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VARIACIÓN SOBRE UN TEMA DE SAN JORGE Y EL DRAGON


Enviado por   •  22 de Noviembre de 2017  •  Ensayo  •  889 Palabras (4 Páginas)  •  265 Visitas

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VARIACIÓN SOBRE UN TEMA DE SAN JORGE Y EL DRAGON

por Agustín Hernández Santiago

Ignoro cuáles sean los oscuros mecanismos que me hacen volver a ti, al denso día del recuerdo que repentinamente se pega en mi cara con la persistencia de esos parásitos que se aferran con pies y manos a los cascos de los buques.  A veces basta una tarde nublada, un café, el pasaje de un nostálgico poema o alguna canción para tenerte devuelta frente a mí, en esta ciudad que oxida y corroe todo lo que se deja atrapar por ella.

             Desde aquella vez que te marchaste cualquier cosa puede encender y encabritar tu recuerdo y devolverme a ti, a las doradas playas de tu cuerpo, a tu Helena Rubinstein, a tu beata forma de concebir el mundo.

             Por razones que sólo Freud explicaría, nada de eso disminuye ni mi amor ni mi rencor por ti.  Curiosamente, siento un vivo placer, una sensación de hormigas subiendo por  las piernas cada vez que estás de vuelta y miras con esos ojos que nacieron para contemplar la calamidad y el desierto, el pan y Santa Teresa en Calcuta, este amor estúpidamente truncado.

             Pero basta de autocomplacencias y otras gratuidades.  Si te escribo ahora es para sacudirme este recuerdo tuyo que es pétalo y agua corriendo por la cara, pero también vidrio y alfiler debajo de los párpados.

             Debes saber que en estos fulgurantes flash back mi memoria te trae desnuda, otra vez gacela y pez sobre la cama, último día en esa constelación donde no se trataba de erigir murallas, ni puentes levadizos, ni hacer retroceder al enemigo a punta de lanza, catapultas y aceite incandescente; por el contrario (eso te lo supliqué, quedó muy claro), convenimos procurarnos ese placer tantas veces postergado por absurda necedad de negarte a él.  En fin, prometiste que en esa ocasión sería distinto, "mi amor, compréndeme, no es la primera vez, pero...", otra vez la misma frase mutilada, abandonada al borde de los dientes.

            Decidimos hacer una tregua, un armisticio (inexplicablemente también me llegan estas palabras que dijiste, recuérdalo querida, sin que yo hubiera interpuesto una declaración hostil o algo parecido.  "Vamos a lanzarnos al foso de los cocodrilos", dije entonces, susurrando a tu oído, mientras mis manos empezaban su itinerario por esas geografías ya exploradas, deseadas, besadas, renuentes al desembarco total, a la entrega sin condiciones, sin cuentas de vidrio o pedazos de espejo para deslumbrar al contrario y saquear así el cofre donde se conserva el tesoro más preciado, la joya más hermosa.  Naturalmente, nada de eso debía interponerse entre nosotros, entre tu cuerpo y mi boca navegante, sedienta y feliz de arribar a buen puerto y dejar su cuota de sal y saliva por conducto de las lenguas que se trenzan como anguilas en un lento juego del que yo empezaba a salir colmado, casi satisfecho...mi anguila delirante que saltaba de un lado a otro en viaje descendente, dispuesta a prender fuego al aro y dejar así el camino libre de algas, arrecifes y bancos de coral para que el delfín retozara encantado y se pusiera a hacer lo suyo.

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