Amistad y matrimonio

Mi marido se llama Helmer y mi nombre es Nora. A lo largo de nuestro matrimonio hemos sido muy unidos, y apegados el uno al otro. Yo sé que Helmer me tiene mucho cariño, ya que me protege mucho, quizás demasiado, pero yo sé que es porque no quiere me pase nada. Él cuida mucho de mí, por lo que no me deja salir a ninguna parte, ni siquiera a comprar pan. Pero está bien, es así como vivo. Cada vez que quiero salir con mis amigas o a entretenerme, mi querido Helmer no me deja, sin embargo me da lo mismo, es bueno que el constantemente me diga las cosas que no puedo hacer, o sea imagínate saliera cada vez que me invitan, me sentiría una suelta como algunas de mis conocidas. Imagínate fuera como ellas… sería una tal por cual. No sería una mujer respetable. Lo mismo con la vestimenta de la mujer. Nosotras las mujeres debemos respetarnos por lo que somos y no andar mostrando para atraer al hombre, ya que el que se enamora de ti lo hace por tus cualidades en la cocina, no por el físico. Obvio que el físico es importante, a lo que me refería del físico anteriormente era que para ser bien vista ¡hay que taparse!! No mostrar nada. ¿Cómo reaccionarían nuestros maridos si es que anduviéramos mostrando el tobillo en plena calle? ¡Por eso hay tantas solteras, por sueltas! Imagínate si fuera fea, ¡nadie me tomaría enserio! No tendría el prestigio que tengo en este momento, y hay que admitirlo, si es que no fuera lo que soy hoy mi marido no me hubiera mirado

Hoy estoy en desacuerdo con todo lo que dije anteriormente. Me sentía tan atrapada en una sociedad en la que no era capaz de expresarme libremente. Actualmente, logro darme cuenta de que puedo hacer lo que yo quiera, de tener responsabilidades y hasta de firmar documentos. Es momento de darnos cuenta que ninguna persona tiene el suficiente poder de establecer barreras en nuestro actuar, es por eso que vine a hablar con ustedes. Aunque no creamos, hoy también seguimos siendo limitadas en diferentes ámbitos, quizás no sigue siendo como en épocas pasadas, sin embargo, en muchos países las mujeres están constantemente bajo el juicio de la sociedad en la manera de su actuar. Podemos notar cómo nos vemos reprimidas desde nuestra forma de vestir hasta la diferencia de sueldo en comparación al hombre, respecto al mismo trabajo.

A veces me pregunto cuándo será el momento en que se terminará la subestimación hacia el género femenino. Yo decidí por mi propia cuenta salir de tal represión, y desearía que todas las mujeres fuesen capaces de optar por su libertad de expresión. Admito que fue una de las decisiones más difíciles de mi vida, dejé de lado los prejuicios, el qué dirán y a mis hijos. Sin embargo, pensé en mí, ya no tenía fuerzas para soportar el encarcelamiento de mis opiniones.

Hoy sé que soy una buena persona, una gran amiga y en especial, una mujer capaz de hacer lo que esté a mi alcance. Todos tenemos el derecho de ser quien queremos ser.

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