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“CAMBIOS SOCIALES EN LAS ÚLTIMAS TRES DÉCADAS”


Enviado por   •  13 de Diciembre de 2021  •  Trabajo  •  4.263 Palabras (18 Páginas)  •  463 Visitas

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“CAMBIOS SOCIALES EN LAS ÚLTIMAS TRES DÉCADAS”

NOMBRE

IDETH ESPINOZA

RAMO

SOCIOLOGÍA

CONTENIDO

TRABAJO CAMBIOS SOCIALES

PROFESOR

OMAR MALDONADO

FECHA

06- 07- 2018

INTRODUCCION

En este trabajo identificaremos y desarrollaremos algunos cambios sociales ocurridos en las últimas tres décadas, es decir, en los años 1990, 2000 y 2010, en nuestro país. Específicamente nos referiremos a los cambios o transformaciones identificadas en torno a los siguientes ámbitos o fenómenos: pobreza, delincuencia, educación, familia, trabajo, salud, migraciones, medioambiente, ciencia y tecnología, cultura y arte.

Tomando en cuenta que el 11 de Marzo de 1990 asume como presidente de la República Patricio Aylwin, luego de 17 años de régimen militar, producto de la elección presidencial y parlamentaria de 1989, se inicia el largo y complejo proceso de transición democrático en Chile, con sus consecuentes cambios sociales.

Así el 11 de marzo de 1990 Patricio Aylwin se ciñe la banda presidencial en el edificio del Congreso Nacional en Valparaíso, poniendo fin a 17 años de dictadura militar. En el Poder Ejecutivo, durante esta etapa histórica entre los años 1990 y 2010, se suceden en el poder cuatro gobiernos de la coalición de centro izquierda, “Concertación de Partidos por la Democracia”; primero don Patricio Aylwin Azócar (1990-1994), luego don Eduardo Frei Ruiz Tagle (1994-2000), Ricardo Lagos Escobar (2000-2006) y Michelle Bachelet Jeria (2006-2010).

En el marco de estos gobiernos se circunscriben las temáticas y cambios sociales a desarrollar a continuación.

Ámbito/Fenómeno

Descripción y fundamentación de los cambios o transformaciones identificados

1

Pobreza

Según Macionis y Plummer (2011), en función de cómo se defina la pobreza, se puede afirmar que entre 1.300 millones y 3.000 millones de personas la sufren; esto es casi la mitad de la población mundial.

Siguiendo a estos mismos autores, existen muchas desigualdades entre los países, los ingresos globales están concentrados, el 20% más rico de la población mundial recibe el 80% de todos los ingresos y el 20% más pobre sobrevive con un 1% de los ingresos globales.

Existen países con renta alta, los cuales son ricos porque fueron los primeros que experimentaron las transformaciones producidas por la evolución industrial, lo

cual, según los autores antes mencionados, multiplicó por cien su capacidad productiva; entre ellos se encuentran la mayor parte de los países de Europa occidental. Estos países dominan los esfuerzos científicos del mundo y emplean la tecnología más compleja y productiva.

Los países de renta media han experimentado una industrialización limitada concentrada en las ciudades, la mitad de la población aún vive en áreas rurales y se dedican a la agricultura. Macionis y Plumer (2011) 

En cambio, en los países de renta baja, donde la mayoría de la población vive en condiciones de pobreza extrema, son principalmente agrícolas y con poca industria. Estos 60 países, se encuentran principalmente en África Central y Oriental, así como en Asía. Los países de renta baja (o lo que es lo mismo, los países más pobres del denominado Tercer Mundo) representan alrededor del 35 por ciento del territorio del planeta, pero contienen la mitad de la población mundial. Macionis y plumer (2011)

En Chile según Dagmar Raczynski Hacia 1990 los pobres eran más que en las dos décadas anteriores y tenían características diferentes: esperanzas demográficas de vida más altas; más años de escolaridad que sus padres; mejor acceso a los servicios de agua, luz y alcantarillado, a los medios masivos de comunicación, a servicios de salud, menor número de hijos por mujer, menor tamaño familiar. Casi no existen diferencias en el acceso a la educación básica y a los programas de salud materno infantil según nivel de ingreso de los hogares, (aunque existen diferencias significativas en la calidad de los servicios.

