Texto: “El imaginario social instituyente”
Enviado por Diana Porras • 31 de Agosto de 2016 • Documentos de Investigación • 2.217 Palabras (9 Páginas) • 489 Visitas
FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS
Departamento de Comunicación Social
Licenciatura en Comunicación Social
Texto: “El imaginario social instituyente”
Autor: CASTORIADIS, C.
En: Zona Erógena Nº35. En www.educ.ar.
1 ¿Por que plantea el autor al pensamiento como histórico-social?
2 ¿cual es la relación que establece entre individuo y sociedad?
3 ¿Como explica a la idea de sociedad como autocreación?
4 ¿Cual es la relación entre las instituciones y las significaciones imaginarias?
5 ¿A que alude el autor cuando afirma que el psiquismo humano está “defuncionalizado”?
6 ¿Qué diferencia se puede establecer entre el concepto “imaginación radical” y la idea de imaginación como engaño?
JTP: Psi. Roberto E. Álvarez
Abril 2016
La imaginación es una función del alma (e incluso del cerebro). Esa función consiste, entre otras cosas, en transformar las masas y energías en cualidades.
Nosotros reagrupamos estas determinaciones del flujo representativo (más comúnmente, del flujo subjetivo, consciente o no consciente) en una potencia, una dunamis, diría Aristóteles, un poder-hacer-ser adosado siempre sobre una reserva, una provisión, un plus posible. La familiaridad inmediata con este flujo suspende la sorpresa frente a su existencia misma y a su extraña capacidad de crear discontinuidades al mismo tiempo que las ignora al enlazarlas.
Este último aspecto, el salto, lo inesperado, lo discontinuo, es el lugar por el cual se acuña la potencia creadora de la imaginación.
Y es exactamente este mismo aspecto -los saltos, las rupturas, las discontinuidades- el que durante milenios los hombres han imputado a la intervención de un espíritu o de un dios.
El grado de dificultad en lo referente al imaginario social instituyente es otro. La idea de que existirían sedes de creación en el todo colectivo humano, más exactamente: que todo colectivo humano sería una sede tal, que se extendería en un campo de creación englobador, que incluiría los contactos y las interacciones entre los campos particulares pero sin ser reducible a ellos, parece inaceptable o absurda. En este rechazo juegan principalmente dos factores: por un lado, la limitación de la ontología heredada a tres tipos de seres -la cosa, la persona, la idea. A partir de allí nos volvemos ciegos frente a la imposibilidad de reducir lo social histórico a una colección o combinación de estos tres tipos de seres. Por otra parte, la idea de creación. Esta (que sin embargo forma parte de la experiencia de cada uno, si prestamos atención al flujo de nuestras representaciones) parece increíble.
Es imposible no tomar en cuenta lo social histórico, tanto para la filosofía como para el psicoanálisis. Por el lado de la filosofía, la discusión puede ser breve. Comienzo por un aspecto al parecer específico: el del lenguaje. La filosofía, y el pensamiento en general, no pueden existir sin el lenguaje -o al menos, sin fuertes lazos con éste. Pero toda producción primordial, individual o contractual, del lenguaje es un absurdo histórico y lógico.
El lenguaje no puede ser otra cosa que la creación espontánea de un colectivo humano. Lo mismo es cierto para todas las instituciones primordiales, sin las cuales no hay vida social, por lo tanto tampoco seres humanos.
El pensamiento es esencialmente histórico, cada manifestación del pensamiento es un momento en un encadenamiento histórico y es también su expresión. De la misma manera, el pensamiento es esencialmente social, cada una de sus manifestaciones es un momento del medio social; procede, actúa sobre él, lo expresa, sin ser reducible a ese hecho.
Lo que nos obliga a tomar en cuenta lo social histórico es el hecho de que constituye la condición esencial de la existencia del pensamiento y la reflexión. Es una condición intrínseca, una condición que participa activamente de la existencia de aquello que condiciona. Es para el pensamiento del mismo orden que la existencia de la psique singular. La psique no alcanza para que haya pensamiento y reflexión, pero es parte de ambos. Lo que llamé condición intrínseca pertenece a lo que está también expresado por lo condicionado.
En cuanto al psicoanálisis, el individuo que éste encuentra es siempre un individuo. No encontramos nunca individuos psicosomáticos en estado puro. Yo, superyo, ideal del yo, son impensables, salvo en tanto productos (a lo sumo, co-producidos) del proceso de socialización. Los individuos socializados son fragmentos hablantes y caminantes de una sociedad dada; y son fragmentos totales; es decir que encarnan el núcleo esencial de las instituciones y de las significaciones de su sociedad. No hay oposición entre el individuo y la sociedad, el individuo es una creación social, a la vez en tanto tal y en su forma social histórica dada cada vez. La verdadera polaridad es la polaridad sociedad/psique. Sociedad y psique son a su vez irreductibles una a la otra, y realmente inseparables. La sociedad como tal no puede producir almas. Una asamblea de individuos, por el contrario, puede producir una sociedad ya que esos individuos ya están socializados.
Los efectos de la socialización están inextricablemente entramados con la psique que sí existe en la realidad efectiva.
La sociedad es creación, y creación de sí misma autocreación. Es la emergencia de una nueva forma ontológica -un nuevo eidos- y de un nuevo nivel y modo de ser. Es una cuasi totalidad cohesionada por las instituciones (lenguaje, normas, familia, modos de producción) y por las significaciones que estas instituciones encarnan (tótems, tabúes, dioses, Dios, polis, mercancía, riqueza, patria, etc.). Ambas -instituciones y significaciones- representan creaciones ontológicas. En ningún otro lado encontramos instituciones como modo de relación que mantengan la cohesión de los componentes de una totalidad.
Y en ningún otro lado encontramos significación, es decir, el modo de ser de una idealidad efectiva y actuante, de un inmanente imperceptible.
Hablo de autocreación, no de autoorganización. En el caso de la sociedad, no encontramos un ensamblado de elementos preexistentes, cuya combinación podría haber producido cualidades nuevas o adicionales del todo. Los cuasi (o pseudo) elementos de una sociedad son creados por la sociedad misma. De este modo, la sociedad es siempre auto-institución.
La sociedad como tal es autocreación; y cada sociedad particular es una creación específica, la emergencia de otro eidos en el seno del eidos genérico sociedad.
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