Resumen De Papelucho
Enviado por frutillita • 25 de Septiembre de 2013 • 2.772 Palabras (12 Páginas) • 541 Visitas
RESUMEN
PAPELUCHO MISIONERO
Marcela Paz
Desperté con la voces. Hablaban difícil, parecía una comedia de radio para grandes. Pero eran voces conocidas. Yo estaba debajo del sofá, sujéntadole la pata quebrada mientras se pegaba y tal vez me quedé dormido. Ahora tenía mis dedos pegados a la pata y si los tironeaba podía quedar sin dedos o el sofá sin pata. Además alguien estaba sentado encima y me reventaba paulatinamente. - No estás en edad para decirlo...- decía la voz de mi mamá.
- Es un soberano disparate – decía mi papá .-
- Antes Debes recibirte de bachiller... – los pies de papá casi me topaban, paseándose.
- Me recibiré en la escuela. ¡No vas a decirme que piensas ser marino!
Un hijo mío... marino... – clamaba papá.
- Es mi vocación – la voz de Javier sonó con un gallito -. Se trata de mi vida, la que voy a vivir yo. Tengo vocación de marino y debo ser marino.
- Eres todavía un niño- dijo mamá.
- Está equivocada, mamá. Ya no soy un niño. Soy un hombre y sé lo que quiero.
Cuando uno siente lo que yo siento, sabe que es un llamado.
Cada hombre tiene en la vida una misión que cumplir. Para eso nació. Mi misión es ser marino.
- Puedes serlo más adelante... No veo por qué de ser ahora...
En ese momento mi mamá cambió de postura en el sofá. Fue un desastre. Yo quedé aplastado igual que un chinche en el suelo. Me ahogaba y me dolía todo. Pero mamá gritaba más.
La levantaron, la sobaron y después se ocuparon del sofá. Me sacaron todo machucado y con la pata pegada a mi dedo.
¡ Tenias que ser tú!- chilló papá.
Me mandaron castigado a la cama y, apreté los ojos de rabia.
Estaba con mi famoso castigo y puro pensando en la cuestión del “ llamado” y de la vocación. Y justo, sonó el teléfono.
¡ Es el llamado! – y de un brinco salté de la cama, levanté el fono...y cortaron. Enojado volví a la cama, cuando veo una luz distinta, roja con explosioncitas y olores diabólicos . Ni me acordé del castigo, sino que con fuerza magnética, el imán de la luz me durmió. ¡Y justo ¡ ¡Se estaba quemando la casa!
Unas llamas subían con un calor... La mesa del cuarto de la Domi se había abierto de patas, las llamas trepaban por la muralla. La casa entera se iba a desintegrar antes que volviera nadie...
Mis manos tiritonas llenaron de agua la cantora de la Domi y la tiraron a las llamas pero, el fuego empezó a arder más.
-Dios mío, ¿Qué hacen los bomberos cuando no tienen hachas ni manguera?.
Con fuerzas de sansón pesqué el colchón de la domi y con colchón y todo me tiré encima de la llama. Tosiendo, estornudando de repente sentí voces.
Eran vecinos, bomberos, carabineros y hasta un perro pro, finalmente me sacaron afuera.
Un bombero descubrió que era la plancha enchufada que quemó la mesa. Yo no era el culpable. Yo era el héroe.
Cuando llegó mi mamá con mi papá me alabaron y la Domi llorando se echaba la culpa.
Ahora resulta que soy héroe. No nací así, pero soy. Y no había tratado de serlo, sino que los bomberos me hicieron sin quererlo yo.
Pero la cuestión no tiene remedio. Soy héroe por culpa del incendio. Así que yo entiendo que Dios me llama a ser bombero. Esa es mi misión.
Yo encantado con tal de que haya incendios todos los días.
Cuando por fin terminaron de hablar de mí, me puse a escribir mi diario. Cuando de repente el papá dice:
-Tengo una importante noticia que comunicarles. Vamos a hacer un viaje... Salí corriendo.
¿Nos vamos a Concón, papá? ¿ Javier también? – porque me daba miedo que lo quisieran cortar su carrera, su misión y su vocación.
- Javier entrará a la Escuela Naval cumpliendo su misión – dijo mi papá – y nosotros partiremos al África a cumplir la nuestra.
- Resulta que nos vamos al África – me dije, tratando de acostumbrarme y de repente vi sus desiertos en llamas, vi sus elefantes, sus camellos, sus cebras, leones y cocodrilos. Y salí corriendo a preparar mi maleta.
- Ya estoy listo, mamá, ¿ A que hora nos vamos?
- ¿ A dónde hijo?
- Al África, claro.
- No seas aturdido , papelucho. Falta lo menos un mes- dijo mamá.
Esa noche me desvelé mirando el techo, y luego de un rato me dormí.
Me faltan apenas veintinueve días y estoy armando mi equipo de africano. Tengo que llevar una flecha, y un yatagán, un rifle y un buen tambor.
A mi mamá le ha dado con suspirar y se cree mártir.
Todo el día habla por teléfono y se compadece y le cuenta a las amigas que va a hacer un “ sacrificio” y qué se yo.
Pero es tremendo ver a su madre suspirosa, así que le dije:
- Mamá, usted ni se da cuenta lo feliz que va a ser en África. No hay que pagar cuentas ni suspirar por nada, porque no hay casa.
Miende cosas sin importancia.
Pero sonó el teléfono y partió. Luego seguimos ordenando más cosas.
La casa está distinta y con eco. Uno grita y repercute toda y tiene algo como de estación y paquetes y maletas y tierra que nadie limpia.
La Domi llora todo el tiempo y la Ji pasa todo el día en la casa del Jolly porque ahí no se pierde y juega con juguetes importados de verdad y la mamá del Jolly la quiere con pasión de madre, nadie sabe por qué.
Ya por fin se está acabando el día y cuando despierte mañana va faltar apenas uno para irnos a África.
Son las once de la noche y hace bastante sueño. ¿ Qué hora será en África?. Dicen que es distinta y es más temprano allá.
Estamos en el aeropuerto, listos para partir.
Escribo mi diario por última vez en Chile y tal vez por última vez en castellano.
Hay miles de gentes en pelotoncitos gritones que hacen un ruido como colmena gigante.
Ya hace una hora que estamos aquí esperando que nos llamen. Al principio me entretuve de ver mesones con chocolates, postales, recuerdos y ese ascensor adentro de uno. Un llamado de un avión en la pista, una escalera con ruedas, y una puerta que se cierra.
Por fin partimos a África y, me senté al lado de un hombre que era cazador de leones y se llamaba Siku. Para no aburrirme seguí escribiendo mi diario. Por fin voy volando en jet, rumbo a Dakar, África a miel pies de altura y a millones de kilómetros por hora.
Han pasado muchas horas de viaje y ha sido muy divertido el viaje pero, muy cansador.
Por fin aterrizamos en el aeropuerto de Dakar, se acercaron a papá Y A siku unos caballeros negros que hablaban raro.
...