

Estudió sin recursos económicos.

Las becas lo catapultaron

Las becas fueron su apoyo económico para adelantar sus postgrados. Estudió patología vegetal en la Universidad del Estado de Ohio y microbiología en la Universidad de Strathclyde en Escocia. Su especialización en microbiología y biogénesis y sus resultados experimentales iniciales le abrieron más puertas, entre otras, las de la NASA, donde hace parte del Cuadro Administrativo de Invenciones de la NASA-JSC-Huston.

Igualmente hace parte del Comité Consultivo del Departamento de Agricultura del Estado de Texas desde el 2002 y es miembro de la Agencia de Protección Ambiental de los EEUU, desde que fue nombrado en el Comité Consultivo en 2003. El gobierno colombiano lo galardonó con distinción “Caballero de la Orden Simón Bolívar” en el 2004.

Su excelente formación académica le ha permitido desarrollar múltiples investigaciones que han decantado en patentes como las ya mencionadas y otras más como el descubrimiento de una sustancia que despierta los genes dormidos de las células vegetales y genera resistencias al ataque microbacterial y, además, permite el aumento del contenido proteínico. Esta investigación originó una patente que fue comprada por la Vanson-DuPont.

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