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Sedentarismo y Actividad Deportiva en comunidades educativas: el caso del personal de ESCOM/UPIBI-IPN


Enviado por   •  14 de Diciembre de 2016  •  Trabajo  •  6.249 Palabras (25 Páginas)  •  368 Visitas

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Mesa temática: Salud en el empleo

Sedentarismo y Actividad Deportiva en comunidades educativas: el caso del personal de ESCOM/UPIBI-IPN

Adriana Berenice Celis Domínguez[1]

Instituto Politécnico Nacional

bereniceunam52@gmail.com

Enrique Torres González[2]

Instituto Politécnico Nacional

etg_mx@yahoo.com.mx

Resumen

“El deporte es vida, es salud”, “Actívate con estilo”, “Hacer más, sentirse mejor, vivir más tiempo”, son algunos de tantos slogans que llaman a movilizar el cuerpo como una estrategia para prevenir las enfermedades de la civilización; sin embargo, la implementación de dicha estrategia no es tan simple ni tan rápida como puede resultar su escritura; y es que hoy se vive avasallado por un estilo de vida que ha depositado en la posición sedente el punto de anclaje de múltiples actividades cotidianas, entre las que se encuentran las laborales.

El caso que se reporta es una aproximación inicial sobre cómo el componente laboral puede constituirse en agente nocivo para la salud del trabajador de la Escuela Superior de Cómputo (ESCOM) y la Unidad Profesional Interdisciplinaria de Biotecnología e Ingeniería (UPIBI), del Instituto Politécnico Nacional (IPN), y la potencialidad de la actividad deportiva como agente preventivo de enfermedad . Los resultados arrojan que los trabajadores permanecen sentados por exigencia del puesto de trabajo; así como que la falta de tiempo para formulación y entrega de ciertas tareas, se constituye en un detonador de estrés cuyos efectos se asocian a la presencia de trastornos del sueño.

De igual forma se identifica la ausencia de medidas preventivas, por parte de los trabajadores, para cuidar su cuerpo tanto al momento de utilizar la PC y dispositivos móviles, como durante la práctica de algún tipo de actividad deportiva.

Situación Problemática.

La tecnología es un elemento central del “aquí” y el “ahora”; por lo que se define como una serie de prácticas más allá de matriz de máquinas y dispositivos con los cuales parcialmente se le representa (Franklin, 1999); provoca la tentación del automatismo, nos deja la sensación de “salvarnos” del trabajo, por lo que se determina su éxito, a partir de una significativa utilidad por cuanto a la eficiencia e inmediatez que le imprime a diversas tareas profesionales, fortaleciendo la tendencia a diseñar puestos de trabajo en los que la computadora, una silla y un escritorio se constituyen en herramientas de trabajo indispensables y en donde el cuerpo de los trabajadores es sometido a permanecer sentado por varias horas al día.

Sin embargo, esta somera descripción desde un discurso fines-medios de las tecnologías dentro del ámbito laboral, excluye los efectos en la salud de los trabajadores tras pasar una cantidad significativa de horas en inmovilidad sedente dentro de las jornadas laborales; de hombre sedente se transitó a hombre sedentario, haciendo evidente un descuido –consciente o inconsciente, obligado o voluntario – del cuerpo aproximándolo hacia una dimensión mercantil del mismo (Muñiz, 2010), un cuerpo avasallado por el estrés así como por tiempos limitados y deficientes de descanso, sometido a malas posturas adoptadas al momento de utilizar tanto la computadora como los móviles, y sujeto a una escasa actividad deportiva, factores  que en suma y en interacción compleja son causantes de enfermedades de la opulencia o a la civilización, y que encuentran su expresión en obesidad, diabetes, cáncer y problemas cardiovasculares; sin olvidar, los severos impactos en la salud mental detonantes de depresión y ansiedad. (Campillo, 2010); (Capra, 1992); (Márquez; Rodríguez; De Abajo, 2006).

En cifras, México reporta que el 70 % de los trabajadores mexicanos padece estrés en algún grado; 450, 000 dependen de alguna droga y 37 millones sufren trastornos del sueño, (IMSS/STPS, 2014). Si bien, existen avances significativos en torno a la importancia de la actividad deportiva, del cuidado de la dieta así como de lo significativo que resulta el descanso en el bienestar del trabajador, es necesario reflexionar sobre cómo el componente laboral impactado por las TIC, se constituye en sí mismo en un agente nocivo para la salud de los trabajadores, al promover hábitos perniciosos en comunidades educativas, particularmente en el personal docente y administrativo de dos unidades académicas del Instituto Politécnico Nacional (IPN): la Escuela Superior de Cómputo (ESCOM) y la Unidad Profesional Interdisciplinaria de Ingeniería y Biotecnología (UPIBI), en una reflexión cuyo reto es indagar los efectos de la tecnología más allá de los medios-fines.

Cuerpo, salud y enfermedad: unicidad fragmentada.

Antes del 1500 de nuestra era, en Europa – y en la mayoría de las demás civilizaciones – predominaba una visión orgánica del mundo y de la ciencia, que posicionaba al hombre como figura central de la creación divina; sin embargo, tras la Revolución Científica iniciada por Copérnico – en la que intervinieron grandes pensadores como Galileo, Descartes, Bacon y Newton – la vanidad humana comienza a recibir sendos golpes[3], lo que provocó cambios en su relación con el universo, así como sobre la idea que tenía de sí mismo. Su espíritu científico – otrora destinado a la comprensión del orden natural y la vida en armonía con ese orden, de forma integrada y hasta ecológica – se sustentó en una necesidad de autoafirmación, de control de la naturaleza. El conocimiento científico dejó atrás el concepto antiguo tierra-madre para transitar hacia el dominio y control de la naturaleza, a través de su fragmentación y en cuya descripción, empleando el lenguaje matemático, se aplicó la metáfora  mundo/máquina.

Con Descartes, la percepción inconexa mente – cuerpo, es formalmente declarada. En El Cogito – nombre que se le da hoy al método cartesiano – Descartes expone que en tanto la razón era más cierta que la materia, la mente y el cuerpo eran entes separados y básicamente distintos; esta división fundamental entre el pensamiento o res cogitans, (substancia pensante), y  la materia o res extensa, (substancia extensa);[4]  quedo fuertemente arraigada en el pensamiento occidental justificando por un lado, percepciones alrededor del cuerpo y la construcción de una corporalidad que nos conduce a mirarnos a nosotros mismos como egos aislados “dentro” de nuestro cuerpo, con una marcada valoración del aspecto intelectual sobre el manual (Capra, 1992), y por otro, una fuerte tendencia a la enajenación del mismo, a partir de una serie de creencias construidas y reforzadas sobre las diferencias entre el cuerpo propio y el impropio (Wolf, 1992), de introyección más profunda en las mujeres pero no ajeno a los hombres.

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