Relatos contra la violencia
Enviado por pejox4598 • 20 de Junio de 2014 • Ensayo • 401 Palabras (2 Páginas) • 238 Visitas
-Relatos contra la violencia
MIEDO, ODIO, AMOR, PERO FINALMENTE VALOR
Aquella mañana era otro día cotidiano para el inspector García, se tomaba tranquilamente su café y se sentaba en su sillón preferido… Empezó a ojear los casos del día, y se sorprendió al ver uno, era un caso de maltrato de mujer. Abrió la carpeta y leyó:
Mujer agredida brutalmente por su cónyuge, tuvo que intervenir la autoridad y detener al agresor el cual está en espera de juicio. Las causas de la agresión se deben a que la agredida era discapacitada.
Rápidamente el inspector García se puso en contacto con la víctima para poder hablar con ella y así resolver el caso lo antes posible. Al poco rato se presentó y le prestaron declaración.
Nombre: Nuria Pazos Moreno
Edad: 38
Nacionalidad: Española
Familia: -
Y apuntaron algunos datos más que les podían servir de ayuda.
El inspector la observa, estaba nerviosa, no paraba de mover las manos. Tenía la cara pálida, una extremada delgadez alarmante, las manos llenas de heridas y todo su cuerpo lleno de magulladuras. Se fijó en su pequeña discapacidad, tenía un ojo bizco, en ese instante el inspector se percató de que podía ser una de las causas, eran muchhos años en ese oficio y su olfato “de sabueso” le alertaba… Nuria empieza a contar todo lo sucedido:
Mi vida era normal, es decir, tenía mi empleo de dependienta en una tienda de ropa, mmi humilde casa, y mi marido en el que confiaba y no sospechaba en su horrible interior.
Los primeros cinco años todo transcurrió con normalidad, de lunes a viernes trabajábamos por lo que sólo nos veíamos a la hora de la cena, ya que mi marido cmía fuera debido a la larga distancia que hay entre su trabajo y nuestra casa, y por las noches hablábamos sobre qué tal nos había ido el día, sobre los problemas que nos habían surgido… etc. Los sábados, si teníamos tiempo comíamos fuera de casa y aprovechábamos para ir al cine, afición que compartíamos los dos. Y los domingos nos reuníamos con la familia, un fin de semana con la suya y otro con la mía.
Después empezaron a surgir problemas, dejamos de ir a comer los domingos con mi familia, porque decía que se aburría, que mi familia era una “panda” de locos, y bastantes improperios ofensivos. Olvidamos las costumbres para transformar nuestra vida en una rutina de trabajo y sin amor.
Mi marido empezó a tener graves problemas
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