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Resumen MEXICO: GLOBALIZACION NEOLIBERAL Y CRISIS PERSPECTIVAS AL FUTURO


Enviado por   •  27 de Octubre de 2015  •  Apuntes  •  5.117 Palabras (21 Páginas)  •  437 Visitas

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MEXICO: GLOBALIZACION NEOLIBERAL Y CRISIS PERSPECTIVAS AL FUTURO

En lo político, pero también en la economía y en la sociedad, en la educación y en la cultura, la Revolución mexicana determino irrevocablemente el destino del país a lo largo del siglo.La política no es nunca el resultado o la obra de determinados sujetos o actores inventariarles, sino de conjuntos sociales mas amplios sobre los cuales actúan las ideas o los cuales expresan las ideas que se gestean en los distintos rangos de la vida social, clases y grupos. Hoy esta comprobado que nuestro ingreso a la globalidad neoliberal ha sido la causa de la crisis mas profunda que ha vivido el país en muchos años.
Los mas lucidos piensan que los avances democráticos son condición indispensable para asegurar a largo plazo no únicamente estabilidad, sino el efectivo desarrollo mexicano, con mayor desigualdad. Naturalmente los avances democráticos implican confrontación y consisten, esencialmente, en reorientar los recursos hacia fines sociales y humanos, evitando que únicamente sirvan para enriquecer a los pocos.
Los partidarios del inmovilismo sostienen, que primero es necesario acumular para luego distribuir. Otra variante, en la tradición de las clases dominantes, sostiene que el crecimiento de los países ha de abandonarse en manos de expertos, que infaliblemente conocerían las condiciones en que puede darse un avance.
Por el contrario, nosotros sostenemos que el efectivo desarrollo no puede estar sometido a los intereses de unos cuantos privilegiados, sino que su posibilidad efectiva radica en la participación democrática y en la vigilancia ciudadana.
Mexico resulta un impresionante ejemplo de fracaso económico cuando la conducción del desarrollo se ha dejado exclusivamente en las conocedoras manos de los agentes gubernamentales.
El desarrollo concentrado en Mexico fortaleció decididamente la centralización del poder político y un presidencialismo hipertrofiado. El déficit de la democracia se reflejo, en primer termino, en la marcada dependencia de los poderes Legislativo y Judicial respecto al Ejecutivo. Tal carencia de ‘pesos y contrapesos’ entre los poderes trajo consigo, además de una corrupción y despilfarro que hubieran podido evitarse, lamentables decisiones que contribuyeron a agudizar crisis cíclicas que han hundido al país en la desesperanza.
En el sexenio de Carlos Salinas de Gortari los gladiadores a favor de la modernización mexicana llevaron al extremo la propagación de esa ideología, y ajustaron escrupulosamente sus conductas a la misma forma: reformas constitucionales limitando las facultades del Estado, sobre todo en materia económica: privatizaciones, ‘desregulaciones’ y al mismo tiempo, impulsando fuertemente la libre circulación del capital financiero y especulativo.
En el caso mexicano, se sancionaría también irreprochablemente la tesis de que el Estado liberal ha sido el vehículo privilegiado de la globalización y el neoliberalismo, con una característica: en tanto el país se ‘moderniza’ económicamente, las estructuras políticas no únicamente permanecían ‘cerradas’ y sin una mínima ventilación democrática, sino que probablemente llego a sus extremos el poder exclusivo y vertical en manos del presidente de la Republica.

EL DESARROLLO MEXICANO. POLITICA Y ECONOMIA DE LA REVOLUCION MEXICANA.

La reforma y la Revolución fueron momentos cruciales de la construcción del Estado mexicano. El primero procuro unir a una nación a la que ahogaba la anarquía y en que la dispersión de los poderes locales hacia muy difícil el fortalecimiento de un poder propiamente nacional. La revolución mexicana se enfrento también, una vez terminado el periodo de lucha armada, a la necesidad de crear instituciones solidas que hicieran viables los objetivos estratégicos del movimiento. Ambos movimientos tuvieron una característica común: su origen fueron profundamente populares y construyeron un Estado vinculado a las aspiraciones sociales de su tiempo.
Otra característica de ambos movimientos fue su carácter laico, que preparo adecuadamente la secularización necesaria a todo desarrollo industrial, a toda modernización cabal.
Después de 20 años, decidieron unificar, centralizar e institucionalizar las fuerzas hasta este momento disgregadoras de la Revolución y construir un nuevo partido político capaz de agrupar a todas las fracciones revolucionarias en la lucha unas con otras.
Al crearse el Partido Nacional Revolucionario se construía uno de los pilares fundamentales del nuevo Estado mexicano. El otro pilar, fue el presidencialismo.
Presidencialismo y partido, formarían el triángulo de sostén estructural del Estado en las siguientes décadas.El principal sustento ideológico del presidencialismo y del partido de gobierno, en sus diferentes encarnaciones, ha sido la constitución del 1917.
Las tendencias radicales reflejadas en la constitución han convivido con otras que, desde el principio, solo veían en la Revolución la posibilidad de un desarrollo del capitalismo ‘modernizante’ industrial, comercial y financiero.
En el articulo 27 de la constitución de 1917 abrió una enorme brecha en la noción puramente liberal del Estado al colocar el interés publico por encima de la propiedad privada. El beneficio social, exigía que se impusieran a la propiedad privada las modalidades que dictara el interés público; se permitía entonces la expropiación y, de paso, se estimulaba y aun se exigía una adecuada acción del Estado en la economía a fin de inducir un desarrollo en beneficio del mayor numero.
La idea era perfecta en su sencillez: en un país como el nuestro, cuya clase empresarial no había alcanzado expansión suficiente, no podría lograrse el desarrollo sin la acción económica del Estado.
El laissez faire se subordina a un objetivo mas general: un desarrollo que favoreciera a los diferentes sectores que componían el cuerpo social.
El Estado reconocía la división entre clases y la necesidad del desarrollo económico con base en el mercado y en la propiedad privada, pero se reservaba el derecho de intervenir a favor de las clases mas débiles para ‘equilibrar los factores de producción’ y de participar en el movimiento buscando la mayor armonía posible en el desarrollo económico y social.
La otra idea que se afirma en el constituyente de 1917 fue la necesidad de constituir un Ejecutivo fuerte, de tal modo que los objetivos revolucionarios pudieran alcanzarse sin las trabas que imponen las reglas de la democracia “clásica”. Así, la organización “popular” del Estado mexicano y el desarrollo “igualitario” del país resultaban prioritarios respecto a la “pureza” democrática de los modelos.

