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Sobre la empatía


Enviado por   •  1 de Noviembre de 2017  •  Ensayo  •  1.081 Palabras (5 Páginas)  •  264 Visitas

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Sobre la empatía

“Haz a los demás todo lo que quieras que te hagan a ti” (Mateo 7:12). Está máxima moral de la religión cristiana se había redactado de manera similar, casi dos milenios antes del nacimiento de Jesús, en las tierras bañadas por el Nilo: la historia de Maat, la diosa egipcia de la verdad y la justicia. También en las fértiles planicies del noreste de China, cinco siglos antes que el ángel Gabriel visitara a María, Confucio, tal vez uno de los primeros profesores profesionales al renunciar a su vida de funcionario público frustrado por el comportamiento de los líderes políticos, enseñaba esta máxima para sostener la estructura moral de su sociedad. En este mismo tiempo pero en el piedemonte Himalayo, Siddhartha Gautama (Buda) hacía de este principio uno de los pilares del budismo frecuentemente citado en el Tripitaka, su texto sagrado. Y seis siglos después que Poncio Pilatos renunciara a su deber de administrar justicia, Mahoma le decía a un Beduino que le pedía iluminación para ir al cielo, “como quisieras que la gente te hiciera, haz con ellos; y lo que no te gusta que hagan, no les hagas”.

En una sociedad global multi-religiosa, este principio conocido como la “Regla de Oro” superó el entorno religioso que lo cultivó durante milenios: haz a los demás (incluyendo cristianos, taoístas, budistas, musulmanes, etc.) lo que quieras que ellos (musulmanes, etc.) te hagan a ti. Despojado de la protección dogmática provisto por las estructuras religiosas, esta máxima moral encontró en la academia la valiosa crítica de los eruditos: si yo le hago a los otros lo que yo quiero que me hagan a mí ¿qué sucede si lo otros tienen diferentes gustos? Y como sucede cuándo hay libertad de deliberación, la “Regla de Oro” se enriqueció a través de una palabra fonéticamente tan agradable como en sus efectos poderosa, la empatía. Ésta no es esa conexión “mística” casi romántica que hace que dos personas se sientan atraídos, ni tampoco remplaza un sentimiento de atracción-repulsión hacia otra persona (orgullo, admiración, decepción, desagrado etc.). La empatía es la “capacidad para identificarse con alguien y compartir sus sentimientos” (RAE). En términos prácticos es sentir las emociones de otro ser humano al ponerse en sus zapatos.

La ética humanista incorpora en la “Regla de Oro” la empatía como el principal insumo para tomar una decisión de hacer o no hacer: haz a los demás lo que, después de ponerte en sus zapatos y compartir sus sentimientos, causaría el mayor bien (o el menor mal). Esta redefinición implica un proceso racional para evaluar la relación entre el hecho, el acto personal y la consecuencia (al respecto reitero mi posición en la anterior columna de privilegiar la evidencia científica como principal insumo, pero la mayor parte de la veces el sentido común es suficiente).

Hacer lo contrario y causar “el mal”, no necesariamente implica ausencia de empatía. Claramente puede haber falta de empatía cuándo no hay conexión emocional (un padre que ve a su hijo llorar pero él lo percibe contento y no hace nada). Pero muchas veces es la ignorancia la que causa el “mal” al emprender acciones inapropiadas para producir el “bien” (el padre ve llorar a su hijo, considera que tiene frio y lo desnuda para que el calor de sus cánticos lo abriguen). Y por supuesto la decisión consiente de causar el mal, incluso usando la empatía para ponerse en los zapatos de la otra persona y causarle el mayor dolor posible con la acción más apropiada (los padres saben que el niño tiene frio y le echan agua fría del refrigerador).  

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