Análisis de La Deserción Escolar en Chile
Enviado por Maria Tapia Diaz • 18 de Noviembre de 2020 • Ensayo • 2.974 Palabras (12 Páginas) • 168 Visitas
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Análisis de
La Deserción Escolar en Chile
Estudiante: María Graciela Tapia Díaz
Docente: Ángela Silva Salse
Asignatura: Historia y Política de la Educación Chilena
Carrera: Pedagogía Educación Básica – 2° Título
A partir de la revisión de la literatura y de la experiencia vivida en clases, el presente ensayo tiene por objetivo identificar las principales causas y efectos de la deserción escolar relevantes en la historia, y en la actualidad de la educación chilena, a través de un análisis Socio-Político.
El abandono escolar es uno de los desafíos más importantes que enfrentó y enfrenta la educación en el país. Sus efectos son determinantes en las trayectorias de vida de las personas. Para un niño, la escuela es la primera visión de lo que es la sociedad más allá de las puertas de su casa; como tal, se convierte en modelo inaugural de las relaciones extra familiares.
Para comprender el punto de la deserción escolar, se debe analizar desde el comienzo de la historia, donde debemos tomar en cuenta el comienzo de la decisión del alumno de abandonar el establecimiento educacional. La deserción escolar es una situación no deseada debido a los efectos perjudiciales que tiene tanto en el individuo que deserta como en la sociedad.
Buscando respuesta a la interrogante, es que se efectúa la siguiente pregunta; ¿Cuáles son las principales causas que conllevan a los niños, adolescentes y jóvenes en Chile a desertar en el ámbito escolar?
Para realizar una interpretación de la deserción escolar en Chile, resulta necesario posicionar las perspectivas desde un carácter contextual; es decir, comprender que las causas y variables resultan divergentes de acuerdo a la realidad de cada lugar, comunidad, país, y familia. Desde este aspecto, “se puede entender la deserción escolar como el abandono de los y las estudiantes de las aulas de su escuela, la deserción escolar se le considera como uno de los problemas que afecta el desarrollo social del país” (Ministerio de Educación, 2013, p.16).
Los aspectos históricos de la deserción escolar comienzan más menos entre 1880 y 1930 donde la educación fue el centro de las transformaciones sociales y se constituyó en el principal agente democratizador de la sociedad chilena. La cobertura escolar creció a un ritmo inusitado. Es por esto que en 1920
Se dicta la Ley N° 3.654, de Educación Primaria Obligatoria, que asegura 4 años de escolaridad para niños y niñas. Además, se crea una subvención por alumno que beneficia a los establecimientos de educación primaria general o vocacional, sean ellos sostenidos por instituciones o beneficencia, por sociedades de cualquier clase, por particulares, siempre que sean gratuitos y cumplan las demás disposiciones de la ley. (Brunner, Elacqua, González, Montoya, & Salazar, 2006, p. 21).
Así, la Ley de Educación, que estableció la obligatoriedad escolar, inauguró las políticas sociales en el país. La escuela pública se institucionalizó, llegando a más niños. La educación también permitió el ingreso de nuevos actores al espacio público, como la incorporación de las mujeres a la educación secundaria, el movimiento obrero creo sus propias escuelas y los niños mapuches, aunque pocos, pudieron reivindicar sus derechos.
Según el Ministerio de Educación (2004) entre 1996 y 2002, el sistema escolar del país vivió una de las más importantes reformas curriculares de los últimos 25 años. En un esfuerzo mayor por ajustar los contenidos y objetivos de los programas de estudio para enfrentar las necesidades de la sociedad y el conocimiento cambiante. La deserción o abandono escolar afectaba en una mayoría a los sectores más vulnerables y a la población rural, donde esta tendía a ocurrir con frecuencia alrededor de los 10 años, edad en que los niños/as comenzaban a trabajar y a producir apoyo monetario a sus familias. Es por ello que desde la promulgación de la ley orgánica de 1860 “la asistencia había crecido al mismo ritmo de la matrícula. Su número se había multiplicado seis veces entre 1885 y 1930, pero su comportamiento era muy sensible a las condiciones locales de las familias y de las escuelas”. (Serrano, Ponce de Leon, & Rengifo, 2012, p. 77)
Sin embargo los estudios que se realizaban sobre valoraban el porcentaje de aprendizaje en los alumnos en la escolaridad formal, ya que no se consideraban los niveles de aprendizaje de los alumnos que faltaban o que simplemente no asistían a ningún centro educacional. En términos globales para los estudios educacionales, no se tomaba en cuenta a la población excluida de la educación formal. Según Serrano, Ponce de Leon, & Rengifo, (2012), en “1885 y 1930, Chile pasó a ser una república escolarizada. La afirmación anterior exagera en términos cuantitativos porque al terminar el período todavía un tercio de la población estaba excluida de una escolaridad formal y un 32,9% era analfabeta” (p.65), por lo cual las razones de ausentismo y de deserción escolar, derivaron a que el estado trabajara sobre la ley de obligatoriedad escolar. Serrano, Ponce de Leon, & Rengifo, (2012), afirman que “el ausentismo no solo exigía preguntarse por quienes simplemente no llegaban a la escuela, sino por las razones de la alta deserción. De ello derivo uno de los ejes centrales de la discusión de la obligatoriedad escolar” (p.78). Es por ello que el estado busca proteger a los niños, para esto toma una de las medidas más importantes, en materia educativa, donde se plantea entre sus objetivos mejorar la calidad de la enseñanza - aprendizaje a través de la ampliación de los horarios de clases y el mejoramiento de la infraestructura.
En 1996, el gobierno decidió extender el número de horas escolares, cambiando de dos turnos de seis horas pedagógicas a una jornada escolar completa, consistente a ocho periodos pedagógicos de 45 minutos cada uno. Este cambio significó un mejoramiento absoluto de los tiempos disponibles para las materias curriculares, así como para las actividades extra-curriculares, junto a la posibilidad de que estudiantes y profesores hicieran uso de las dependencias fuera del horario regular de clases, todo con importantes implicancias para la educación y la equidad (al ofrecer un espacio educacional para los estudiantes con dificultades para estudiar en el hogar). (Ministerio de Educación, 2004, p. 32). Esta decisión permite que los padres puedan mejorar sus ingresos, ya que los alumnos permanecen más tiempo en los establecimientos, permitiéndoles que puedan trabajar fuera de sus hogares, de esta manera evitan que los alumnos dejen de asistir a clases, evitando un alto índice de deserción escolar. Según Castillo (2012),
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