VINDICACIÓN DE LOS DERECHOS DE LA MUJER

#15 VINDICACIÓN DE LOS DERECHOS DE LA MUJER

Mary Wollstonecraft

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Mary Wollstonecraft fue una escritora inglesa quien, por medio de sus obras, se consagró como uno de los autores más representativos del mundo moderno y, particularmente, de la filosofía feminista. Por medio de su escrito “Vindicación de los Derechos de la Mujer” plasmó la problemática social intergeneracional consistente en discriminación y el abuso ejercido por los hombres en desmedro del desarrollo y la libertad de la mujer.

Wollstonecraft considera que es posible reconocer ciertas diferencias entre hombres y mujeres, como las físicas, pero en términos sustanciales la naturaleza humana es la misma, puesto que ambos poseen igual racionalidad, propósitos y virtudes que les permiten desarrollar las cualidades y habilidades que corresponde de forma inherente al ser humano. En razón a ello, la autora postula que: “exponer un precepto como argumento para justificar que se prive de sus derechos naturales del hombre (o las mujeres) es uno de los absurdos sofismas que insultan a diario el sentido común”^[1], puesto que, al ser parte de la humanidad, todos merecen el respeto que como ser humano le corresponden.

A pesar de afirmar que tanto hombre y mujeres poseen almas y con ello una serie de cualidades inherentes del ser humano: “el actual Estado corrupto de la sociedad son muchas las causas que contribuyen a esclavizar a las mujeres, limitando su entendimiento y agudizando sus sentidos”^[2] y es esta situación la que produce que se imparta una educación desordenada y poco coherente con el desarrollo igualitario entre los distintos sexos, lo cual es finalmente lo que mantiene la reproducción de conductas machistas de forma habitual y cotidiana, lo cual se ve mantenido debido al  comportamiento pasivo de las mujeres quienes, pudiendo realizar un cambio producto de una análisis racional no lo ejecutan.

Wollstonecraft postula que: “las mujeres, así como los ricos de ambos sexos, han adquirido todas las locuras y vicios de la civilización sin beneficiarse de sus frutos”^[3], en razón a que en ambos casos, producto de las circunstancias en las cuales se desenvuelven dichas personas, se manifiestan cualidades frívolas, otorgando mayor relevancia a la belleza y buenos modales, descuidado su desarrollo intelectual y, en consecuencia, moral, los convierte en personas inestables, esclavos de sus propias emociones producto del exacerbamiento de sus sentimientos y el poco perfeccionamiento del intelecto. Para poder sobreponerse a esta situación, la autora postula que es necesario cambiar la educación que ellas reciben, con el fin de que estas puedan liberarse del yugo “proteccionista” masculino y tener así poder sobre sí mismas. De esta forma se busca que puedan dejar de ser tan volubles emocionalmente y dependientes, con el fin de que ya no requieran más de la ayuda que piensan que necesitan en razón a dicha debilidad impuesta por el tipo de educación que recibían hasta el momento.

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