CUENTOS CORTOS

CATORCE MINUTOS

Domingo veintidós, 15:10 de un día de sol, jugando en la orilla del mar, la pequeña Luz reía y gritaba con sus amigos porque se veían varios peces en la arena y era motivo de diversión. Sin previo aviso la tierra comenzó a moverse cada vez más fuerte que no podía mantenerse en pie, con el miedo en sus ojos, tomo a su hermana más pequeña de la mano, sin soltarla esperaron que llegara algún rostro conocido y sin explicaciones todos a su alrededor comenzaron a correr en dirección al cerro, ella asustada comenzó a llorar y a buscar a su mamá, de pronto una mano la tomo fuerte del brazo, era papá al rescate, su pequeño cuerpo flotaba por el aire ya que no podía seguir el ritmo de los adultos y con su corazón a mil, solo quería saber dónde estaba mamá. Sorpresa cuando llegó a lo mas alto del cerro, el mar donde jugaba cada día estaba tan enojado que rápidamente se trago su casa y la de muchas personas, entre mucho ruido, gritos, llantos pudo ver acercarse a mamá, solo quería llegar a ella. Cuando al fin pudieron estar juntas, sólo quería saber que estaba pasando, pero nadie le explicaba nada, al parecer nadie sabía lo que estaba sucediendo.

Con el ruido del mar enojado, los gritos y llantos de otras personas, lo desconocido que nadie podía explicar a una pequeña niña, sólo restaba mirar como su casa se iba por el mar con todos sus recuerdos, sin importar nada. Ver desde lo alto del cerro, como el mar cambiaba de color, cada vez mas oscuro y sucio, las olas eran gigantes y la tierra se habría para comer todo a su paso.

De estatura, no superaba el metro veinte, delgada, sólo con un pantalón corto, una polera roja, descalza y de cortos nueve años, la pequeña Luz vivía un momento histórico del cual jamás imaginó sobrevivir. Tres hermanos, Pedro de 15, Luz de 9 y la más pequeñita María de sólo 5, quedaron con lo que vestían, esperaron muchas horas hasta que de pronto pudieron comenzar a bajar del cerro, su madre, llamaba a gritos a su hijo mayor, Pedro, que no parecía por ninguna parte, de pronto y a lo lejos, ven a un hombre de estatura pequeña que conocía a su hermano y no tenía buenas noticias. Estaba muerto en la orilla de la playa, o al menos lo que quedaba de ella, en medio del desastre, entre tablas de casas flotando a su alrededor, el cuerpo sin vida de su hermano fue reconocido por su papá, por su ropa. Con el corazón destrozado, deciden salir de ese pueblo, rumbo a Valdivia, el pueblo ya estaba sin energía eléctrica, llegaba la noche y aún tenían que cruzar el mar desde Corral a Niebla en busca de ayuda, ningún pescador quería cruzar, el sol apagaba su ultimo rayito, cuando escuchan una voz que les grita con fuerza, “yo los llevaré”, aún asustada y con frio, sin saber que sucedía, suben a ese bote para escapar de ese pueblo en donde a cada momento seguía temblando y sin nada más que el miedo a lo desconocido, suben agradecidos de ese pescador, confiando en Dios y recibiendo la ayuda necesaria para poder trasladarse, en medio su hermano acostado y a cada lado una pequeña, junto con mamá, papá y el pescador, se cubren las cabezas con una carpa y emprenden su destino, entre llantos y gritos de miedo logran llegar a orillas de Niebla, donde carabineros los esperaban para brindar los primeros auxilios, personal médico y bomberos.

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