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Características Del Alumno


Enviado por   •  16 de Septiembre de 2014  •  1.583 Palabras (7 Páginas)  •  338 Visitas

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Origen de la palabra alumno

Dentro de este mundo con tantos cambios y cuestionamientos, nos surge una inquietud que se concreta en la siguiente pregunta:

¿Por qué tenemos que llamar a nuestros estudiantes “alumnos”?

El origen griego:

Desde el punto de vista de la etimología, “alumno” deriva de a = sin; y lumen = luz.

En otras palabras un estudiante es el “sin luz”.

Es la persona que no tiene la luz del conocimiento, que es ignorante y por lo tanto necesita de alguien que lo ilumine, a este alguien se le llama “maestro” o docente.

Esta definición, muy clara por cierto, es la que ha dominado el mundo en todo el siglo XX y está entrando al s. XXI con cierta fuerza si es que no nos damos cuenta de lo que estamos entendiendo.

Por supuesto, no tiene nada que ver con la concepción de “Alumno” que mantenía Sócrates, con su famoso método “mayéutica”, quien en la escuela “peripatética” ayudaba a sus discípulos a “dar a luz” sus propias ideas, a defender sus opiniones, a reflexionar y discutiendo, mejorar su conocimiento en un proceso de “paseo” y de diálogo.

En otras palabras, Sócrates enseñaba algo muy elemental que recién hoy lo re-descubrimos: “vivir con ideas propias y no con ajenas”. Por lo tanto, no se trata de recitar fórmulas o conocimientos a ciegas, sin la propia convicción.

Cualquier estudiante, ante cualquier tema debería ser capaz de decir su propia palabra, su propia convicción y todo aprendizaje debería estar encaminado al desarrollo de esta competencia. Nunca un estudiante debería repetir a ciegas lo que le dijo el maestro, o el texto, o porque “está en el programa hay que aprenderlo”

Mayéutica es el ayudar o facilitar a “dar a luz”, el ayudar a desarrollar el propio conocimiento.

Lenguaje, desarrollo histórico y cultura.

Siglo XX.

El lenguaje que usamos como instrumento de comunicación está determinado por el significado que le damos a las palabras.

Este significado depende del paradigma en el que nos movemos o dicho de otra forma, depende de la filosofía de vida, de la cultura y del nivel de desarrollo de nuestras capacidades para poder entender con la misma palabra una u otra cosa. Es decir, la comunicación es el arte de poder expresar en palabras, gestos o con el silencio nuestras ideas y sentimientos según el propio valor que le damos.

Cuando decimos “alumno” estamos expresando inconscientemente, el valor que le damos al estudiante, es decir, a la persona que no tiene luz y que el “iluminado” del profesor se la dará.

Está basado en una filosofía determinada, es decir, en una concepción de sociedad, de persona humana, de educación, de política, etc. Es decir, es todo un paradigma el que sustenta este concepto, que se traduce en una sola palabra: hacer educación.

Esta concepción corresponde al paradigma racional donde el Ser trascendente ha sido sustituido por el dios de la razón. Se inicia con la revolución científica del s. XV y llega a su esplendor en el s. XX con la proliferación de las ciencias, del conocimiento y la tecnología. Cada vez sabemos más de cada vez menos. Esto es lo que se llama el “conductismo” basado en la teoría de Paulov de los reflejos condicionados y en la teoría sobre el aprendizaje de Skinner.

La educación viene de fuera hacia adentro, se la da en periodos más o menos cortos de la vida con un currículum fragmentado y en momentos espasmódicos y esporádicos de exámenes.

Esta concepción ha permitido elaborar textos escolares, cada vez más estimulantes para permitir una conducta esperada, ha permitido organizar la gradación escolar, media y superior, ha permitido elaborar una serie de técnicas cada vez más sofisticadas como los “textos auto programados”, para permitir un “aprendizaje” mejor (léase, una iluminación mejor) y por último ha permitido elaborar los sistemas más refinados de evaluación, es decir de medición del grado de aprendizaje de la conducta esperada (depósito o grabación) según la programación pre establecida. Para toda esta parafernalia se ha construido un andamiaje administrativo perfecto que garantiza la marcha del sistema.

Siglo XXI.

Paradójicamente, este inmenso desarrollo también ha permitido el cuestionar el paradigma a la luz de los resultados del mundo y de la sociedad de hoy. La educación se convierte en el mejor y más eficaz instrumento del cambio.

Empieza a derrumbarse el antiguo paradigma y empieza a nacer un nuevo con características diferentes a las anteriormente nombradas. A este nuevo enfoque se le llama “paradigma sinérgico”.

Supone una concepción, una filosofía distinta de la anterior. No la anula, tan sólo la absorbe y mejora cualitativamente en un proceso de maduración de la humanidad.

Esta maduración, supone también la maduración de la ciencia, de la moral, del sentido político, social de la sociedad.

El siglo XXI nos depara una nueva concepción de educación basada

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