Los pobres residen principalmente en zonas urbanas (si bien la pobreza en ingreso es algo más severa en las zonas rurales) y son de origen urbano. En las ciudades, en particular las zonas metropolitanas, los pobres residen en lugares cada vez más alejados del centro de la ciudad y de su lugar de trabajo, enfrentando una situación de creciente segregación socio espacial frente al resto de los estratos sociales. Consecuencia de ello y del proceso de desconcentración y delegación de responsabilidades sociales hacia los municipios, las características, recursos y oportunidades en el territorio local repercuten en mayor medida que en el pasado sobre la calidad de la vida de los sectores pobres. Ello indica la pertinencia de aplicar criterios de focalización territorial. Por otra parte, han ocurrido cambios en la organización social y territorial de los sectores pobres, en particular los urbanos. En reacción a las crisis económicas, las altas tasas de desempleo, la caída en los salarios, los hogares (sus integrantes) han desplegado múltiples acciones individuales y colectivas para enfrentar sus necesidades más urgentes. La mujer desempeña en este ámbito un papel preponderante. Estas conductas llevaron a una mayor diversidad en la organización popular, vecinal y comunitaria en áreas de promotores, organizaciones religiosas y organismos no gubernamentales (ONG) que los apoyaron. Esta situación abre nuevas oportunidades para la gestión de programas sociales, que permiten innovar en las relaciones público-privadas y hacen más viables los procesos de participación social. Estrategias para combatir la pobreza en América Latina: Programas, instituciones y recursos (1995)

A continuación, veremos una evaluación de la pobreza, el informe de desarrollo social 2015, realizado por el Ministerio de desarrollo Social:

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En esta gráfica podemos ver que la pobreza en el periodo 2006-2013 disminuyó significativamente, la incidencia de la pobreza y la pobreza extrema por ingresos en todas las regiones del país presenta fluctuaciones a la baja. La mayor reducción de tasa de pobreza en el periodo se observa en: Los Ríos, El Maule, Coquimbo, La Araucanía, y el Biobío. Ministerio de desarrollo social, (2015)

2

Delincuencia

Según Macionis y Plummer (2011) el delito es claramente un tipo específico de desviación social, es decir, correspondería a una transgresión de las normas legales de un país y la delincuencia sería entonces, un fenómeno social de transgresión de las leyes instituidas.

Existen muchos tipos de delitos, de acuerdo a lo cual, como conductas desviadas tienen diversas reacciones en las sociedades, pudiendo algunos pasar desapercibidos, mientras que otros pueden dar lugar a respuestas muy severas. Por ejemplo, los delitos de mayor connotación pública, según la Fundación Paz Ciudadana en el año 1996, serían: robo, homicidio, violación y drogas.

Según la Dirección de Orden y de Seguridad de Carabineros de Chile, la delincuencia es un componente social no deseado; es un fenómeno creciente, con ciclos de frecuencia en períodos determinados de tiempo, asociados a la dinámica social, es decir, según el desarrollo económico de una sociedad o país, puede haber mayor o menor frecuencia de delitos. Así por ejemplo, en países desarrollados existiría un crecimiento uniforme en el tiempo, mientras que en países en vías de desarrollo, la delincuencia tiene un crecimiento irregular con frecuencias altas y bajas cíclicas.

En nuestro país, según los registros de Carabineros de Chile y Fiscalía Nacional, la frecuencia del delito de robo por ejemplo, fue de alrededor de 64.000 casos en el año 1985, con una curva creciente durante los años siguientes, para descender en los años 1988 y 1989; y a partir de ese año, la curva asciende bruscamente, alcanzando su punto más alto en el año 1991, con aproximadamente 84.000 casos. Luego de estas estadísticas, en los años siguientes se registra un decrecimiento constante hasta el año 1995. Posteriormente en el año 2004, se registran 34.850 casos y en el año 2010, 41.037 casos.

Estos datos confirmarían las variaciones cíclicas en las frecuencias del delito de robo, dando cuenta de que respecto de este delito específico no habrían mayores cambios sociales en las últimas tres décadas, reproduciéndose las frecuencias irregulares de los países en vías de desarrollo.

