Baldomero Lilo y las sociedades industriales
Enviado por Cuicani Castro • 18 de Enero de 2022 • Ensayo • 2.911 Palabras (12 Páginas) • 116 Visitas
La compuerta N.12: una crítica al esclavismo en las sociedades industriales
Cuicani Castro
De entre todas las interpretaciones que pueden provocar los cuadros mineros[1] hay una que parece ser ineludible, hablo de esa lectura que Donald F. Brown en un texto de 1968, “Germinal’s Progeny”, el cual tiene por asunto las relaciones de intertextualidad entre la novela de Zola y la producción literaria naturalista de Latinoamérica, en las que Baldomero Lillo Desempeña un Lugar cuando menos importante[2]. Nota el hecho de que la representación hecha por Lillo de la vida de los mineros del carbón en Chile a finales del siglo XIX, los muestra como unas “helpless victims of capitalistic exploitation […] suffering miners who have no recourse but to work or starve”(Donald F. Brown, ““Germinal's” Progeny: Changing Views of the Strike among Latin American Literary Descendents of Zola.” p., 424).
Cosa que tal vez a él y a una buena parte de la crítica[3] le parezca discutible, ya sea por el tono dramático y sentimentalismo que adoptan las narraciones de Sub terra, que puede llegar a actuar persuasivamente en el lector para que este tome una posición condescendiente en relación con lo que se le narra y la forma en la que se le narra. O por la posición que estos tengan con base en el tema discutido; la explotación laboral en las empresas industriales de corte capitalista. A mí en lo particular me parece indiscutible, especialmente cuando hablamos de explotación laboral infantil como es el caso de “La compuerta N. 12”; en donde, como intentaré exponer a lo largo de este breve análisis, es posible evidenciar como las estructuras económicas implementadas por las sociedades industriales y las condiciones laborales que estas producen —especialmente en los países menos desarrollados de frente a las llamadas «potencias mundiales» — replican las estructuras básicas del esclavismo.[4]
Comenzaré intentando definir las condiciones o estructuras básicas de dos sistemas esclavistas con un gran apogeo durante el siglo dieciocho[5] y hasta bien entrado el siglo diecinueve, me refiero pues, al esclavismo implementado por la corona española, herencia directa del imperio romano, y por otro lado al esclavismo instaurado en América por la corona inglesa y posteriormente tomado por los colonos. Pues me parece que las condiciones laborales producidas en las sociedades industriales son una mezcla de ambas en ciertas medidas.
Mientras que, como decía, España siempre ha estado familiarizada con la esclavitud institucionalizada, pues era una institución procedente de la ley de esclavitud romana, cuya existencia fue reconocida desde los tiempos preclásicos hasta el descubrimiento del nuevo mundo[6]. De manera contraria, la esclavitud era una institución desconocida para las leyes inglesas hasta que sus intereses políticos se fijaron en el nuevo mundo. De hecho “Los primeros esclavos negros fueron traídos a América por los traficantes holandeses”(Klein p., 238), Así que en un inicio los colonizadores ingleses no contaban con un sistema jurídico que los incluyera y debido a que la Corona y la Iglesia Anglicana no hicieron nada por regularla incipiente institución esclavista, esta se quedó en manos de los colonos. Esta diferencia produjo sistemas de esclavismo que a su vez produjeron condiciones laborales y una concepción general distinta del esclavo, las cuales podrían resumirse de esta manera:
