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Salida De Venezuela Del G-3


Enviado por   •  30 de Octubre de 2014  •  2.177 Palabras (9 Páginas)  •  269 Visitas

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xcelentísimos señores Presidentes de Colombia y de México, amigo y hermano Andrés Pastrana; amigo y hermano Vicente fox, hoy han llegado ustedes también a casa de buenos amigos y nos llenamos de júbilo, les recibimos con profundo amor, les reverenciamos de corazón, regamos flores multicolores y perfumes por nuestra casa y unimos nuestras voces en un solo canto de fe, de esperanza, para decirles junto al bravo pueblo venezolano ¡bienvenidos hermanos, a esta casa de Simón, el leproso de Santa Marta y resucitado de América! ¡Bienvenidos, ustedes y lo que representan!

Ciertamente llegan ustedes, hermanos, en tiempos de resurrección a esta Caracas bolivariana y es que, parafraseando a Pablo Neruda, podríamos hoy decir Bolívar resucita cada cien años cuando resucitan los pueblos.

El pueblo venezolano, despertando de una larga agonía parecida a la muerte, ha venido librando desde hace más de una década una victoriosa campaña por la dignidad, por la democracia verdadera, por la paz, por la vida, gracias a un formidable e inaudito movimiento popular, acelerado y consciente, que fue capaz de derribar en paz las viejas y carcomidas estructuras políticas del siglo XX a través del proceso revolucionario constituyente, es que hoy podemos ofrecer nuestra casa, la República Bolivariana de Venezuela, para venir todos juntos a deliberar acerca del pasado y del presente de nuestra América con el fin de perfilar los difíciles caminos del siglo XXI.

¿De dónde venimos? ¿Dónde estamos? ¿Para dónde vamos? Si echamos una ojeada al pasado, sin duda que allí conseguiremos los códigos y las claves de los caminos de hoy y del mañana. Permítanme hermanos y hermanas, desplegar la bandera de Simón, el Libertador para con ella hurgar nuestros misterios, especialmente ahora cuando nos planteamos el relanzamiento del Grupo de los Tres como instrumento geopolítico para la vital unidad de nuestros pueblos. Hace 185 años Simón Bolívar escribió en nuestra vecina Kingston la célebre Carta de Jamaica, era el 6 de setiembre del año 1815 y su palabra nos llega hoy aquí, más vigente que nunca antes, habiendo sobrevivido casi dos siglos. Cito:

Yo deseo más que otro alguno ver formar en América la más grande nación del mundo menos por su extensión y riquezas que por su libertad y su gloria. Señala visionario a la Nueva Granada y a su provincia de Panamá como el corazón de la América y la capital del mundo. Dice alborozado que los mexicanos serán libres porque han abrazado el partido de la patria con la resolución de vengar a sus antepasados o seguirlos al sepulcro. Y retorcido de dolor se refiere a la heroica y desdichada Venezuela donde los que viven combaten con furos en los campos y en los pueblos internos hasta expirar o arrojar al mar a los que insaciables de sangre y de crímenes rivalizan con los primeros monstruos que hicieron desaparecer de la América a su raza primitiva.

Para continuar luego delineando su sueño, nuestro sueño qué bello sería que el Istmo de Panamá fuese para nosotros lo que el de Corinto para los griegos. Ojalá que algún día tengamos la fortuna de instalar allí un augusto Congreso de los representantes de las repúblicas, reinos e imperios a tratar y discutir sobre los altos intereses de la paz y de la guerra con las naciones de las otras tres partes del mundo.

Señores Presidentes, amigas y amigos todos, la clara conciencia unitaria bolivariana brota desde Jamaica en pleno corazón del Caribe cuando el visionario caraqueño va concluyendo su Carta que hoy adquiere rango de profecía.

«Seguramente —dice— la unión es la que nos falta para completar la obra de nuestra regeneración. Mas esta unión no nos vendrá por prodigios divinos sino por efectos sensibles y esfuerzos bien dirigidos». Y termina casi con un delirio diciendo luego que seamos fuertes entonces seguiremos la marcha majestuosa hacia las grandes prosperidades a que está destinada la América Meridional.

Entonces, las ciencias y las artes que nacieron en el oriente y han ilustrado la Europa, volarán a Colombia libre. En toda la inmensidad de este Hemisferio nunca hubo una mente tan visionaria que abarcara tanto penetrando los secretos de los siglos.

Ahora, querídisimos Presidentes, compatriotas todos de nuestra América, cuando comienza otro siglo y en buena hora hemos decidido detenernos a reflexionar sobre el destino de nuestros pueblos, necesario es que hagamos un verdadero esfuerzo no solo para interpretar sino para asumir como guía para nuestros proyectos la visión bolivariana de la integración.

El momento es crucial, no podemos equivocar de nuevo el camino. El mundo de las últimas décadas del siglo XX fue invadido por el fundamentalismo postmoderno del mercado, el cual impregnó con su inhumana ideología neoliberal buena parte de nuestros esquemas o sistemas de integración.

Cualquier proyecto de integración que solo pretenda convertirnos en un gran supermercado que se quede atrapado en el círculo perverso del economicismo, que no coloque al ser humano por encima de cualquier otra cosa, sería un proyecto para las minorías, sería un proyecto sin pueblo y por tanto, sin combustible para mover la máquina de la nueva historia y he aquí la importancia trascendental de esta reunión cumbre y del espacio que para la deliberación y el debate nos proporciona el Grupo de los Tres con la gran ventaja de que constituimos por sobre todas las cosas, un mecanismo de diálogo y concertación política.

Definitivamente, no hemos venido aquí para dejarnos arrastrar por la inercia sino para redefinir y reorientar nuestros modelos de integración. Nuestra agenda de hoy se puede enunciar con una pregunta también crucial ¿cuál debe ser el papel del G-3 en el proceso de integración de América Latina y el Caribe?

Pues bien, no dudamos en responder que dado el peso geopolítico de nuestros tres países tanto en la Cuenca del Gran Caribe como en el conjunto de países andinos y más allá, la tarea fundamental en esta hora debe ser la redefinición conceptual e ideológica de la integración de la América Latinocaribeña así como su posterior reestructuración y profundización integral.

Se trata de incorporar nuestros procesos de integración al corazón de una nueva estrategia fundamentada propiamente en nuestros más altos intereses geosociales, geopolíticos y geoeconómicos. Se trata de comenzar reconociendo la terrible evidencia de nuestras debilidades regionales.

Hoy, la América Latina sufre más pobreza que en 1980 cuando el neoliberalismo entraba en escena. Si en 1980 la pobreza alcanzaba a 37% de la población, ahora después de dos décadas, alcanza al 44%, 224.000.000 de pobres y de ellos, 90.000.000 de indigentes. La distribución del ingreso es la desigual y regresiva del mundo: el 5% de la población absorbe el 25%

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