Si analizamos los datos respecto de los homicidios, tenemos que en el año 1990 se registraron 400 casos, luego en el año 1995 menos de 300 y posteriormente en el año 2004, aumentaron a 826 casos y en el año 2010 disminuyeron a 695. Lo cual daría cuenta de que respecto a este delito de gran connotación y gravedad, el comportamiento es similar a las fluctuaciones en la frecuencia de los robos, con variaciones que no permiten identificar un cambio social, solo variaciones que se explicarían con el aumento de la población.

Sin embargo, respecto del delito de violación, los registros demuestran un aumento constante en el tiempo. En el año 1990 hubieron un poco menos de 800 casos, en el año 1995 aumentaron a 900, y luego en el año 2004, se incrementaron hasta la cifra de 8.247 casos y posteriormente en el año 2010 esta cifra aumentó a 8.602 casos. Sin perjuicio de lo anterior, cabe destacar, que el aumento considerable en el número de casos registrados puede relacionarse con los cambios sociales que han permitido y favorecido el aumento de las personas denunciantes.

Otro antecedente a considerar es que las tasas más altas de delincuencia se encuentran en los centros urbanos, siendo las regiones más pobladas las que presentan mayores índices de delitos de alta connotación pública. Lo cual confirmaría la idea de que la delincuencia estaría asociada al nivel de desarrollo económico y que las fluctuaciones que presentan las estadísticas de delitos en las últimas décadas se corresponden con nuestro país en vías de desarrollo. Y en este sentido, la delincuencia en nuestro país seguiría patrones predefinidos y no presentaría cambios radicales que destaquen entre los años 1990 y 2010.

3

Educación

4

Familia

Según Macionis y Plummer (2011) desde hace mucho tiempo los sociólogos han definido a la familia como una institución social que agrupa a los individuos en grupos cooperativos encargados de tener y cuidar a los niños. Estas unidades sociales se basan en el parentesco, un vínculo social basado en la sangre, el matrimonio o la adopción, que agrupa a los individuos en familias. Si bien existen familias en todas las sociedades, quiénes están agrupados bajo el parentesco es una cuestión que ha variado a lo largo de la historia humana, y varía de unas culturas a otras.

Durante el siglo XX, la mayoría de la gente ha entendido la unidad familiar como un grupo social formado por dos o más personas, relacionadas entere sí por lazos de sangre, matrimonio o adopción y que, por lo general, viven juntas. Las personas nacen en una familia compuesta por padres e hijos, la cual se denomina a veces familia de orientación, porque este grupo es central en la socialización. En la edad adulta las familias forman una familia de procreación, con el fin de tener o adoptar hijos. En todo el mundo las familias se forman por matrimonio, una relación sancionada legalmente, que incluye la cooperación económica, la actividad sexual y el cuidado de los niños, y que la mayoría de la gente espera que sea duradera. (Macionis y Plummer, 2011: p.539).

En la actualidad muchas personas critican que solo se denominen “familias” a aquellas parejas casadas con niños, porque ello podría implicar que todo el mundo tiene que seguir esta pauta. A medida que un número creciente de individuos forja lazos familiares no tradicionales, muchos piensan ahora en el parentesco en términos de familias de afinidad o familias de elección. (Macionis y Plummer, 2011:p.540).

Según el paradigma funcionalista, la familia cumple ciertos objetivos básicos. Los sociólogos han desarrollado largas listas de funciones que cumplen las familias y han debatido sobre cómo estas han cambiado a través del tiempo.

