Un Pensamiento Vale más Que Mil Imágenes
Enviado por Milton_Mendieta • 13 de Marzo de 2014 • 385 Palabras (2 Páginas) • 261 Visitas
Históricamente hemos sido testigos de la importancia que ha tenido la fotografía en el
desarrollo socio cultural de nuestra civilización. Las imágenes cinceladas por medio de la
luz en nuestro entorno han hecho posibles reconstrucciones cronológicas de la vida anterior
a nosotros. Es así como pueblos y culturas distantes y remotas proyectan hacia la
modernidad la esencia de sus formas de vida, de su simbiosis con la existencia. Podemos
por medio de una representación visual elaborada fotográficamente descifrar algunos
detalles sutiles del sujeto fotografiado. Más aun, cuando esas representaciones afectan
directa o indirectamente nuestras formas de concebir el mundo moderno.
La cámara fotográfica, al igual que nuestro órgano visual, capta el mundo real. Es el motor
de nuestras observaciones; el estímulo consecuente de los estadíos racionales de nuestro
ser. Sería por así llamarlo: la interpretación de lo fotografiado, de lo captado. Es tomar la
luz cincelando la materia para obtener una luz en nuestro imaginario. Lo mecánico se
vuelca al servicio de lo filosófico, de lo etéreo, para brindarnos una explicación sobre lo
indagado visualmente.
Una vez la imagen, la representación tácita de lo real, de lo tangible, cruza por nuestros
procesos mentales, adquiere un papel muy importante. La caracterización subsiguiente es
otorgada por nuestros sentidos. La reiteración sobre ese concepto se vuelve cada vez más
fuerte cuando más analizamos la escena.
Podríamos decir que si observamos una y otra vez una fotografía, lo sentido variaría
indiscutiblemente a razón de ciertos factores tales como nuestro estado de ánimo e
igualmente nuestras ilusiones, anhelos y esperanzas. Ya la vida efímera humana adquiere
un contraste ayudado por la inmortalidad de la imagen en el sentido de plasmar ideales, de
forjar estilos de vida que subyacen en lo más recóndito de nuestra mente. Estas
caracterizaciones, una vez exteriorizadas, definen nuestros juicios sobre lo observado. A
veces es como si la luz pintara los rincones obscuros de nuestra conciencia y taladrara
nuestra esencia para obtener nuevamente luz, la representación de nuestro imaginario.
Ya después de realizada la tarea de alimentar nuestros sentidos con muchas imágenes
fotográficas, luego de cimentar el andamiaje del concepto, de luchar algunas veces con la
moral recreada en culpa, obtenemos nuevas imágenes, pero esta vez no físicas. Son
representaciones psíquicas propias e inherentes a nuestra identidad y carentes de prejuicios
sociales, ya que no la hemos compartido con alguien. Las valorizamos y consignamos en
nuestro ente bancario interior. Vamos consignando a diario conceptos elaborados por
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