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Trata De Blancas


Enviado por   •  15 de Agosto de 2013  •  3.628 Palabras (15 Páginas)  •  233 Visitas

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Ejemplo de Testimonios de Víctimas de la Trata*

Historias compartidas por víctimas sobrevivientes de la trata

Una nueva esperanza

Patricia es una chica altiva, segura en la expresión de sus ideas, se preocupa por su apariencia física, siempre está bien peinada, con su ropa bien puestecita, utiliza un maquillaje suave y natural, sus ademanes son delicados, camina esbelto, con movimientos suaves que ondulan su cuerpo, ríe cuando está nerviosa, utiliza como muletilla la expresión "hay no mami"; tiene el cabello largo y liso, se lo recoge con frecuencia.

Patricia tiene hoy 21 años y desde los 12 fue víctima de explotación sexual; la niña es vendida, trasladada con engaños a Bogotá y negociada por un grupo de traficantes quienes la llevan a un apartamento lujoso donde hay otras tres niñas, una de diez años vestida de colegiala, y unos hombres quienes realizan la compra de las niñas.

"Recuerdo que no había una noche en la que mi mamá no llorara apretando su rostro contra la almohada y diciendo en voz baja "fue un castigo Dios mío", mientras me miraba. Yo me sentía culpable. Vivíamos en un pueblo y nos mudamos a otro, allí vivía un tío quien me cuidaba y abusaba todo el tiempo de mi, me decía que lo que el hacía era rico y que si contaba me hacía pegar de mi mamá; yo no me atrevía a decir nada pues estaba segura que mi mamá no me creería y me culparía a mi de lo que pasaba. En ese pueblo montamos una tienda donde llegaban muchos señores. Los tipos muchas veces me decían cosas horribles: 'venga yo miro si ya le salieron los pelitos...Venga y yo le doy besitos en ese 'bizcochito' mire que eso es muy rico'. Yo me escondía avergonzada. Una vez mi papá le pegó a mi mamá y ella llorando empacó mis cosas, me dijo que no me soportaba más y me llevó a la casa de mi abuela. Cuando llegamos allí y ella se fue, yo me prendí de sus faldas y le decía que no me separara de ella, me fui corriendo tras ella llamándola lo más fuerte que podía, llorando y corriendo en esa oscuridad, aunque yo le tenia miedo a la noche, esa vez no me importó. Pero todo fue en vano. Mi abuela me envió a trabajar en una casa de familia como niñera; los patrones me trataron siempre muy bien y por primera vez me sentí querida. Cuando mi patrón me ofreció llevarme a trabajar a Bogotá en una casa de familia porque me iba a ir mejor e iba poder estudiar, yo me ilusioné. Confiaba en él. Al llegar a la ciudad él me entregó a un señor y me llevaron a una casa lujosa donde había otras niñas. Cuando entramos, este señor comenzó a decir 'aquí esta la presa nueva' y yo me agarré a llorar pensando que me iban a matar. Alguien preguntó: '¿y cuánto piden por ésta? De esta manera comencé a ser explotada y abusada sexualmente. Yo era muy niña tenia 12 años y pensaba que me estaban castigando por algo malo que había hecho. Todos los días llegaban niñas nuevas, pero todos los días se perdía una de ellas y no sabíamos por qué ni a dónde se las llevaban".

A Patricia sus explotadores la llevaron a Yopal a una casa campestre donde las niñas eran promocionadas como 'los virgos más finos están donde Gómez'; a las niñas las mantenían encerradas con llave y las forzaban a tener relaciones sexuales con los hombres que iban al lugar; a cambio recibían ropa, comida y muchos maltratos.

"... nos golpeaban si protestábamos, nos gritaban 'perras' gánense la comida por lo menos'. Permanecí durante varios años en este lugar; intenté huir tres veces, en la primera me pegaron, en la segunda los mismos clientes me denunciaron y me obligaron a regresar y en la tercera logré escapar con ayuda de un cliente quien me trajo a Bogotá y una vez más me dejó en un 'negocio'."

En Bogotá Patricia ya había perdido la confianza en ella misma y no conocía otra forma de ganarse la vida, tenía quince años, cuarto de primaria, estaba sola sin familia, sin nadie a quien recurrir, sólo sabía hacer lo que la habían obligado a hacer, además ya había perdido la esperanza. Sus sueños de niña se convirtieron en dolor y sexo, sus muñecas eran labiales y pestañinas, aprendió que con algo de dinero se podía comer y pagar una pieza, su primer novio fue un hombre viejo, borracho y su abusador. Patricia aprendió que para sobrevivir había que pelear, que mentir, y para no recordar y no sentir, había que tomar trago hasta perder el sentido.

El 'negocio' era una casa vieja adaptada con dos espacios definidos, en la primera instancia estaba el prostíbulo, oscuro, con luces tenues, un armazón en madera que hacía las veces de cabina de sonido, bar, caja, y que además servía de control y vigilancia para el ingreso con ficha a un cuarto adaptado solamente para atención a clientes. En la parte de atrás, separados por una puerta, había dos cuartos sin ventanas, con camas dobles de colchón en mota, sin sabanas, en donde dormían hasta cuatro personas y que lo utilizaban en la atención a clientes. Había un sobretecho falso con rendijas en las que las niñas guardaban en bolsas de basura sus escasas pertenencias y que además servía de escondite para cuando la policía ingresaba al lugar pidiendo documentación.

"... en ese negocio un mes después, como un ángel enviado por Dios, me contactan y me cuentan sobre lo que hace la Fundación Renacer".

Un día llegó la policía, sacó a Patricia del negocio y la trasladó a la Fundación Renacer; allí comienza una nueva etapa a la que ella al comienzo se resiste, en la que no cree, conoce gente que le parece hipócrita, no puede recibir cariño, eso es algo nuevo para ella por eso le teme; pero sigue allí porque le ha devuelto la esperanza y la confianza en ella misma.

Historias de niños y niñas en situación de explotación sexual

Ana María, Fernando, Luisa y Mario comparten un fragmento de su historia de vida y especialmente de la manera cómo fueron vinculados a la explotación sexual con fines comerciales.

"Recuerdo que a los cinco años mi padre me secuestró y me llevó a vivir con sus amiga; él me dijo que no iba a dejar que mi mamá me regalara al igual que a mis hermanas; me llevó a una casa vieja en el barrio la Perseverancia, teníamos dos cuartos, en uno dormía mi papá con sus amigas y en el otro yo; recuerdo que ellos jugaban conmigo, sobre una mesa me desnudaban me tocaban y me besaban. Recuerdo sus caras y sus risas sobre mi, luego me sacaban a un patio, yo me montaba en el triciclo y daba vueltas y vueltas, lloraba y pedaleaba con tanto dolor que los vecinos se percataron que algo pasaba. Un día llegó mi mamá con la policía y me sacaron, mi papá fue a la cárcel; luego mi mamá empezó

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