  • Socialización: la familia constituye el lugar más importante para la socialización. Idealmente los padres enseñan a sus hijos a ser miembros bien integrados en la sociedad.
  • Regulación de la actividad sexual: una regulación universal es el tabú del incesto, una norma cultural que prohíbe las relaciones sexuales o el matrimonio entre parientes. En primer lugar, el tabú del incesto minimiza la competición sexual en las familias al restringir la sexualidad legítima a la practicada por los esposos. En segundo lugar, fuerza a la gente a que se case fuera del círculo de su familia inmediata.
  • Ubicación en la escala de estratificación social: las familias no son necesarias para que las personas se reproduzcan biológicamente, pero proporcionan a los niños una determinada ubicación o posición en la sociedad. La identidad social basada en la raza, la etnia, la religión y la clase social se fija en el nacimiento a través de la familia.
  • Seguridad material y emocional: la gente ha visto desde hace mucho tiempo a la familia como un paraíso en un mundo cruel, por lo que ha buscado en sus parientes protección física, apoyo emocional y asistencia económica. En mayor o menor medida casi todas las familias proporcionan estas ayudas, lo cual no impide que aparezcan conflictos periódicos. Si examinamos todas estas funciones en su conjunto, podemos entender por qué la familia a menudo se considera la columna vertebral de la sociedad. (Macionis y Plummer, 2011: p541- p542)

La familia chilena en el tiempo:

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Anuario de Estadísticas Vitales (1854-2008) INE.

Anuario de Justicia (1920-2002) INE.

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Estadísticas Vitales de (1854-2008). INE

5

Trabajo

El trabajo es una categoría central de la Sociología por la naturaleza colectiva del trabajo "humano" y el sistema de relaciones sociales que lo conforma. El Trabajo por definición es todo tipo de acción realizada por el hombre independientemente de sus características o circunstancias; significa que toda la actividad humana que se puede o se debe reconocer como trabajo, entre las múltiples actividades de las que el hombre es capaz y a las que está predispuesto por la naturaleza misma de su humanidad.

La necesidad de trabajar quizás tuvo su origen hace milenios, en el instinto básico del hombre de sobrevivir y perpetuarse como especie. En aquel mundo solo y hostil, el hombre debió utilizar todas sus potencialidades para proveerse de alimentos, elaborar su ropa y vivienda, fabricar sus utensilios, herramientas y armas, para protegerse y proteger a sus hijos.

En este sentido, el trabajo es todo lo que el hombre hace para su satisfacción, alegría y bienestar; toda la gama de actividades que satisfacen sus necesidades primarias, así como alcanzar la riqueza material y espiritual para el mismo, los suyos y su país.

La persona cuando realiza un trabajo puede tener diferentes finalidades. Si el trabajo se realiza para obtener ganancias económicas que nos garanticen la subsistencia, lo llamamos “trabajo productivo” o “remunerado”.

Existen múltiples categorizaciones del trabajo, dependiendo de quién las defina, para qué fines o funciones. Así por ejemplo, el INE (Instituto Nacional de Estadísticas) define como categoría para el análisis del trabajo a: empleadores, trabajadores por cuenta propia, asalariados, personal de servicio y familiar no remunerado.

La forma más utilizada para referirse al trabajo es con el concepto de empleo. La palabra empleo se refiere tanto a un trabajo como a una ocupación o un oficio; sin embargo, se usa más comúnmente para señalar a toda aquella actividad donde una persona es contratada para ejecutar una serie de tareas específicas por las cuales percibe una remuneración económica.

Durante el período 1990-1996, según el Banco Mundial, el comportamiento de la fuerza de trabajo se caracterizó por experimentar un crecimiento moderado, basado fundamentalmente en un aumento de la tasa de participación.

Este aumento significativo en la tasa de participación se relaciona con la fuerte incorporación de las mujeres a la fuerza de trabajo, sin embargo, ésta todavía es muy baja en nuestro país al compararla con cifras internacionales. Según el Informe sobre el Desarrollo Mundial del Banco Mundial elaborado el año 1997, la tasa de participación femenina en 1995 en Alemania era del 42%, en Estados Unidos 46%, en España 36%, Hong Kong 37%, Singapur 38%, Uruguay 40%, Colombia 37%.

En nuestro país, entre 1990 y 1996, la ocupación masculina mantuvo un ritmo de crecimiento promedio anual de 2,6%, en tanto la ocupación femenina se incrementó a una tasa promedio anual de 3,9%. Como resultado de estas tendencias, el porcentaje de mujeres en el total de ocupados aumentó desde 32,2% en 1990 a 33,9% en el año 1996 (informe de desarrollo del Banco Mundial).

A su vez en nuestro país de acuerdo con el Banco Mundial, el número de jóvenes en la fuerza de trabajo disminuyó, aumentando el número de personas de edad media y, especialmente, de los mayores de 65 años.

