Ahora mis metas tienen fecha de vencimiento y van de la mano con mi constancia y responsabilidad

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Haciendo una retrospección de hoy en día y hace un mes desde que inicie mis estudios universitarios no me había planteado metas para esta nueva etapa de la mi vida. Hoy en día y a lo largo del curso y las clases me plantee esas metas en serio y me di cuenta que tener un plan te ayuda a visualizar y llevar a cabo con más determinación lo que deseas  conseguir

Las metas académicas que me propuse cumplir fueron: terminar una carrera, ser constante, enriquecer mi conocimiento más que nada para alimentar mi individualismo. Pero me di cuenta que no tenía una fecha fija y las metas no eran precisas y no tenían forma. Ahora con ayuda de autoevaluar mis fortalezas y debilidades pude hacer un análisis más preciso de ello.

Ahora mis metas tienen fecha de vencimiento y van de la mano con mi constancia y responsabilidad.

Las fortalezas que tengo para lograr mi objetivo a corto plazo son:

• Tener un gusto innato para la lectura (rasgo esencial para mi carrera).
• Facilidad para el análisis extenso de temas.
• Fácil adaptación a personas con diferentes personalidades sin crear hostilidad en el equipo.
• Grandes expectativas y ganas de aprender cosas nuevas.

Las debilidades más marcadas que tengo son:

• No saber sintetizar la información de manera práctica que me lleva a la comprensión rápida de un tema y pasar al siguiente; conllevando esto a que sobreinvestigue algo y me lleve a la frustración debido a mi afán por no dejar “huecos” a la hora de adquirir conocimiento ya que eso me causa mucha molestia dificultando así mi objetivo.
• Fácil distracción al momento de realizar tareas llevándome así al incumplimiento de las mismas.

Estas debilidades son malos hábitos que no he logrado mejorar pero que con paciencia podre ir puliendo gracias a la ayuda del material didáctico y videos en internet que basan el resultado en diversos ejercicios para su mejora.

Lo más importante es que tengo la disposición para lograrlo, lo que antes no.

on respecto a mis perfiles de habilidades comunicativas creo que coinciden mucho ya que soy una persona sumamente analítica lo que me han llevado a malentender situaciones que muchas veces no son tan complejas llevándome así al estrés. He aprendido que no todas las personas percibimos las cosas desde el mismo ángulo y eso me hace tener la disposición de tener la mente más abierta y no premeditar comportamientos ajenos.

Llevándome esto a divagar constantemente y no tener una buena comunicación con la personas que me rodean obstaculizando la comunicación con otros como comentaba anteriormente ya que me distraigo con facilidad.

En conclusión: estaré menos tiempo inmersa en mis pensamientos y más atenta a lo que me quieren comunicar mis compañeros de equipo para tener un resultado favorable en mis tareas de equipo y así paso a paso cumplir con las metas que me he propuesto desde el inicio de esta nueva etapa.

Ya que en la retroalimentación que me hicieran mis compañeros se llegó a la conclusión de que suelo ser individualista y autoritaria y con poco tacto para escuchar ideas diferentes.

El hombre debe adquirir las capacidades (o virtudes) necesarias para alcanzar una vida lograda, plena y completa. Este principio es la columna vertebral del desarrollo humano. El hombre virtuoso no es el puritano ni el reprimido: es el que está capacitado para perfeccionarse. Como dice Leonardo Polo, el hombre es el perfeccionador perfeccionable. Hay que señalar, por otra parte, que la virtud y el valor son coincidentes porque la virtud es aquella capacidad humana que permite a la persona incorporar lo valioso dentro de sí. Podríamos decir que hoy en día, el problema ético no se encuentra tanto en los valores como en las virtudes. Según ha señalado Aquino Polaino, los valores no han perdido su valor, ya que son absolutos: sigue valiendo la nobleza frente a la hipocresía, la verdad frente a la mentira, el orden frente a la vida caótica, la generosidad frente al egoísmo. Todos estamos dispuestos a reconocer estos valores y a reflejarlos en los correspondientes códigos de conducta; pero quizá no estemos tan prestos a vivirlos. Llano, C. y Llano, A. (1998).

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