Superacion Personal

Cuando yo estaba pequeño, cuando estaba de vacaciones en Chimichagua, mi padre me enseñó una lección que hasta el día de hoy nunca he olvidado…Al llegar me preguntó si yo confiaba en mí, yo le dije que sí. Después de dos días me invitó a cruzar en chalupa la Ciénega de Zapatosa, al principio me alegró la idea y quería disfrutar de esa nueva experiencia, pero para subir a la chalupa teníamos que cruzar un tablón largo y mi padre pasó primero, luego desde el otro lado empezó a extender sus manos y a llamarme pero en realidad me estaba muriendo de miedo…no quería subir….miraba a mi padre y no sabía si en dado caso, si perdiera el equilibrio, él vendría en mi auxilio…sabía que me amaba como todo buen padre, pero no estuve seguro si me podría ayudar….al ver mi indecisión fue a buscarme, me tomó de las manos y a la mitad del camino me soltó…pero estuvo allí en cada paso que daba pendiente del menor indicio de un resbalón, para así poderme sujetar de nuevo, devolverme el equilibrio y permitirme andar solo. Cuando ya estuve del otro lado me formuló la siguiente pregunta ¿Si confiabas en ti mismo, por qué no cruzaste? Y le contesté que no sabía si él me sujetaría. A lo cual me replicó: “Si tan solo aprendieras a confiar en los que te aman, confiarías en ti, y solo así podrías tomar decisiones que te podrían hacer feliz….si no confías en aquellas personas que en verdad te aman, siempre tendrás miedo y nunca creerás que eres lo suficientemente bueno para permitir que la vida te ofrezca lo mejor” En ese momento no comprendí lo que me quería decir mi padre, hasta que al crecer entendí que a pesar de nuestras imperfecciones, a pesar de los problemas más grandes, tenemos que aprender a confiar en aquellos a quienes amamos de verdad, aprender a confiar en ellos y no temer que “nos soltaran para que resbalemos y caigamos en la angustia”, sencillamente porque confiamos en ellos…

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