Se ha dicho que el Estado mexicano de la Revolución no fue únicamente creador de instituciones sino de las mismas organizaciones sociales. Los caudillos y el ejecutivo fuerte requerían de una base social y política y no solamente militar: comenzaron asi al perfilarse de las primeras organizaciones campesinas y obreras vinculadas al poder presidencial.
Poco a poco, y dentro de un estilo peculiar en que se combinaba la fuerza militar de los caudillos con la organización del nuevo Estado, comenzó a afianzarse el carácter institucional de la vida pública mexicana.
El gobierno de Estados Unidos presiono fuertemente para que, durante la lucha armada revolucionaria, se respetaran los intereses y propiedades de las naciones de este país, que se hicieron cuantiosos a lo largo de las tres décadas del gobierno de Porfirio Díaz.
Algunas de estas cuestiones habrían de volver fuertemente, y a veces dramáticamente, al tapete de las discusiones en nuestra relación con Estados Unidos, sobre todo con motivo de la expropiación petrolera de LázaroCárdenas en 1938, en respuesta a la rebeldía de las compañías petroleras que se negaron a acatar u laudo de la Suprema Corte de Justicia, restituyendo en su trabajo a un conjunto de obreros y empleados mexicanos injustamente despedidos.
Podemos situar en 1929 la génesis formalizada del actual sistema político mexicano. Un sistema que tiene su apoyo en el partido de gobierno, y en la figura y función del presidente de la Republica. Al partido correspondía la responsabilidad de aglutinar a las fuerzas dispersas de los grupos revolucionarios, y resolver sus diferencias dentro de la organización. El presidente habría de ser árbitro supremo e incontestable que resolvía las diferencias y eventualmente las controversias, y cuya voz y juicio seria la “guía” primera y última, también indiscutible, de la dirección que asumía el partido.
Debe decirse igualmente que el partido del gobierno en Mexico, en sus distintas versiones desde 1929, nunca pretendió erigirse en organización pragmática, en el sentido de proponerse como un partido con ideología rígida y precisa, sino mas bien se ostentó como una síntesis de corrientes variadas, a veces veladas y otras abiertas.
En otro orden de ideas puede afirmarse que la Presidencia de la Republica nunca tuvo un carácter estrictamente institucional, ya que sus poderes efectivos le permitían escapar a las reglas mínimas de responsabilidad y vigilancia que supone todo orden institucional reamente digno de ese nombre.
La supremacía del presidente de la Republica sobre el conjunto del sistema político le otorgaba el privilegio de “designar” prácticamente a la totalidad de los candidatos del partido del gobierno a los puestos de elección popular: diputados, senadores, gobernantes y al siguiente presidente de la Republica.
El conjunto explica que tanto el partido del gobierno como en las cámaras de senadores y diputados se hayan convertido en una mera “correa de transmisión” de la voluntad presidencial, con muy pocas posibilidades de disidencia y mucho menos de opinión contraria.La transformación del partido se dio de una coalición de tendencias y corrientes revolucionarias, como quería Calles, a una pirámide de burócratas cuya virtud política máxima consistía en la disciplina en el arte del ascenso político. Posteriormente, el partido se convirtió en una de las posibles “pistas” del ascenso político en la arena para escalar en el propio partido y la administración, y todavía posteriormente en un mero un instrumento para ejecutar, desde el gobierno, el “rito” electoral.
No puede negarse, sin embargo, que todavía después de décadas del dominio del partido del gobierno, los presidentes procuraban equilibrar las tendencias al interior del partido y del gobierno, dando entrada, en “cuotas” relativamente proporciones según las épocas, a diferentes tendencias del espectro político, ciertamente dentro del amplio frente constituido por las organizaciones, agrupaciones o personalidades representativas del centro, izquierda o derecha al interior del partido de gobierno.
La disciplina de un aparato de poder esencialmente “entre iguales” se convirtió, por la soberbia presidencial y por una suerte de prepotencia que no conocía limites , en un rígido aparato burocrático de poder vertical y desconsiderado, de desnuda fuerza.

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