También en estos años se observó un aumento del nivel educacional de la fuerza de trabajo, ligado al incremento de las personas con educación superior completa y a una disminución de aquéllas con nivel educacional inferior a la enseñanza media incompleta.

Así mismo, la fuerza de trabajo residente en zonas rurales experimentó una disminución y las regiones donde estas zonas son más importantes mostraron un escaso crecimiento.

En este período también se observó un aumento de la participación en la fuerza de trabajo nacional, de la Región Metropolitana y un aumento de la participación de las regiones del norte, en perjuicio de las del sur del país.

Así como también, hubo un mayor crecimiento de la fuerza de trabajo entre las personas que no cumplen la función de jefe de hogar. En el caso de las mujeres, la tendencia es contraria, observándose un predominio de las jefas de hogar entre quienes se incorporaron al mercado laboral.

Otro aspecto destacable de este periodo es que se registra una importante reducción de la incidencia de la pobreza y de la indigencia en la fuerza de trabajo.

La ocupación en Chile creció a un promedio anual de 3,1% lo que significó la creación de 145.000 empleos anuales (INE). Sin embargo, este crecimiento no fue parejo a través del período 1990-1996, observándose fases de fuerte expansión (1990-1992) y otras donde el empleo creció en forma bastante más moderada (1992-1994). Este comportamiento es acorde con la trayectoria que exhibió la economía en este período, que atravesó sucesivas etapas de sobre expansión y ajuste (INE).

El crecimiento de la ocupación durante el período superó al de la fuerza de trabajo, permitiendo que la tasa de desocupación se redujera significativamente. La tasa de desocupación promedio bajó desde 8,3% en 1990, a 5,7% en 1996. La trayectoria de esta variable tampoco fue continua, observándose un repunte de la tasa de desocupación en 1994.

El crecimiento alcanzado por la ocupación permitió reducir la tasa de desocupación tanto de hombres como de mujeres. Entre 1990 y 1996, la tasa de desocupación femenina cayó, desde 9,6% a 7,3%, mientras la masculina se redujo desde 7,6% a 4,9%. En ambos casos, la tendencia a la baja se vio interrumpida en 1994, 1990 y 2011 (Registros del Banco Mundial).

Las cifras de ocupación por persona del año 1996 indicaban 121.042 ocupados, con un 8,6% de desocupados. Luego en el año 2000, 58.521 y una tasa de desocupación del 8,7%. Y posteriormente en la encuesta Nacional de Empleo de Diciembre de 2010, el total de la tasa de ocupación era del 55,1%, lo que equivale a 7.353.834 ocupados con contrato (INE).

A su vez, las tasas de crecimiento del empleo en las últimas tres décadas arrojan los siguientes resultados según el INE: en 1990 una tasa de 2,3%, en el año 2000, un 1,3% y finalmente en el año 2010 la tasa de crecimiento del empleo fue de 7%. Lo cual indica que luego de la incorporación de la mujer a la fuerza laboral hubo un incremento en la fuerza laboral y luego de esto, disminuyeron los indicadores de crecimiento para posteriormente, en la última década, es decir, en el 2010 aumentar progresivamente.

6

Salud

7

Migraciones

8

Medioambiente

9

Ciencia y tecnología

10

Cultura y arte

Macionis y Plummer (2011) señalan que la cultura comprende los valores, las creencias, las conductas, costumbres y las cosas materiales que conforman la vida de un pueblo. La cultura otorga herramientas para la solución de problemas del día a día, nos comunica con el pasado y orienta nuestro futuro. Existe mucha diversidad y variaciones entre culturas, que se relacionan con los diversos modos de comprender la vida y el mundo que nos rodea.

Según Clifford Geertz (1995) “el hombre es un animal suspendido en una red de significados que él mismo ha tejido, estoy convencido de que la cultura es esa red y, en consecuencia, su estudio no es una ciencia experimental a la búsqueda de una ley sino una búsqueda de significados” (Geertz, 1995;p. 5).

