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¿Somos quienes nos rodean?


Enviado por   •  7 de Diciembre de 2020  •  Ensayo  •  3.149 Palabras (13 Páginas)  •  247 Visitas

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¿Somos quienes nos rodean?

¿Qué tanta verdad contiene el dicho “Dime con quién andas y te diré quién eres”?

Dentro del campo de estudio de la psicología es posible hallar la psicología social, la misma que estudia las relaciones intergrupales: las causas y consecuencias de las acciones y la percepción de los individuos y colectivos respecto a ellos mismos y respecto a las otras personas. Para esto se suele clasificar a los humanos en grupos de acuerdo con su pertenencia, la misma que va de acuerdo con la autoidentificación personal y cultural. Según Ovejero, un grupo se puede definir como el conjunto de dos o más personas que interactúan entre sí, de forma tal que cada una influye y es influida por las demás. Para que pueda ser considerado como grupo, estos comportamientos deben persistir durante un cierto período de tiempo, lo cual genera consolidación de sus miembros con base en una estructura sustentada en que los individuos tienen uno o más objetivos comunes. (2013, p. 93). Los sociólogos suelen emplear grupos de referencia como estándar para la evaluación de los individuos con el fin de evaluar y determinar sus características y atributos psicológicos y sociológicos.  En 1968, Robert K. Menton estableció por primera vez que las personas se comparan con otras que forman parte de su grupo de pertenencia, pero poseen una posición social a la que aspiran. En 1977, Albert Bandura estableció que las conductas dentro de cada grupo son influenciadas por el contexto macrosocial, donde el aprendizaje se basa en la observación y los procesos de mediación (o la codificación de comportamientos), lo que, a su vez, supone la convergencia de procesos psicológicos y societales, ya sean políticos, económicos, históricos y culturales. Ambas posturas convergen bajo el nombre de “Teoría de los grupos de referencia o del aprendizaje cognoscitivo” y en síntesis establece que la identidad psicológica de cada individuo se da como el resultado de la interdependencia entre condiciones y emociones de los seres humanos en su afán por significar las relaciones sociales. Por tanto, podemos identificar una doble dimensionalidad: Una individual y una social. Ambas nos hacen únicos, pero son conformadas por características compartidas con los semejantes de nuestro grupo … Entonces, ¿hasta qué punto es cierto que somos quienes somos por las demás personas?

En este ensayo se analizará la teoría de que los seres humanos tomamos como referencia el entorno social al momento de establecer nuestro pensamiento y comportamiento desde un enfoque al individuo, luego a las relaciones entre grupos y finalmente las relaciones entre mayorías y la influencia de los grupos respecto a otros al generalizar comportamientos racistas.

Ahora bien, contrario al pensamiento generalizado de que las personas siempre deseamos formar parte de un grupo, no todos los individuos se sienten a gusto de esta manera. Existen sujetos a quienes se les dificulta las relaciones sociales, ya sea por rasgos de su personalidad o por alguna patología específica, tal es el caso que incluso pueden presentar conductas retraídas, cuadros de ansiedad frente a lo desconocido y en ocasiones hasta miedo a otras personas. Este cuadro de comportamiento es conocido como “inhibición social”. Según Kagan, Reznick, Clarke, Snidman, & Garcia-Coll, generalmente se asume que existe una tendencia a que la inhibición sea producida por la carencia de experiencias pasadas, ya sea porque el individuo no se haya enfrentado varias veces a estos eventos o porque los eventos fueron desagradables para él. (1984, p. 2213). Expuesto de otra manera, alguna experiencia traumática puede generar en la persona estímulos intensos, nuevos o aversivos que conllevan la suspensión de conductas o emociones. Este fenómeno genera además que los sujetos realicen sus tareas con menor empeño cuando realizan una tarea en grupo a cuando la realizan individualmente, de tal forma que cuanto más rodeado de personas se encuentre la persona, mayor será su esfuerzo por adaptarse y menor su desenvolvimiento.

Aun cuando existen personas a las que les cuesta desenvolverse en público, estas representan un porcentaje pequeño de la población. Lo que tiende a pasar al encontrarnos en un grupo grande con varios semejantes es que solemos poner más empeño en las tareas que realizamos (y que conocemos previamente) para poder destacar entre los demás, desencadenando las denominadas “respuestas dominantes”. Así, es posible que la presencia de otras personas de lugar a dos efectos: Coacción (cuando existe cierta competencia) o el efecto de audiencia (cuando estamos siendo observados). “Este aumento en el nivel general del impulso o activación incrementa la emisión de respuestas dominantes que son las acciones que con mayor probabilidad emitirán los sujetos en una situación dada.” (Caamaño, 2001, p. 173). Esto ocurrirá en mayor medida cuando se realizan actividades de capacitación, deportivas, artísticas o recreativas. Básicamente, es por esto por lo que, además de la motivación pecuniaria, los encargados de actividades deportivas realizan constantemente campañas para que las personas acudan como espectadores a los juegos. Se busca con esto que el desempeño de los jugadores sea mayor. Aunque esto no sucede únicamente por la motivación y es que tenemos, por un lado, el que la presencia de otros aumenta sus niveles de atención y concentración; por otro lado, la competencia desplaza el punto de comparación del jugador de sí mismo hacia su (s) contrincante (s), por lo cual, encontrará o satisfacción por tener un mejor juego o se encontrará estableciendo nuevas metas en sus entrenamientos para poder superar el nivel atlético que posee.

De la misma forma que se necesita apoyo de nuestros relativos para poder sobrevivir en el mundo, también requerimos de nuestros semejantes para poder vivir, es así como cada persona suele tener objetivos para su bienestar individual claros. “Pero, por lo general, los individuos tienen intereses en común y es frecuente que se propongan alcanzar un objetivo específico. Por lo tanto, es conveniente que el interés que tengan en común sea suficientemente fuerte como para que lo interioricen, se hagan cargo de él y para que, de interés en común, se convierta en interés común.” (Acosta, 2011, p. 50). De esta manera, aunque cada uno de los miembros posee sus propias motivaciones, en principio, diferentes entre sí, al identificar intereses en común se tiende a contribuir con los intereses de los demás llegando incluso a formar y fortalecer lazos, por lo cual, cuando un grupo con integrantes diversos se reúne por primera vez, de forma no casual, estos suelen pasar de un agrupamiento anónimo a la de grupo, para más tarde poder llegar a una situación de equipo. Si queremos representar dicha situación nos basta con poder reflexionar respecto a la eficacia de los grupos de rehabilitación AA frente a la eficacia de la rehabilitación por motivación endógena (como propósito personal de la persona); en general, aunque sea una práctica poco validada científicamente, se espera y se refleja un mayor porcentaje de recuperación en terapias grupales gracias a la teoría del ayudante bajo la cual se asiste al adicto de manera directa, pero no sólo se beneficia él sino también su padrino y de forma más general, el resto de los integrantes desarrolla cierto sentimiento de empatía al compartir sus experiencia, aprender y apoyarse mutuamente.

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