Síntomas y efectos derivados del consumo
Enviado por roger_floyd • 12 de Julio de 2013 • 3.249 Palabras (13 Páginas) • 469 Visitas
El cánnabis es una sustancia psicoactiva tomada del cáñamo (Cánnabis sativa o ‘cáñamo cultivado’; Cannabis indica o cáñamo de la India). A sus flores (o cogollo) se les llama en la jerga marihuana, y en su forma resinosa se llama hachís.
La forma más usual de consumo es en forma de cigarrillo liado a mano: en estos casos se usan directamente los cogollos, secos y desmenuzados, o bien el hachís mezclado con tabaco rubio o negro. Otros métodos incluyen el uso de pipas comunes Tambien conocidos como hitters y de narguiles o cachimbas (pipas de agua) para fumar el cánnabis mientras se enfría el humo o en el caso de los bongs quitando el alquitrán o las impurezas no deseadas.
La posología es variable, como es natural, y depende del género consumido y de la persona, si bien algunos expertos en su consumo informan que no se registra intoxicación letal alguna (ni siquiera intoxicación aguda) por vía respiratoria. La intoxicación aguda por vía digestiva requiere grandes cantidades del producto.
Síntomas y efectos derivados del consumo
La literatura acerca de los efectos psicoactivos del cánnabis no es unánime, y la descripción de los síntomas que produce su consumo, así como la valoración de las consecuencias a corto, medio y largo plazo varía enormemente en función de la actitud general que se toma ante esta droga. Así mismo, el análisis de tales posiciones debe inscribirse en la polémica prohibición/legalización (o derogación de la prohibición) que rodea a esta substancia psicotrópica y a otras. Desde esta perspectiva, los supuestos efectos negativos descritos son discutidos por la experiencia cotidiana de aquellos consumidores que tras largos periodos de consumo habitual no ven su salud afectada.
Los efectos subjetivos inmediatos varían dependiendo de las expectativas del sujeto, de la concentración del principio activo y del ambiente en que la sustancia sea consumida. Los efectos suelen aparecer de manera inmediata, y alcanzan su apogeo a la media hora y terminando en aproximadamente dos horas.
Según los defensores del consumo de marihuana, no sería una droga solamente euforizante, si no más bien visionaria, y en ocasiones los sujetos describen estados de exaltación. Como norma general el sujeto se ve envuelto en un estado de ensoñación placentero. El tiempo subjetivo se ralentiza y la memoria a corto plazo empeora. Quienes defienden su consumo recreativo[2] afirman que los colores, los sonidos y las percepciones espaciales pueden distorsionarse y “mostrar aspectos de lo cotidiano hasta el momento desapercibidos”. El apetito aumenta, los colores pueden parecer más brillantes, los sonidos más intensos. La marihuana generalmente alivia la tensión y aporta una sensación de bienestar en muchos de los que la consumen; aunque en otros casos la experiencia es desagradable, y el sujeto puede padecer náuseas o reacciona vomitando (sin que por ello se reduzca así el principio activo), en cuyo caso la experiencia, lejos de ser buena, resulta altamente negativa y el sujeto no vuelve a probar la sustancia. Otro efecto es la generación de suspicacia hacia uno mismo. Desde un punto de vista social, produce desinhibición e hilaridad, aunque los estados de ánimo tienden al contagio y puede provocar silencio general y amodorramiento, siendo utilizada también para las actividades sexuales o la introspección.
El cánnabis es psicoactivo, esto quiere decir que cambia el funcionamiento del cerebro, dependiendo de la cantidad de THC contenida. Puede inducir a la sociabilidad, así como al recogimiento; de cualquier manera, puede generar la sensación de incremento de la percepción visual y auditiva, dependiendo de la variedad e incluso de la planta en concreto ingresada al organismo. En general se admite que los efectos de dicha sustancia se adaptan a las expectativas del sujeto.
Los autores críticos con el consumo de esta sustancia afirman que las personas que consumen grandes cantidades de marihuana pueden volverse confusas y desorientadas. Según sus detractores puede desarrollar una psicosis tóxica[cita requerida], no sabiendo el sujeto quién es, dónde está o qué hora es. Los esquizofrénicos están especialmente predispuestos a estos efectos, sin embargo no existe probada evidencia [cita requerida] de que la esquizofrenia puede empeorar con el uso de marihuana. En este sentido, científicos australianos han investigado la relación entre la conducta neuropsicológica y el consumo de cannabis en esquizofrénicos, y han concluido que el uso de cannabis en la esquizofrenia está asociado a una mejoría del funcionamiento cognoscitivo. Según sus detractores los consumidores de marihuana son más propensos a presentar anhedonia, desorganización cognitiva e impulsividad-agresividad, algo que rara vez coincide con la realidad y la experiencia de los usuarios de esta droga; Ocasionalmente, pueden producirse reacciones de pánico, sobre todo en los consumidores noveles[cita requerida]. Otros efectos incluyen taquicardia y boca seca.
Una característica de los efectos del consumo de psicotrópicos como la marihuana es el conocido como síndrome amotivacional, estudiado primeramente por R. H. Schwartz,[3] caracterizado por abulia, apatía, pasividad, indiferencia o irritabilidad, dificultad atencional y fatigabilidad fácil.
Es controvertida la afirmación de que el consumo intenso y prolongado de marihuana pueda tener efectos similares a los del tabaco sobre los pulmones[cita requerida]. También se discute en qué medida el hábito de fumar cannabis aumenta el riesgo de bronquitis. Por otro lado, el aumento de la incidencia de enfisemas no ha sido probado en consumidores de marihuana no mezclada con tabaco, y un estudio reciente de un laboratorio de la Universidad de California en Los Ángeles concluyó que el hábito de fumar marihuana no aumenta el riesgo de cáncer de pulmón.[4] Otros autores opinan que, aunque el riesgo de cáncer de pulmón sí se incrementa, al no contener alquitrán el riesgo es notablemente inferior que el del cigarrillo estándar. Cabe aclarar que estos riesgos (ya sean reales o supuestos) se refieren exclusivamente al hábito de fumar cannabis, que es la forma de consumo más habitual, y no se aplican al consumo por ingestión ni por vaporización.
La postura antiprohibicionista afirma que si bien el consumo de marihuana desarrolla tolerancia, es decir, que en posteriores tomas inmediatas es necesario aumentar la dosis para conseguir los mismos efectos, los efectos de la abstinencia son muy leves en comparación con otras drogas, lo que permite revertir esa tolerancia y hacer que el consumo de marihuana sea controlable por el sujeto, siendo su potencial adictivo escaso.[5] Desde esta perspectiva también se afirma que la dependencia física de la marihuana no ha sido demostrada de modo fehaciente,
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