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Resumen Del Pep 2011


Enviado por   •  10 de Diciembre de 2013  •  2.324 Palabras (10 Páginas)  •  1.240 Visitas

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AMBIENTES DE APRENDIZAJE.

Investigaciones recientes coinciden Se denomina ambiente de aprendizaje al espacio donde se desarrolla la comunicación y las interacciones que posibilitan el aprendizaje. Con esta perspectiva se asume que en los ambientes de aprendizaje media la actuación del docente para construirlos y emplearlos como tales. Generar ambientes de aprendizaje representa el gran desafío de innovar las formas de intervención educativa, ello requiere que desde el inicio del ciclo escolar, y a lo largo de éste, el docente destine momentos para la práctica reflexiva; reconociendo con honestidad todo aquello que hace o deja de hacer en el aula y en la escuela, para lograr que ocurran los aprendizajes. De la misma manera, el docente está comprometido a trascender de la reflexión a la

transformación de la práctica docente; proceso complejo que requiere incorporar los postulados esenciales desde el enfoque y traducirlos a la práctica.

Ambiente afectivo-social

Un clima afectivo implica la expresión de sentimientos y actitudes positivas hacia los niños:

calidez, apoyo, empatía, entre otros. Cuando las actitudes de afecto que muestra el docente ante los niños son genuinas; éstos lo perciben y, además de sentirse respetados, confiados y bien consigo mismos, responden con sentimientos recíprocos. Un entorno afectivo se basa además en el respeto y la confianza que se brinda a los niños, lo que propicia que se animen a participar y colaborar en tareas comunes: hablar frente a los demás; sentirse capaces y enfrentar los retos de aprendizaje con mayor seguridad; saber que son seres competentes que pueden aprender; tener certeza de que serán escuchados sin burla al externar sus puntos de vista y opiniones. Las emociones pueden contribuir o inhibir el desarrollo de capacidades y competencias: cuando “los niños que aprenden a dominar sus emociones constructivamente enfrentan mejor sus decepciones, frustraciones y sentimientos dolorosos que son tan frecuentes cuando son pequeños, y puede suponerse que como resultado, no sólo son más felices, sino que también se relacionan mejor con otras personas, en el hogar, con sus cuidadoras, en el patio de juegos (…)”.

Un clima afectivo y social sano para el niño contribuye eficazmente en el desarrollo de su identidad como persona; proceso en el que están implícitos el autoconcepto (idea que se tiene acerca de sí mismo, en relación con sus características físicas, cualidades y limitaciones, así como el reconocimiento de su imagen y cuerpo) y la autoestima (reconocimiento y valoración de las propias características y capacidades).22 El niño construye su identidad a través de un proceso complejo, que en el ámbito escolar tiene que ver con las oportunidades que se le brindan, para que efectivamente a través de ellas crezca, se desarrolle y aprenda; y sobretodo, que identifique sus avances y progresos, para reconocerlos por él mismo y por los otros. Desde luego que estas experiencias favorecerán el desarrollo que va adquiriendo el niño en su autonomía.

Disciplina y autoridad

Los estudios evidencian que la motivación, la conducta positiva y el aprendizaje se fortalecen mediante estrategias que orienten los impulsos naturales de los niños hacia la competencia, la autoestima y la responsabilidad. Por el contrario, recompensas externas o amenazas y castigos “terminan por socavar el aprendizaje y el desarrollo psicológico, pues reducen la disposición a asumir riesgos, el deseo de hacer frente a los desafíos y el desarrollo de la motivación intrínseca y la autodisciplina”. La autoridad en el aula es necesaria como un ejercicio intermedio entre el autoritarismo y la permisividad, el reto es que se propicie permanentemente este equilibrio; un ambiente regulado en donde los niños aprendan a elegir y decidir; asuman su responsabilidad por las consecuencias de sus actos; miren las cosas con mayor perspectiva.

¿Qué hacer desde la intervención docente para fomentar un ambiente afectivo considerando sus diversos rasgos?

Algunas sugerencias son las siguientes, procurando que el docente no pierda de vista las características de los alumnos del grado que atiende. Planificar el tipo de preguntas que ayuden al niño, por ejemplo en el caso de la expresión

de sus emociones: ¿qué sientes? ¿cómo te sientes? ¿qué te sucedió para que te sintieras así? ¿qué hicieron los otros al verte así? ¿qué te gustaría que hubieran hecho por ti? ¿por qué? ¿cuándo ves a un amigo triste, enojado… qué haces? ¿qué puedes hacer por él?

Organizar el aula adecuadamente contribuye a establecer límites claros a las conductas de los niños: un espacio grande puede “invitar a correr”, habrá entonces que dividir con mamparas u otro tipo de muebles; sin perder de vista que un espacio reducido puede ocasionar tropiezos o algún otro problema. Habrá entonces que planear cómo distribuir el material y mobiliario y organizar las acciones con los alumnos. Un espacio con arreglo, orden, limpio y atractivo, ayuda

al niño a tranquilizarlo, sentirse a gusto y a utilizarlo adecuadamente. Es necesario reorganizar el espacio de vez en cuando, ajustándolo a las diferencias de los niños: dependiendo del cambio de grado que se atienda y contar con una planificación específica. Contemplar desde la planificación las transiciones entre una actividad y otra, y plantearlo en forma clara a los niños para que ellos

continúen de manera independiente, ya sin la ayuda del adulto. “Cuando los maestros planean transiciones suaves entre rutinas, eliminan la necesidad de la disciplina. No se pide a los niños que esperen hasta que la leche se entregue en el salón, que esperen al maestro de música o que esperen en sus asientos hasta que todos estén listos. Más bien, se planean transiciones suaves que ocupan a los niños en alguna actividad”

Estar atentos al grupo y observarlo permanentemente para hacer que se respeten los límites; una señal, una mirada, una rima, un verso, pueden ser recursos sencillos antes de que se desencadene una situación de difícil control. En caso de que no funcione, se puede atraer sin regaño a los niños involucrados en el conflicto: se les plantea la conducta deseada “no tienes que pegarle, pídele las tijeras”, si ellos no responden, el maestro debe acercarse y detener, sin

violencia, la conducta, por ejemplo: retirar de la mano el objeto para agredir o interponerse entre los niños.

Aceptación. Es necesario conocer el nivel de socialización de los niños al llegar a la escuela y asegurarse de que cada uno sea aceptado por los otros. Ante el posible rechazo hacia alguno de ellos se puede recurrir a títeres y propiciar que los niños hablen desde ambas partes: cómo se siente el rechazado,

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