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Reportaje


Enviado por   •  27 de Julio de 2012  •  2.379 Palabras (10 Páginas)  •  304 Visitas

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Buenos Aires-Argentina, 16 Junio 2004

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NORBERTO GALASSO, HISTORIADOR

Nacimiento y reproducción de la deuda externa

Autor de una obra que va desde la primera libra comprometida hasta la explosión menemista, Galasso encuentra un patrón de conducta: siempre la negocian los mismos, el que la toma es empleado del que presta y se descontrola en dictaduras. El resultado es gran peso “que comprometerá a varias generaciones”.

Por David Cufré

Antes del golpe de Estado de 1976, el estudio jurídico de Guillermo Walter Klein era apoderado en la Argentina de dos bancos extranjeros. El número de clientes creció a más de veinte cuando Klein se convirtió en la mano derecha de José Alfredo Martínez de Hoz en el Ministerio de Economía. Desde ese puesto, tomaba créditos para el país con los mismos bancos a los que representaba. “Fue una de las tantas veces en que el gobernante y el prestamista estuvieron sentados del mismo lado de la mesa, enfrentados a los intereses del país”, reflexiona el historiador Norberto Galasso en su atrapante relato sobre el nacimiento y la reproducción de la deuda argentina. En el estudio de Klein-Mairal trabajaban los hijos de Mariano Grondona y de Martínez de Hoz, quienes en 1985 “se fugaron con valijas repletas de documentación que probaba la ilegitimidad de la deuda” contraída por la última dictadura.

Galasso utiliza la anécdota de Klein para dar cuenta de un patrón que se repite a lo largo de la historia, con personajes que pasaron de tomar decisiones claves en nombre del Estado, aumentando el endeudamiento, a trabajar para los acreedores. “Daniel Marx fue negociador de la deuda con Alfonsín, Menem, Cavallo y De la Rúa, y en el medio fue socio de Nicholas Brady”, señala el autor de Historia de la deuda externa argentina, de la banca Baring al FMI. Brady fue el secretario del Tesoro de Estados Unidos que en 1992 diseñó un plan de reestructuración de la deuda latinoamericana muy ventajoso para los bancos acreedores, al que Menem y Cavallo adhirieron con fervor.

La lista es mucho más amplia, arranca con Manuel García en 1824 y pasa por Norberto de la Riestra, Lucas González, Alvaro Alsogaray, Adalbert Krieger Vasena, Martínez de Hoz y Cavallo, por mencionar sólo a los más “célebres” ministros de Economía.

Una de las conclusiones a las que llega Galasso es que la deuda fue –y es– un instrumento de dominación, verificable desde el primer empréstito con la banca inglesa hasta los acuerdos con el FMI. “La deuda da derechos al acreedor para imponer condiciones”, explica el historiador, quien además enseña que en el caso argentino existe un drama adicional: en muchos casos la deuda no tiene contrapartida, porque el país toma préstamos, pero no se capitaliza sino que utiliza los fondos para enriquecer a una clase social, incluso mediante guerras o represión, financiadas con esos mismos créditos. “La prueba está en que la plata de argentinos en el exterior es hoy casi tanta como lo que debe el Estado”, argumenta.

–¿Cuándo arranca la historia de la deuda?

–En 1824, con el empréstito de la Baring Brothers. Para la misma época el imperio británico concede financiamiento a varios países latinoamericanos (México, Colombia, Chile, Perú, Centroamérica) que estaban saliendo de su vinculación con España y querían presentarse como independientes. Canning, el primer ministro, los reconoce. Pero al mismo tiempo Inglaterra firma acuerdos de comercio y amistad recíprocos, que otorgaban beneficios a los comerciantes ingleses que dominaban en la región. Para la Argentina esa deuda no fue requerida, sino impuesta. Fue la forma en que el gobierno británico nos enganchó económicamente.

–Pero aquí alguien lo aceptó.

–Claro, y fue un escándalo. El primer negociador fue José Manuel García, ministro de Hacienda de Martín Rodríguez, gobernador de Buenos Aires de 1821 a 1824. Los otros ministros eran Rivadavia y De la Cruz. Aunque parezca insólito, enviaron a Inglaterra a negociar el empréstito a un comerciante inglés, llamado Robertson, y a otro comerciante que hacía negocios con los ingleses, llamado Félix Castro.

–¿Para qué se quería el dinero?

–En teoría para dragar el Río de la Plata, mejorar el puerto y para obras de salubridad. La deuda fue por 1 millón de libras, pero a la provincia llegaron sólo 140.000. Del resto, 150.000 libras se descontaron por el riesgo que implicaba prestarle a un país latinoamericano, otras 150.000 fueron la coima que se quedaron los negociadores por Buenos Aires y los hermanos Baring. Otro tanto se descontó por gastos que hizo Rivadavia cuando estuvo en Inglaterra. Además, la banca Baring cobró dos años de intereses por adelantado, más un 1 por ciento de amortización de capital: 130.000 libras. La comisión (blanca) por la operación fue de 25.000. Y 400.000 libras quedaron en Londres como pago de regalías de comerciantes británicos radicados en Buenos Aires a sus casas matrices, aceptado por el gobierno.

Al tercer año de la colocación de los títulos, el gobierno no pudo seguir pagando. El default –relata Galasso, sentado en su estudio que es un altillo repleto de libros, recortes de diarios y papeles desplegados por donde se mire– duró hasta 1857, cuando Norberto de la Riestra aparece en escena como el sucesor histórico de García, bajo el gobierno bonaerense de Valentín Alsina. En reconocimiento de los intereses caídos y de los pagos

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