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Capital Social


Enviado por   •  22 de Marzo de 2013  •  2.646 Palabras (11 Páginas)  •  456 Visitas

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CAPITAL SOCIAL

El capital social es un recurso, pasivo que representa una deuda de la sociedad frente a los socios, originada por los aportes que éstos realizaron para el desarrollo de las actividades económicas contempladas en el objeto social. Esta cifra permanece invariable, salvo que se cumplan los procedimientos jurídicos establecidos para aumentar esta cifra o disminuirla.

Cuando se busca una definición de capital social, siguiendo a los autores que más han trabajado el término, lo que se encuentra es una gran diversidad en los planteos, lo cual resulta lógico tratándose de un paradigma emergente sobre el cual las ciencias sociales aun deberán profundizar mucho. Sin embargo, y a riesgo de simplificar un debate muy rico, puede sistematizarse cierto consenso en torno a que el capital social son las redes y los comportamientos de reciprocidad, cultura y cooperación que emanan de ellas (Putnam, 1993; Herreros y Criados, 2001; Putnam y Goss, 2003; por ejemplo). Es por lo tanto un recurso que pueden disponer las personas al formar parte de redes sociales y que combinado con otro tipo de recurso (físico, monetario, conocimientos, etc.) les permiten el logro de determinados objetivos como ser satisfacer necesidades, mejoras en el bienestar o superar situaciones adversas de distinta naturaleza Esta definición, deudora de la tradición iniciada por Robert Putnam en su estudio sobre el civismo en Italia (Putnam, 1993) tiene algunas inconsistencias que vale la pena aclarar. Primeramente hace referencia a un solo tipo de organización social entre las muy variadas que los seres humanos han inventado para vivir en comunidad. Como es sabido las redes constituyen una suerte de arreglo social caracterizado por la horizontalidad e independencia entre los miembros (Börzel, 1997) y cierto tipo de democracia interna en la toma de decisiones.

Ciertamente algunas organizaciones como las asociaciones deportivas o los corales, muy bien analizadas por Putnam, pueden presentar las características de las redes anotadas en el párrafo anterior. También es cierto que en este tipo de organizaciones es dable esperar una cultura de reciprocidad y confianza generalizada entre sus miembros y por lo tanto, reservorios de capital social por excelencia. Pero no es menos cierto que se está dejando fuera a otras formas organizativas caracterizadas por la verticalidad y jerarquía (la familia o las empresas, por solo citar dos ejemplos) que también constituyen espacios de generación de capital social para los individuos que las integran. Es fundamental, entonces, hacer el esfuerzo por ir más allá de las redes y ampliar el campo de la definición a otros tipos de arreglos organizativos.

En el contexto del presente trabajo, que intenta utilizar el concepto de capital social para repensar las políticas sociales, es clave esta distinción analítica. Como es sabido, los cambios institucionales en el plano cultural o emocional son lentos y graduales (North, 1990). Es de esperar entonces que un agente externo no tenga una gran incidencia directa sobre el plano cognoscitivo en un horizonte temporal razonable. En el capital social cognoscitivo opera fuertemente lo que Putnam denominó trayectoria de la dependencia, explicación central de las diferencias entre el norte y el sur de Italia. Sin embargo en el plano estructural es en el cual se pueden concentrar las acciones de políticas destinadas a incrementar la existencia de capital social. Es por lo tanto el plano privilegiado de acción de las políticas sociales, aunque no exclusivo ni en forma descoordinada del otro plano analítico: el cognoscitivo. En este trabajo se entiende por capital social a la capacidad que pueden desarrollar los grupos humanos de emprender acciones colectivas que redunden en un beneficio mutuo. Esta capacidad radica tanto en la institucionalidad que rige la vida grupal o comunitaria (leyes, procedimientos, medios de comunicación, forma de resolver conflictos, controles y sanciones), como en las normas y hábitos compartidos.

Con esta definición se intenta cumplir con las condiciones teóricas y metodológicas propuestas por Portes (1998):

- realizar la conceptualización del capital social independientemente de los efectos esperados;

- establecer cierta causalidad entre las causas del capital social y los posibles resultados;

- tratar de aislar los resultados del capital social de otros factores que puedan contribuir;

- hacer un rescate histórico de los orígenes del capital social.

El énfasis en que las acciones colectivas deben lograr beneficio mutuo está puesto por la necesidad de dejar de lado las acciones que perjudican a algunos individuos tratando de brindar beneficios a otros, lo que daría un resultado social en términos agregados de suma cero o incluso negativo.

Como toda forma de capital, el capital social cuenta con recursos o insumos que facilitan su aparición y acumulación. Para los fines de este trabajo se identifican como insumos la historia en común, los lazos de familia y vecindad así como elementos identificados que posibilitan una cultura de confianza entre los individuos; estos insumos, de carácter emocional, se complementan con un marco de funcionamiento que posibilitan las relaciones entre los individuos o recurso estructural de la comunidad.

HACIA LA OPERATIVIDAD DEL CONCEPTO

En la literatura existente sobre el tema del capital social se constata un consenso de la necesidad de hacer operativo el concepto para fines de investigación y también para la inclusión del mismo en programas y proyectos de desarrollo social y promoción humana. Si bien parte del desarrollo conceptual del capital social es entendido como la reserva de activos que tiene un individuo al estar en condiciones de reclamar reciprocidad difusa de sus pares pertenecientes a alguna expresión asociativa, en esta sección se concentrará la atención en el capital social como un atributo de los grupos y asociaciones más allá de las personas que los integran.

En términos generales, y para los fines que se plantean en el presente apartado, se considerará al capital social como un recurso creado a partir de la capacidad de generar asociaciones y redes de contactos, por parte de algunas comunidades, en base a una situación de confianza más o menos generalizada. Es decir que se considera implícitamente una relación de causalidad desde un clima de confianza social hacia la aparición de asociaciones de miembros de la comunidad.

Por su parte Durston (2002) aporta una tipología más amplia y encuentra seis formas de capital social con sus diferentes dinámicas. La primer forma es el “capital social individual”, constituido por las relaciones entre dos personas y se extiende a través de redes ego centradas. Una segunda forma lo constituye el “capital

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