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Asignatura: Literatura e Identidad


Enviado por   •  22 de Septiembre de 2016  •  Ensayo  •  1.203 Palabras (5 Páginas)  •  306 Visitas

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¿Qué significa ser mujer en la actualidad?

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Nombre: Geraldine Castillo

Fecha: 12/09/16

Curso: 4ºB

Asignatura: Literatura e Identidad

En la actualidad podemos darnos cuenta de el gran paso que ha dado la mujer en todos los ámbitos, se ha empoderado, superado como persona, ha pasado de ser una mujer obediente y sumisa a una mujer segura de sí misma, independiente que no le teme a nada, no se deja pisotear por las críticas de los hombres que aun la hacen sentir inferior, pero realmente ¿Esto está erradicado?

Viendo desde el siglo XX la mujer ha cambiado mucho, mencionando que su cambio como persona ha sido un cambio radical, su fuerza, Valor, determinación, se ha hecho notar, se destaca en cualquier ámbito, ya es más fuerte, es una mujer luchadora, aunque esto no se ve en todo el mundo, las leyes regidas no son las mismas, los valores impuestos en hombres no se ven.

 Los espacios públicos se convierten en los escenarios principales de nuestros recorridos diarios, no obstante este territorio no se ha percibido de los hombres que por las mujeres, “por lo menos 7 de cada 10 mujeres son víctimas de un tipo de agresión que, por su cotidianidad, se ha convertido en una práctica poco sancionada socialmente (Guillén 2014)”, esto se trata del muy hablado Acoso Callejero violencia del que somos víctimas mujeres de todas las edades, estratos y etnias. El acoso callejero vulnera nuestros derechos más básicos de libertad para movilizarnos de manera segura por lugares públicos, peor aún si entre las víctimas se encuentran niñas y adolescentes que, dada su corta edad, no pueden comprender del todo la naturaleza ni el porqué de la violencia a la que han sido expuestas. El problema es más grave de lo que se cree comúnmente, pues trae una serie de consecuencias nefastas para ambos géneros: las mujeres perdemos la libertad de circular por ciertos lugares, pues no nos sentimos seguras ,sobre todo si transitamos solas, evitamos ponernos ciertas prendas que harán visible parte de nuestro cuerpo y ello generará miradas indeseadas; por otro lado, los hombres sentirán que son objeto de rechazo y recelo por parte del género opuesto, así también, corren el riesgo de ser percibidos como seres sin raciocinio e incapaces de controlar sus instintos. Es decir, es un fenómeno de preocupación general, pues nos aleja de una relación saludable a nivel de comunidad, nos lleva a enclaustrarnos en nuestro grupo y percibir a los hombres como los “otros‟

Desde una óptica negativa; por ende, se fortalecen los estereotipos entre ambos y el escenario se convierte en una interacción hostil y agresiva. Todo ello aunado al poco compromiso por parte de la publicidad y los medios de comunicación que aún proyectan contenidos de corte machista y vulgar en donde la mujer es arrebatada de su condición humana para convertirse en objeto de deseo donde es permitido calificarla con los adjetivos más denigrantes e incluso tocarlas.

Sabemos bien que todas las mujeres no salimos a la calle con la certeza de no sentirnos invadidas o acosadas, escuchar un “halago” de mal gusto, vulgar, referidas a nuestro cuerpo o persona o peor si esto termina en algún tipo de agresión,  es una preocupación diaria, aun cuando parezca que no hay motivo de acoso por nuestra vestimenta, lo estamos. El hombre actual en pleno 2016 es difícil de creer, que creen tener la libertar de transgredir el espacio de una mujer u adolescente incluso, porque ya lo ven como una práctica cotidiana por ende si nos tiran un “piropo” nosotras deberíamos “sentirnos agradecidas” porque están resaltando nuestro físico de manera positiva, La realidad es que escuchar juicios de valor acerca de nuestro cuerpo por parte de desconocidos, vulnera nuestra libertad y tranquilidad, pues nos convertimos para estos sujetos en objetos de carne en la que ellos refuerzan su virilidad y su posición jerárquica en la estructura de género, donde ellos asumen que debemos tomar una posición sumisa frente a los improperios recibidos. Esto se demuestra claramente en los casos en los que las mujeres se han aventurado a confrontar a su acosador y estos han reaccionado de manera violenta, como si estas estuvieran yendo en contra de una dinámica establecida; en otros casos, terminan ocultándose y evadiendo réplicas. El temor a que estos sujetos pongan en riesgo nuestra integridad es lo que, la mayoría de veces, nos reprime de responder ante el acoso, así mismo, nos encontramos en estado de shock y nuestra capacidad de reacción se anula por completo. La sensación después de haber experimentado un hecho así solo lo pueden entender quienes han pasado por lo mismo: asco, rabia, ira, temor, indignación, impotencia, y un largo etc. Después de haber vivido un episodio así, nuestra percepción de los hombres, la calle, el transporte público y nosotras mismas no volverá a ser la misma. Los hombres serán percibidos con recelo y temor, la calle será un campo de batalla hostil, donde nadie estará segura del todo, y en algunos casos, tenderemos a creer que fuimos nosotras las causantes del ataque: tal vez cierta falda o escote que despertaron instintos masculinos incontenibles.

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