Análisis de la película documental "Cien niños esperando un tren"
Enviado por tdterraa • 26 de Septiembre de 2013 • Resumen • 2.185 Palabras (9 Páginas) • 707 Visitas
La sociedad chilena a través de Cien niños esperando un tren y En nombre de Dios
El cine chileno en el siglo XX ha pasado por varios géneros y estilos, donde es posible reflexionar y analizar la cultura, los cambios políticos y sociales, la identidad social chilena y los movimientos sociales. En vista de lo anterior, en el presente ensayo se realizará una reflexión tomando autores chilenos que aborden la sociedad chilena y otros tópicos de la cultura que se pondrán en diálogo con el lenguaje cinematográfico a través de los documentales Cien niños esperando un tren (1988) de Ignacio Agüero y En nombre de Dios (1985-1986) de Patricio Guzmán. En ambos documentales se puede hacer un paralelismo de las obras realizadas por la Iglesia Católica en Chile, siendo una institución que tomó un rol fundamental para recuperar derechos perdidos y para proteger a la sociedad chilena de los abusos cometidos en la dictadura de Pinochet.
Cien niños esperando un tren es un documental sobre un taller de cine que fue dictado por Alicia Vega a los niños de una población vulnerable en Santiago, este curso fue realizado en el lugar físico de la parroquia de la comunidad y fue patrocinado por la Iglesia. En el documental se puede observar la situación de los niños y sus familias, hay testimonios inocentes de niños que reflejan su discurso político encubierto, como también su parada frente al mundo. Este documental da cuenta del rol de la Iglesia en las poblaciones del país y su rol de hacer talleres y patrocinar cursos recreativos en las comunidades. Por el otro lado, está el documental En nombre de Dios, el cual muestra la acción más activa de la Iglesia frente a los abusos, se explicitan los discursos políticos de distintos sacerdotes y sus acciones para enfrentar la dictadura, a través de la Vicaría de la solidaridad y sus marchas, como también su rol patrocinador y distribuidor de alimentos a la comunidad. Tiene imágenes crudas que muestran explícitamente el abuso a los derechos humanos y se observa también las calles, la población descontenta por la realidad del país. Su título apela directamente a Dios y a las personas que comenten estas violaciones a los derechos humanos, al final de la película se muestran carteles de manifestantes que dicen: “ En nombre de Dios, les pido que cesen la represión”, estos mensajes religiosos apuntan a la denuncia que realizó la Iglesia en ese tiempo y su labor social que no avalaba los cometidos en la dictadura.
En ambos documentales se puede analizar la sociedad chilena fragmentada y con un estado quebrado de identidad, tal como plantea Jorge Larraín:
“el régimen militar pasó de la agresividad y hostilidad a la tortura y la eliminación física del “otro” derrotado, al que ya no se le consideró parte de la comunidad. La exclusión de la comunidad se extendió también de modo físico a los que se exilió, a los que no se dejó regresar, a los que no se les dio pasaporte y a los que se privó de la nacionalidad. Simbólicamente se extendió también a todos los que apoyaron (o se supone que apoyaron) al régimen anterior y permanecieron en el país: se les delató, se les vigiló, se les expulsó del trabajo, se les sometió a allanamientos masivos, se les denominó “humanoides” o “enemigos interno” o se les aconsejó que se fueran a Cuba. Nada atenta más contra el sentimiento de lealtad propio de una identidad nacional que algunos ciudadanos dejen de ser reconocidos como parte de la comunidad, o su integridad física no sea respetada y sus derechos sean sistemáticamente desconocidos” (Larraín, J. 2001. Pp.23).
En vista a lo anterior, en este periodo cruel de la historia del país, hay varios aspectos de la identidad chilena fragmentada y que aún se mantienen coexistiendo sin conciliaciones, la identidad chilena sufrió una grave herida y sus cicatrices aún no sanan. Esta división que fue desencadenada en los años sesenta y más tarde con la dictadura agravada y desenfrenada es la que aún persiste incluso en generaciones que no vivieron tal periodo, esta realidad social en dictadura marcó un antes y un después en la sociedad del país. Pues, “Con la dictadura se entra en una etapa de crisis aguda, se reactualizan nuestros rasgos autoritarios y aparece una fractura interna en la identidad que todavía no sana del todo” (Ibid.Pp.22). Por otro lado, una manera de poder seguir con los ideales y con los pensamientos identitarios nacionales es a través del discurso religioso, si bien en esta época de represión social y torturas por el gobierno militar fue de gran violencia y de quiebre de la identidad nacional, hubo una institución que si pudo hacer el peso a la violencia y ésta fue la Iglesia, a través de sus movimientos y acciones logró que Chile se uniera a través de su carácter religioso, pues Larraín plantea que la versión religiosa de la identidad nacional destaca la idea de que nuestra identidad tiene un sustrato católico y que no solo está en la elite del país, sino que en la religiosidad popular. Además, ya que los pensamientos de izquierda y de oposición no eran posible en el país, la única forma de poder manifestarse de manera segura era a través de lo religioso y las acciones que la Iglesia hacía como la Vicaría y talleres. Todo lo descrito es evidenciada tanto en Cien niños esperando un tren como en En nombre de Dios, puesto que en las entrevistas a los niños se aprecia que quieren ser cuando grande militares o carpinteros como sus padres, también hablan de que fueron grabados anteriormente por la CNI y les hicieron preguntas privadas para recabar información. Por su lado, el documental de Guzmán aborda lo político y la identidad de los chilenos desde los distintos testimonios y entrevistas de los sacerdotes y las personas que trabajaron en la vicaría, como también a través de las personas que están en la calle: manifestantes, escolares, civiles, etc.
Estas películas surgen en el tiempo de la dictadura militar en Chile, siendo ambas una representación fidedigna de la realidad social del país. Ambas son documentales, esto quiere decir, que se rescatan historias y testimonios reales, en este caso los documentales tienen una relación intrínseca con la historia del país, con una época definida por desigualdades sociales, represiones y abusos de los derechos humanos. Por ende, el hecho de ser películas documentales se les da la propiedad de ser un medio para resucitar el pasado, donde las tomas, las personas que son reales y no actores encarnando un papel, el movimiento de la cámara, la iluminación y el decorado toman un rol que configuran la realidad. Donde el medio cinematográfico es ineludible a través del tiempo y su fin es trasmitir
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