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Sobre la Muerte de Castro.


Enviado por   •  26 de Marzo de 2017  •  Reseña  •  410 Palabras (2 Páginas)  •  107 Visitas

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En enero de 1959, Cuba era un pueblo harto de los abusos de la corrupción de un gobierno dictatorial, servil y antipopular (OJO MÉXICO), estaba cansado de ser el “traspatio” de los americanos. No es de extrañar que un líder de la naturaleza de Fidel Castro, haya tenido el apoyo popular mayoritario (que no totalitario) del pueblo cubano para tomar el poder. Su muerte, es el fin de una era, es la cuenta regresiva de la generación de los baby boomers, y representa en la mística personal de cada uno de nosotros ALGO: Alegría, euforia, tristeza, nostalgia, duda, alerta… y digo en cada uno, porque revisando el Facebook, mi muro de noticias se convierte de pronto en el ejemplo de la promiscuidad de ideas con la que convivimos en este siglo. Es curioso como al pasar la página, alterna mensajes de duelo profundo, de extrañeza y de alegría. Agradezco que mi muro de noticias no sea totalitario. Con Fidel Castro, muere una época de utopías mal llevadas, muere un indiscutible líder carismático (aunque me linchen) que luchó contra el totalitarismo de una nación solo para imponer dentro de los cotos del Mar caribe, su propio régimen totalitario. Ya saben lo que decía el dulce Maquiavelo del poder absoluto. Sí me llama la atención la facilidad con la que sus odiadores le atribuyen poderes sobrenaturales, culpándolo de todos los males de America Latina, y eso me apunta a que en verdad no era un ser humano común y corriente, incluso desde el punto de vista de la cábala de lo sobrenatural, ¿quién demonios se salva de más de 600 intentonas de atentado? Les tengo una noticia: Es muy difícil que la abulia que encierra los muros del malecón permitan que esto signifique un cambio radical en Cuba, hace tiempo que la veneración de los izquierdista hacia la figura de Fidel, está enfocada en lo que fue alguna vez, y no en el anciano que habitaba el actual plano histórico, así que esas manifestaciones de euforia del Versailles todavía tendrán que esperar delante del horno de la dialéctica para que la espiral se mueva. Su muerte es solo la constatación del paso del tiempo, es la prueba de lo iguales que nos volvemos en los extremos de la vida. Para bien o para mal, murió el último de los estadistas del siglo XX. Eso sí, debe haber muerto muy feliz, pensando que ahora si, Estados Unidos estaba maldito por sus propias decisiones.

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