Texto pictórico. El texto cómico
Enviado por Juanjo Laguado • 9 de Septiembre de 2015 • Biografía • 1.165 Palabras (5 Páginas) • 243 Visitas
Texto pictórico
Es considerado actualmente que las imágenes son textos, es decir que se pueden leer. En este sentido, toda imagen posee una estructura semántica y una estructura sintáctica. Sería muy amplio explicar aquí las teorías de las cuales se nutre esta idea, pero lo que te puedo decir es que así como con el alfabeto se forman palabras y con las palabras oraciones y con las oraciones ideas y con las ideas conceptos, con las imágenes sucede algo similar, los elementos formales de ésta como son luz, color, composición, referencialidad, forman un enunciado que se puede leer visualmente, esto se hace con el fin de comprender el uso que el autor hace de dichos elementos y lo que quiso decir y lo que realmente dice el cuadro.
Ejemplo: En el caso del texto pictórico, este obedece a una necesidad particular y personal de expresión, en donde no se desea convencer a nadie de nada. Este tipo de texto puede ser diacrónico (apelar a las emociones a través del tiempo). El texto pictórico es producto del estilo, diseño, técnica y estrategia de una persona a la que se le considera artista plástico, a diferencia del anterior, que es realizado por un diseñador gráfico y un comunicador o publicista. Un texto pictórico puede ser cualquier pintura de cualquier artista: como Botero (que plasma gente pasada de peso, pero no quiere convencer a nadie del beneficio o perjuicio de la obesidad).
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El texto cómico
Entenderemos por texto cómico, a grandes rasgos, aquel que persigue provocar la risa o suscitar la sonrisa, produciendo en este último caso una comicidad atenuada, mezclada con sentimientos de simpatía, ternura, etc.
El texto cómico exige constante capacidad de innovación, de originalidad para provocar la sorpresa. En la literatura cómica cada autor es una isla, un individualista que nunca crea escuela, que carece de seguidores, al no valer para la risa fórmulas ni recetas. Cuando lo cómico busca convertirse en género pierde su encanto, su frescura. Carlos Bousoño ha destacado cómo la literatura burlesca se anticipa, a veces en muchos siglos, en el descubrimiento de procedimientos novedosos, a la literatura seria.
Esta clase de textos ha de conjugar asimismo dos técnicas complementarias: el énfasis, que implica procedimientos de selección, exageración y simplificación y, en las formas superiores de la risa, la economía (inteligentes insinuaciones o alusiones oblicuas que eviten el ataque frontal).
En el texto cómico el tono surge normalmente de un marcado contraste entre lo que se cuenta y el cómo se cuenta. Lo ideal para la risa es una momentánea anestesia del corazón , es decir, la ausencia de implicación emocional en el lector, la falta de compasión hacia la víctima del ataque ridiculizante (cuando alguien sufre una caída, la risa surge espontánea en los espectadores, siempre que estos no dejen intervenir a la compasión). El personaje cómico ha de estar lleno de raras manías y ridiculeces, ante las que el lector pueda sentirse superior («Soy mejor que él, no tengo sus defectos»). El fin del texto cómico es lograr la máxima distanciación evitando a cada instante la identificación del lector, pues si se conoce demasiado a un personaje cabe simpatizar con él («Soy como él»), ya que nadie se ríe de aquello que admira. Don Quijote hacía llorar de risa a sus contemporáneos porque era un sujeto extraño, estrafalario y chocante con el cual no cabía identificación posible.
En general, la risa suele surgir a través de: personajes inverosímiles, muy tipificados y nada psicologizados; el narrador omnisciente, que observa a sus criaturas con malicia y frialdad, desde fuera, como si fuesen marionetas; la suma de incongruencias (visuales, conceptuales o lingüísticas); lo superficial frente a lo profundo (la crítica acusa a menudo al texto cómico de falta de profundidad, cuando es algo casi consustancial crítica acusa a menudo al texto cómico de falta de profundidad, cuando es algo casi consustancial al mismo); el dinamismo frente a la parsimonia; la levedad frente a lo pesado; lo intelectual frente a lo emotivo...
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