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Cultura Ambiental


Enviado por   •  30 de Septiembre de 2014  •  2.180 Palabras (9 Páginas)  •  332 Visitas

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UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA NACIONAL

LICENCIATURA EN INTERVENCIÓN EDUCATIVA

CULTURA AMBIENTAL

PROGRAMA INDICATIVO

CURSO OPTATIVO

8 CRÉDITOS 4 HORAS

ELABORARON:

MTRO. RAFAEL TONATIUH RAMÍREZ BELTRÁN.

LIC. NANCY V. BENITEZ ESQUIVEL

ENERO

2004

1.- NOMBRE DEL CURSO

CULTURA AMBIENTAL

2.- PRESENTACIÓN

Cultura Ambiental es una materia optativa de la Licenciatura en Intervención Educativa que el estudiante puede elegir para profundizar y/o complementar la formación profesional. En ella, el futuro licenciado en Intervención Educativa adquirirá algunos elementos conceptuales, instrumentales y actitudinales que contribuyan a la formación de una cultura cívica cotidiana de protección ambiental en las comunidades. Para esto es indispensable que el estudiante construya una visión clara de la forma en que la crisis ambiental –civilizatoria– global se manifiesta cotidianamente en el entorno próximo a través de la identificación de problemas ambientales (incluidos los problemas sociales). Esta visión se complementa con el planteamiento de acciones prácticas contenidas en proyectos que pueden ir conformando una cultura ambiental, que prevenga, contenga, revierta y/o colabore a solucionar el deterioro ambiental.

En este contexto, la cultura ambiental debe entenderse como un saber interdisciplinario, dado que en su núcleo se pueden integrar diversas disciplinas que aporten conceptos, metodologías y herramientas para entender la complejidad ambiental.

La cultura ambiental es entonces un objeto de intervención educativa y a la vez un medio para la solución de problemas, bajo el esquema de pensar globalmente y actuar localmente. También a la inversa: pensar localmente y buscar el impacto global.

Como objeto de estudio, la cultura ambiental es un conocimiento necesario – impostergable– para la generación presente y para las futuras lo será aún más. No es una opción. Es un asunto que nos compete y compromete a todos. Lo que está en juego no es sólo un problema ético, sino de la supervivencia de la vida en el planeta tierra y de la especie humana en particular, por el insostenible uso de los recursos naturales impuesto por el modelo de desarrollo económico dominante. Las prácticas socio-ambientales cotidianas, en las civilizaciones modernas, son evidencia de una cosmovisión a veces sincrética, con raíces históricas de diversa profundidad y se encuentran influidas por una multiplicidad de factores sociales, económicos y políticos, evidentes en una cultura occidental avasalladora en la imposición de formas de producción y consumo.

Construir una racionalidad social y ambiental alternativa pasará inevitablemente por la construcción de una cultura ambiental y ésta, a su vez, por una labor educativa consciente del reto y capaz de enfrentarlo.

En consecuencia, se ha considerado que una manera factible de intervenir en la cultura, transformándola en ambiental, se logrará a partir de la identificación, problematización, análisis y modificación de prácticas concretas que tienen lugar en el espacio escolar o en su contexto inmediato, buscando formas de participación colectiva y organizada. Con ello se amplía el panorama de posibilidades para una intervención educativa eficaz, que puede ir desde un trabajo docente globalizador que incluya la dimensión ambiental en el ámbito del salón de clase, una gestión institucional que considere a todos sus actores, espacios y recursos, a través, por ejemplo, de un proyecto escolar, o incluso programas comunitarios de más amplio alcance que pueden ser diseñados y coordinados desde instancias públicas extraescolares.

Una orientación necesaria es la complejidad. La cultura ambiental no se puede reducir al fomento de hábitos parcelados, mecánicos y verticales como poner la basura en su lugar, separar los desechos, cerrar la llave del agua o apagar la luz, los cuales, sin duda son benéficos, pero de corto alcance y escaso valor educativo. La cultura ambiental supera el voluntarismo desinformado y la acciones por moda. Es más bien un enfoque centrado en las prácticas permite profundizar en los valores culturales de una comunidad, el reconocimiento de su historia, su ubicación en un contexto histórico cambiante, que obedece a inercias homogéneas no siempre acordes a las condiciones sociales y naturales de las comunidades cuyos efectos impactan de diversas maneras en la cultura y la vida propias. Una mirada que no renuncie a percibir las relaciones múltiples en tiempo y espacio de lo que se hace, se deshace o deja de hacerse es una oportunidad de construir una identidad sólida, siempre deseable como resultado de la educación.

Así, convendrá más reflexionar acerca del origen de los desechos que se producen en la escuela, acerca de los motivos que llevan a consumir lo que más desechos genera, acerca de la forma en que se obtenía el agua en el pasado, la forma en que se conservaba y tal vez, la forma en que se fue contaminando y agotando, para proponer su manejo en forma sustentable; o también preguntarse desde cuándo la comunidad cuenta con energía eléctrica, cómo se produce y para qué se usa, qué beneficios trae, quién se beneficia más de ella, por qué es necesario cubrir sus costos y qué significado tiene en un contexto nacional, qué son las energías alternativas y/o renovables. Ejemplos de prácticas ambientales susceptibles de reflexiones como las aquí propuestas son: las formas de recreación y turismo, la alimentación, la preparación de los alimentos, la forma de tratamiento de las enfermedades por curar o prevención, el uso de medios de transporte, el uso de útiles y materiales escolares, las formas de construcción de la vivienda, las fuentes de ingreso económico de la comunidad, las fiestas y tradiciones, el mejor aprovechamiento de los recursos naturales de la localidad, etcétera. También pueden tratarse prácticas como el tabaquismo, la delincuencia, la drogadicción, o el alcoholismo, evitando actitudes catastrofistas, amarillistas, sectarias o alarmistas, analizándolos en relación con otros problemas con de mapas conceptuales o redes de conocimiento, evitando la visión uní-causal de los fenómenos . Este tipo de temas generalmente recibe un tratamiento poco reflexivo que se reduce a “slogans” sin contenido significativo.

Otra orientación insoslayable es la participación. Si la cultura ambiental no es algo estático ni dado desde fuera solamente, entonces es modificable y mejorable en beneficio de la comunidad y mediante la organización y el compromiso.

Por último cabe señalar que este curso es una oportunidad para que el estudiante recupere, en una forma específica, el sentido esencial de la licenciatura:

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