Violencia de género
Enviado por fllalalala • 7 de Julio de 2015 • Síntesis • 546 Palabras (3 Páginas) • 245 Visitas
Ensayo Argumentativo
Violencia de género
Violencia de género es el nombre políticamente correcto –en mi juventud lo llamábamos «repipi»– de la agresividad que el hombre ha ejercido contra la mujer en todas las épocas, culturas y latitudes. Se trata de una lacra que la humanidad arrastra desde tiempo inmemorial, habiendo en ella factores muy diversos, que van desde la mayor fuerza física del hombre a la sumisión que todas las culturas y religiones exigen a la mujer. ¿Se han dado cuenta de que todas ellas han sido diseñadas por hombres, en la primera y más profunda de todas las discriminaciones? Sólo en los últimos tiempos, de hecho, en el último siglo y medio, la mujer ha emergido como un ser por sí y para sí misma, con derechos personales independientes de los que le otorgaba aquella lápida funeraria romana: «Guardó su casa e hiló». Cuando, sin la mujer, el hombre no hubiera pasado de un simio más, y no lo digo porque nos trajo al mundo, sino porque fue la que creó la agricultura, mientras él se marchaba a cazar, volviendo a veces con pieza, otras sin ella, mientras que las verduras del huerto nunca faltaban.
Pero me estoy perdiendo en la historia antigua, cuando el drama surge en la contemporánea, en ese irrumpir de la mujer a la vida pública que representa uno de los grandes saltos de la humanidad, desde luego mucho mayor que la rueda, la electricidad o el fútbol. La irrupción ha sido tan súbita y tumultuosa que ya hay más mujeres en la Universidad que hombres y están teniendo más éxito en política que nosotros, como demuestran Thatcher y Merkel o Sáenz de Santamaría, la más valorada en el Gobierno español.
Hay hombres que lo aceptan y los hay que no. Hay incluso quienes siguen considerándolas su propiedad, hasta el punto de llegar a matarlas por aquello de «la maté porque era mía», ante su rechazo. Estamos ante un atavismo que, dado su arraigo y persistencia por más campañas lanzadas contra él, exige una reflexión conjunta de toda la sociedad y un cambio de comportamientos de todos sus miembros, que no va a conseguirse de hoy a mañana, pero que no puede retrasarse un día más. Los hombres somos los primeros que tenemos que acostumbrarnos a considerar a las mujeres iguales. Costará a muchos, pero si son incapaces de vencerlo la ley tiene que ser tan implacable con ellos como amparadora de ellas. Y las mujeres tienen que acostumbrarse a tratar a sus hijas igual que a sus hijos, pues el «nene» suele llevarse la preferencia de la madre. Fíjense en la escena del Metro: si hay un asiento libre, será para el crío, no para la madre o la hermana. ¿Cómo no va a salir machista? ¿Cómo no va a tomar como un desafío que un día su pareja reclame su propia identidad? La liberación femenina no será nunca completa mientras no se libere al hombre de sus ínfulas y a la mujer de sus complejos. No se trata de enfrentarlos. Se trata de acoplarlos a sus nuevos
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