Yo Fui Cazador de Dragones.

Una entrevista de trabajo, muchos hombres esperando su turno. En el fondo de una gran sala, una secretaria va preseleccionando a los candidatos.

- ¡Siguiente! Grita la secretaria.

Se acerca un hombre de unos cincuenta y tantos años, alto y enjuto pero bien vestido. Llama la atención su rostro duro y una mirada perdida.

-Por favor, déjenos su currículum y dígame: ¿cuál es su experiencia laboral? Pregunta la secretaria.

-Buenos días tenga usted. Mire, yo fui cazador de dragones.

- ¿Pero qué me está contando? ¡Los Dragones no existen! ¡Está usted loco!

-Los dragones ya no existen, cierto es. Pero existieron; eran enormes y guardaban preciados tesoros. Verá:

Nací en el seno de una familia muy humilde y desde pequeñito había tenido el sueño de poder ganar mucho dinero. Así que, un día, cuando era muy joven, empecé a seguir a la bestia alada. Estuve mucho tiempo tras ella hasta que al final descubrí su guarida y, una mañana, muy al amanecer cuando todavía dormía, le di muerte con mi lanza. Recuerdo todavía esa mañana  que feliz era.

Había dado muerte a un Dragón y ahora todo su tesoro me pertenecía…..

Clamaban mi nombre a los cuatro vientos cuando por las aldeas pasaba, mil juglares cantaban mis hazañas, hasta la corte del rey llegaron las noticias de mi proeza, invitándome este a conocerlo y a disfrutar de la vida de palacio.

¡Y lo que vi me gustó! Las fiestas de palacio eran fantásticas, ricos vinos, carnes y pescados. Y la compañía de grandes señores y maravillosas damas.

El tesoro del primer gran dragón no fue suficiente para mantener el nuevo estatus en la corte, así que, me propuse ser el cazador de Dragones más grande que jamás hubiera existido.

Continúe cazando Dragones, pero esta vez no estaba solo; contraté a mucha gente para que me ayudara. Investigue nuevas técnicas para rastrear y matarlos a todos.

Construí un palacio desde el que llevaba todas las operaciones y disfrutaba de la vida.

Los años pasaron y, poco a poco, me convertí en el hombre que tanto había deseado de niño, querido y respetado por todo el reino.

Y ocupé rápidamente un lugar de privilegio entre los Barones del Reino; rico, famoso y poderoso.

Durante aquellos años de prosperidad, en los que abundaban las riquezas, gracias a los muchos dragones que cazaba, me casé y tuve tres hijos. Me sentía feliz en aquellos años.

Amaba a mi esposa y di la mejor educación a mis hijos. Mientras que mis ayudantes cazaban dragones para mi, pasaba el tiempo en la corte, entre grandes fiestas y agasajos.

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