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COMO EVITAR LA CRISIS DEL COVID-19 SE TRANSFORME EN UNA CRISIS ALIMENTARIA


Enviado por   •  11 de Agosto de 2020  •  Informe  •  3.034 Palabras (13 Páginas)  •  100 Visitas

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COMO EVITAR LA CRISIS DEL COVID-19 SE TRANSFORME EN UNA CRISIS ALIMENTARIA

El COVID-19 pone en riesgo la alimentación:

La pandemia de la enfermedad por coronavirus (COVID-19) tiene un efecto en el sistema alimentario, por ello se ha dado un sistema de políticas para sostener la demanda y administrar el comercio alimentario en este estado de emergencia.

Hay cinco canales externos por el cual el COVID afecta a la región:

  • La disminución de las actividades económicas de sus principales socios comerciales y sus efectos
  • La caída de los precios de los productos primarios
  • La interrupción de las cadenas globales de valor
  • La menor demanda de turismo
  • La intensificación de la aversión y el empeoramiento de las condiciones financieras

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) a analizado las principales canales de impacto en la alimentación y la agricultura, los factores relevantes son: Demanda, Oferta y Comercio Internacional.

En muchos países la agricultura, los servicios médicos, suministros de energía, entre otros, se volvieron esenciales en estos tiempos de COVID-19.

La pandemia ha mostrado la importancia de cooperación entre países, organizaciones internacionales y entre sector público-privada. Él intercambio de experiencias hace que tengan buenas prácticas sin errores de cómo llevar el estado de emergencia en tiempos de COVID-19 para que los gobiernos evitan que la crisis sanitaria se transforme en crisis alimentaria.

Los mercados internacionales hasta ahora responden bien, pero su resiliencia no está garantizada si la pandemia se extiende con el tiempo:

  1. Flujo y existencia.

En los últimos tiempos el comercio agroalimentario a sido estable que el mundial total entre el 2007 y 2018 el comercio de los principales productos alimentarios (arroz, maíz, soya y trigo) aumentó su promedio acumulado. En la pandemia es favorable en existencia de los principales cereales (Arroz, maíz, trigo) entre el 2007 y el 2020 el maíz tuvo un crecimiento junto con el arroz y el trigo al principio de la crisis, por eso el sistema alimentario estaba bien abastecido.

Las existencias se concentran en un pequeño número de países, entre los que destacan China y los Estados Unidos, China tiene la mayor parte de la existencia del arroz y el maíz, el arroz a concentra en el país asiático, mientras el maíz de la Argentina, el Brasil y México entre las primeras seis décadas.

  1. Precio Internacionales.

La crisis de COVID-19 estuvo precedida una relativa estabilidad de precios en el 2016 y precios altos en el 2011 y 2015. En la actualidad, la producción de alimentos muestra una situación favorable especialmente en cereales, La emergencia ha coincidido en una reducción de precios internacionales en la mayoría de los grupos de productores básicos, los precios bajan, el único producto que ascendió fue el arroz y, cayó el precio del trigo y el maíz.

Por su parte los fertilizantes en el mercado mundial han mostrado una tendencia de baja desde finales del 2018.

Señales de alertas en los mercados nacionales de alimentos:

  1. La oferta: Prevención de fallas en la producción y distribución.

El sector alimentario es el más adaptable en tiempo de crisis que el promedio económico. Por lo general, los productos alimentarios son generados por empresas de un solo país, con pocos componentes sustituibles, esto contrasta con las cadenas globales de la industria con eslabones de gran dispersión geográfica y, que los productos tengan que cruzar grandes fronteras antes de llegar al consumidor final, ya que el teletrabajo no llega todos.

Para asegurar el financiamiento de las actividades productivas se ha implementado prolongas automáticas para créditos del sector de la agricultura.

La oferta de los alimentos también puede verse afectada por la interrupción debido a disrupciones lógicas.

  1. La demanda:
  1. Reducción de la capacidad de compra y cambio de dietas.

La recesión económica mundial aumentará la pobreza, el hambre y otras formas de inseguridad alimentaria, especialmente en los países con protección débil.

Se dice que el efecto de COVID-19 llevará a la perdida de 5% de la población económicamente activa, la pobreza podría incrementarse y la pobreza extrema aún peor.

Las personas en situación de pobreza del año 2020 aproximadamente serían de 84,3 mil. El número de personas en situación de pobreza extrema alcanzaría 53,4 mil en las áreas urbanas, porcentaje del total sería de 10.2% con el incremento de 10.2 mil más en el año 2020 y 30 mil en las áreas rurales, porcentaje total seria 25.2% con el incremento de 5.7 mil más en el año 2020. Se muestra que hay un incremento consecutivo a partir del 2014, donde el año 2020 presento más incremento que en los años pasados.

Muchos países de la región han llevado a cabo transferencias de ingresos en efectivo u otras formas de asistencia alimentaria, de acuerdo con sus condiciones operativas y experiencia. El Estado Plurinacional de Bolivia y El Salvador han optado por realizar transferencias en efectivo, mientras que en otros como Chile, Guatemala y Honduras se reparten canastas de alimentos. En algunos países se han reforzado los programas complementarios de alimentación dirigidos a la población más vulnerable, creando nuevas líneas o ampliando sus coberturas.

  1. Cambios en los patrones de consumo y uso de los alimentos

La caída de los ingresos probablemente cambiará la dieta de los hogares y de las personas que destinan un alto porcentaje de sus gastos totales a la alimentación. En estas circunstancias se suelen reemplazar alimentos más nutritivos y caros por otros más baratos y con mayor contenido de grasas saturadas, azúcar, sodio y calorías. Esto agravará la desigualdad nutricional que precedía a la pandemia.

Tras la crisis de la pandemia, se ha reducido el acceso a alimentos frescos como las frutas y verduras. La limitación del número de salidas para comprar alimentos favorece la compra de productos no perecederos y, en muchos casos, altamente procesados, lo que tiene efectos negativos en la calidad nutricional de la dieta.

  1.  Alza de los precios locales de los alimentos

 El COVID-19 ha incrementado el riesgo de volatilidad de la trayectoria futura de los precios locales de los alimentos. Se observan alzas en algunos productos, y el índice de precios de los alimentos ha aumentado más que el índice de precios al consumidor (IPC)

La devaluación de las monedas presiona al alza los precios de los alimentos, sobre todo cuando el componente importado de estos es elevado. Entre enero y abril de 2020, se produjeron caídas significativas del bolívar (-41%), el peso mexicano (-22,7%), el real (-22,4%), el peso colombiano (-16,4%), el peso uruguayo (-14,2%), el peso chileno (-9,4%), y el peso argentino (-8,5%).

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