Para Schaefer (2012) la cultura es el conjunto completo de las costumbres, conocimientos, objetos y comportamientos socialmente aprendidos y transmitidos. Incluye las ideas, los valores y los artefactos. Y en este sentido, la cultura no hace referencia solo a las bellas artes y al gusto intelectual refinado; incluye también a todos los objetos e ideas dentro de una sociedad, incluyendo sus modismos, sus alimentos y su música.

Siguiendo los registros del ministerio de Arte y Cultura de nuestro país, en Marzo de 1990, el gobierno del Presidente Patricio Aylwin convocó a una Comisión Presidencial para atender la confección de un diagnóstico de la realidad cultural chilena. El presidente de esta comisión fue el sociólogo Manuel Antonio Garretón, y tuvo como misión fundamental elaborar una propuesta para la creación de una nueva institucionalidad cultural en el país.

En esos años las instituciones que tenían responsabilidad y administración de recursos públicos en materias culturales eran el Ministerio de Educación, el Ministerio Secretaría General de Gobierno, con su Secretaría de Comunicación y Cultura; el Ministerio de Obras Públicas y su oficina de Monumentos Nacionales de la Dirección de Arquitectura; el Ministerio de Relaciones Exteriores y su Dirección de Asuntos Culturales.

La Comisión entonces señaló que no había una institución para los asuntos de la comunidad artística y cultural y propone la creación del Consejo de la Cultura, concebido como un servicio público autónomo y descentralizado, dependiente directamente del Presidente de la República y cuya autoridad máxima tuviese rango de ministro.

En ese entonces, las problemáticas detectadas por esta comisión decían relación con la escasez de recursos, la dispersión administrativa, carencia de políticas y marco jurídico y carencias en la formación del personal encargado, además de descoordinación con otras áreas de desarrollo.

Además, la Comisión Garretón planteó la necesidad de incrementar el presupuesto nacional para cultura, aspecto que se concretó poco después, con la creación en el año 1992 del Fondo Nacional de Desarrollo de las Artes (FONDART).

Los cambios más importantes de comienzos de los 90 estuvieron dados por la aprobación de algunas leyes para el sector, como la Ley de Premios Nacionales en el año 1992; la Ley de Fomento del Libro y la Lectura Nº 19.227 de 1993; y la Ley Valdés o Ley 985 de 1990 que corresponde a la legislación respecto de las donaciones culturales.

Posteriormente, durante el gobierno del Presidente Eduardo Frei Ruiz Tagle se convocó a una nueva Comisión Asesora Presidencial en materias artísticas y culturales con el propósito de actualizar los diagnósticos y estudios, estudiar políticas de fomento de las actividades artístico culturales; revisar la institucionalidad cultural y proponer un esquema de organización, acorde con ese tiempo. Esta comisión en el año 1997 culminó con la redacción de un informe que señaló la necesidad de la creación de un Consejo Nacional de la Cultura y las Artes.

En 1998 el Gobierno de Frei patrocinó una iniciativa que ingresó al Congreso como el primer Proyecto de Ley para crear una institucionalidad cultural, y que reemplazaba la figura del Consejo por la creación de una Dirección Nacional de Cultura y un Fondo de Desarrollo Cultural.

Posteriormente en el año 2000 se sustituye el proyecto de una Dirección Nacional de Cultura por la creación del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, aprobándose la Ley N° 19.891 en el año 2003 que crea el CNCA y el Fondo Nacional de Desarrollo Cultural y las Artes.

El CNCA se definió como un servicio público autónomo, descentralizado y territorialmente desconcentrado promoviendo las artes, la cultura y la participación ciudadana.

En el año 2011, el gobierno de Sebastián Piñera anunció la propuesta de ley para la creación de un Ministerio de Cultura y Patrimonio, unificando en un solo organismo el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, y el Consejo de Monumentos Nacionales; que en el año 2013 se despacha como proyecto de ley e ingresa a la Cámara de Diputados para su tramitación.

De acuerdo con estos registros, en las últimas décadas ha habido avances considerables en las políticas de Estado respecto del fomento de las artes y cultura en nuestro país. No obstante, siguiendo las definiciones de cultura antes mencionadas, todavía faltaría bastante respecto de la valoración social de nuestras costumbres, comidas, música y conductas cotidianas que conforman nuestra cultura.

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