Salarios Y Empleo
Enviado por evilla • 6 de Septiembre de 2013 • 1.446 Palabras (6 Páginas) • 227 Visitas
LA RELACIÓN ENTRE EL NIVEL DE SALARIOS Y EL EMPLEO
Esteban Villarejo
Hace poco el FMI provocó un gran debate, tras recomendar a España que produjese un descenso generalizado de salarios, con el fin de facilitar un crecimiento del empleo. En economía a menudo existen distintas manera de conseguir cierto objetivo, pero con unas consecuencias laterales distintas, y por ello con un “coste de oportunidad” o de alternativa diverso. En concreto, la receta del FMI podría tener alguna eficacia a corto plazo, pero con un coste social importante, y una eficacia económica muy reducida. En cambio, parecen existir alternativas mejores en ambas dimensiones.
Veamos: el criterio del FMI podría tener eficacia, por cuanto al bajar el precio del factor trabajo, si se consigue mantener la productividad de ese factor, se incrementaría el excedente empresarial, o bien se podrían bajar los precios y con ello aumentar la competitividad. Estas dos situaciones tienden a incrementar la propensión a la inversión, y en su caso a la iniciativa empresarial. Por tanto, pueden llevar a un cierto aumento del empleo.
También es posible que el abaratamiento del trabajo como factor productivo provoque otro efecto. El trabajo es en parte complementario y en parte sustitutivo de otro factor de la producción, que es el capital en sentido real; es decir, los medios materiales de producción. Si se abarata el coste del trabajo, algunos empleadores pueden optar por emplear ese factor con preferencia al capital, lo cual favorece el empleo de manera muy directa.
Junto a los efectos citados, favorables al empleo, la contracción de salarios provocaría otras consecuencias, y no positivas. Crecería el desequilibrio de rentas entre los propietarios del capital y los trabajadores, y favorecería la desmotivación de éstos, lo cual tiende a incidir negativamente en su productividad. Estamos en una situación de terror generalizado a perder el empleo, y esa amenaza es utilizada con habilidad por algunos empleadores para incrementar la productividad en términos cuantitativos, pero es mucho más difícil mantener la calidad.
El liberalismo económico tiende a ver el salario como un coste para el empresario, que es considerado el protagonista esencial de la economía, no como una parte del producto que se consigue a través de la empresa. La mejor manera de estimar el coste de los factores, es refiriéndolo a la producción obtenida; por eso, el indicador más empleado suele ser el coste del trabajo por unidad de producto. Ahora bien, en muchas producciones industriales el coste del trabajo es mínimo en relación con el de los medios materiales de producción y otros insumos. Incluso, una combinación de factores de producción en la que tiene bastante valor el trabajo, puede encerrar sin embargo mayor productividad que otra en que el trabajo tenga un valor menor. En suma, el intento por medir la productividad del trabajo suele resultar muy equívoco, porque en realidad lo correcto es medir la productividad total de los factores.
En bastantes de las actividades de servicios, el peso del factor trabajo es más importante que en muchas de la industria. Ahora bien, aquí surge otra cuestión. Lo que se paga a un empleado, no depende sólo de la voluntad de la empresa y del “ejército de reserva” de las personas empleables. En una sociedad desarrollada, el Estado suele tener un protagonismo importante. Distribuye su coste a través de las cargas fiscales, e interviene en la distribución de rentas y mantiene servicios públicos. Por otra parte, la retribución a los trabajadores ha de facilitar al menos su subsistencia, y ésta depende del coste de los medios para subsistir.
Por ello, autores como Michael Porter, han demostrado que la competitividad no recae sólo en las empresas, sino también en el contexto económico general. El desarrollo incrementa la interdependencia de la economía, de modo que la productividad no puede ser estimada de manera aislada. La economía está al servicio del bienestar, y para ello es importante la justicia en la distribución, y la creación de oportunidades, pero es cierto que una dimensión importante del desarrollo económico debe consistir en el progreso en productividad.
Por tanto, sigamos centrados en la elevación de la productividad, dado que el FMI ha suscitado esa cuestión. Preguntémonos cuáles son las claves que sería necesario pulsar en España para elevar drásticamente nuestra productividad. En el presente artículo nos centraremos en los factores que afectan de manera muy directa
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