Apuntes de : El periodismo en México

El periodismo en México

Por: Omar Edmundo Gómez Garduño

Vivimos el comienzo de una nueva etapa en el mundo, el siglo XXI, una era en la que se logra diariamente avances en la ciencia y la tecnología. Esta misma ha sido reconocida como una “era digital”, llena de información al alcance de todos y una sociedad más globalizada. A pesar de esto, el periodismo (por lo menos en México) se encuentra en un estancamiento desde hace ya varias décadas, pero ¿A qué se debe todo esto?

Actualmente el periodismo en el país se ha rebajado meramente a una herramienta de la política mexicana, en la cual, a través de periódicos, los —malos y los no tan malos— partidos políticos viven una “guerra mediática clandestina” (si es que así podemos llamarla) a la vista de todos, pero a la interpretación y comprensión de muy pocos. En esta guerra los partidos se volvieron el principal benefactor de los periódicos, en lugar de ser la razón de sus noticias y críticas. De este modo lo que reciben los lectores no les perjudica a los partidos políticos. Los periodistas han perdido su análisis crítico y solo se limitan a publicar en sus columnas y notas los comunicados oficiales de gobierno, “verdades históricas”, historias a medias y en la mayoría de las ocasiones ni siquiera revisan sus fuentes para percatarse si lo que escriben es cierto, perdiendo de esta manera toda su objetividad.

¿A qué se debe este paradigma en el periodismo mexicano? ¿A una corrupta o mala administración de las editoriales? ¿A las decenas de periodistas asesinados a lo largo del país por tratar de alzar la voz? ¿O todo esto es un mero desinterés colectivo? Tanto de la sociedad en general por no buscar mantenerse informados de lo que ocurre en el país, como de los periodistas que prefieren mantenerse a raya y solo vender las noticias que se les autoriza publicar.

En México vende más saber que el presidente se equivocó al pronunciar un discurso durante algún acto público, que los actos de corrupción, desapariciones y crímenes contra la humanidad que le persiguen.

El periodismo en el país debe cambiar y para que eso ocurra primero debe cambiar el periodista, y de este modo, éste pueda empezar a aportar algo de utilidad a la sociedad y ésta a su vez se tornara parte del mismo cambio. El periodista debe ser “la ventana” hacia la verdad, una persona al servicio de su comunidad. Para que esto sea más comprensible, es necesario citar al periodista y escritor polaco Ryszar Kapuscinski en una de sus obras: “Creo que para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser un buen hombre, o una buena mujer: buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas. Si se es una buena persona se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias. Y convertirse, inmediatamente, desde el primer momento, en parte de su destino. Es una cualidad que en psicología se denomina ‘empatía’. Mediante la empatía, se puede comprender el carácter del propio interlocutor y compartir de forma natural y sincera el destino y los problemas de los demás”.^[1] A esto solo se le puede agregar que un periodista necesita de la empatía y una ética profesional para poder llevar a cabo su profesión, porque antes de ser el individuo un periodista, es una persona.

El periodismo en México necesita una reestructuración desde sus instituciones, hasta los individuos que lo conforman.

Recuperar los valores como la objetividad, la competitividad, interés, esfuerzo, entre muchos otros, sería uno de los puntos más importantes en este cambio. Lograr hacer conciencia en la sociedad de que la información es un poder que nadie nos puede quitar y por lo tanto su importancia no se puede minimizar, sería —como debería ser en la actualidad— el objetivo primordial del periodismo mexicano, en lugar de solo buscar vender el suceso y las noticias. Y por último, pero no menos importante, los periódicos necesitan hallar la manera de independizarse completamente del gobierno y los partidos políticos, que hasta el día de hoy, sus influencias son más que notables en la mayoría de éstos y de esta manera han ido perdiendo desde el interés de la población hasta su credibilidad. Si hubiera un precio justo y redituable por el cual pagar por una información confiable, razonable y verídica, esto podría llevar a que las casas editoriales se liberen del yugo al que están atadas por medio de sus benefactores. Ya lo dijo una vez Georg Mascolo del periódico alemán Der Spiegel: “¿Por qué una revista tiene que costar menos que un Late Machiato de Starbucks? Enviar a periodistas a los sitios es caro. Nuestra revista es muy barata. Para que haya excelencia en el periodismo, la gente debería pagar por ello.”^[2] 

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