El sistema esclavista [español] derivaba de un sistema preexistente que, si bien sostenía que la esclavitud era una institución social necesaria, reconocía una personalidad humana al esclavo y sus derechos a la seguridad y a la propiedad, además de su admisión indiscriminada en el seno de la Iglesia con los consiguientes derechos al matrimonio y a la paternidad, incluso contra la voluntad del amo. La Corona española vigilaba el cumplimiento de estos derechos mediante una poderosa burocracia atenta al control metropolitano que contaba, además, con el apoyo de la Iglesia. Si bien la vida del esclavo en las plantaciones era muy dura, muchos de ellos pudieron obtener legalmente su libertad a través de un sistema llamado coartación y algunos llegaron incluso a ocupar cargos importantes. En cambio, en [la colonia inglesa] no existía un sistema esclavista previo, ya que la esclavitud era una institución desconocida para las leyes inglesas. Por lo tanto, los propietarios de plantaciones de Virginia pudieron legislar un sistema conforme a sus propios intereses económicos, sin el control de la Corona ni de la Iglesia anglicana, ocupada en prevenir que los blancos se unieran a otras iglesias disidentes. Así, pues, los negros norteamericanos fueron perdiendo sus derechos a la propiedad, a la seguridad y, durante un siglo, incluso el derecho a la manumisión, [en donde] El método de adiestramiento de esta "escuela de los propietarios de plantaciones" era habituar al negro "a una rígida disciplina, exigirle una sumisión incondicional, con-vencerlo de su innata inferioridad, desarrollar en él un miedo paralizador del hombre blanco, enseñarle a adoptar el código de buen comportamiento de los amos, e infundir en él un sentido de completa dependencia”[…]esto se hacía con el propósito de infantilizar al esclavo negro lo más posible, sin destruir por ello su utilidad económica.(Klein pp., 243-245).
Ahora pasemos a ver como las condiciones laborales de la mina de carbón que Baldomero Lillo representa en su narración de “La completa N.12”, con ediciones laborales a las que Pablo de ocho años, esta a punto de ser sometido y a las que su padre lleva al rededor de cuarenta años[7] esclavizado, no distan mucho de las, más menos planteadas por la corona española y tal vez en mayor medida, por la colonia inglesa. Para ello comenzaré por señalar como al inicio del cuento, cuando el narrador describe como Pablo y su padre entran en el elevador que desciende a las profundidades de la mina, se refiere a este con tal vez el término más coloquial que tiene, el de jaula: “Creíase precipitado en aquel agujero cuya negra abertura había entrevisto al penetrar en la jaula” (Lillo p., 19). Lo que establece una explícita relación de cautiverio entre los personajes y el espacio en que estos se encuentran enmarcados.
Siguiendo esta lectura, nótese como desde que el padre de Pablo se acerca al Capataz, hasta la primera frase que le arroja a este, ya se está construyendo en la significación del texto, una referencia al comportamiento que una persona en condición de esclavitud tendría: “…Avanzo con timidez, diciendo con voz llena de «sumisión» i de respeto”(Lillo p., 21). La forma en que el Padre de Pablo le dice al Capataz: “Señor, aquí traigo el chico”(Lillo p., 21), esconde, en mi opinión, la deshumanización del personaje y su reducción a herramienta. Ante esto el capataz le contesta al padre de Pablo diciéndole: “..Debias tener lástima de sus pocos años i antes de enterrarlo aquí enviarlo a la escuela por algún tiempo”(Lillo p., 22). Enunciado que en su construcción está indicando el hecho de que entrar a trabajar a la mina será para Pablo como tirarse a su propio ataúd. Sin demora el Padre de Pablo le contesta al Capataz diciendo: “…Como hijo de mineros, su oficio será el de sus mayores que no tuvieron nunca otra escuela que la mina”(Lillo p., 23). El determinismo social que encierra ese diálogo y al que Pablo está sometido, es el mismo por el cual el hijo de un esclavo no tiene otra opción que ser esclavo[8]. Así que a Pablo le es otorgado su trabajo —o su condena— en donde “…Remplazara al hijo de José, el carretillero, aplastado ayer por la corrida” (Lillo p., 23). Con lo que una vez más resalta la reducción de los trabajadores a herramientas, de las cuales como el hijo de José ni siquiera importa su nombre, mucho menos su vida, su individualidad está reducida a un cargo, a un puesto, a una acción mecánica, ser carretillero.
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