Cultura Contemporanea
Enviado por lamariadelcarmen • 3 de Noviembre de 2013 • 8.433 Palabras (34 Páginas) • 440 Visitas
Cultura Contemporánea
Clase 2
Texto: Ortiz, Renato: “Modernidad y espacio, Benjamín en Paris”.
Resumen del Texto
Introducción
Presentando definiciones para los conceptos de memoria colectiva y memoria nacional, el autor confronta sus orígenes y significados aludiendo la interioridad de la memoria colectiva en los sujetos y a la exterioridad de la memoria nacional, la cual, según él, no es más que una, “tradición inventada”. Presentando como ejemplo los vaivenes de las festividades y símbolos patrios de la Francia post revolución arriba al interrogante que intentará desglosar a lo largo del texto: “¿Cuál será la relación entre este espacio de integración nacional y el advenimiento de las sociedades modernas? ¿No sería el espacio y el tiempo de la modernidad una consecuencia de esa memoria nacional?”
Refutando a Charles Rearick, quien establece una estrecha relación entre la formación de dicha memoria nacional y la configuración del espacio y el tiempo de la modernidad, Ortiz, en cambio, señala que muchas de las nociones de espacio y tiempo no responden al proceso de formación de la memoria nacional y a su ideología, sino a necesidades que tiene su origen en la sociedad misma y sus formas de organización.
El espacio y el tiempo en la Francia de la restauración
La configuración que allí se observa muestra que la realidad de la calidad del transporte y los caminos, sumado a las obras de infraestructura impulsadas por el estado (muro de la ciudad) arrojan un panorama “acotado” en el que las relaciones comerciales y de vida cotidiana se desarrollan en un espacio con poca movilidad, es decir, si bien se realizaban desplazamientos de orden laboral, comercial, etc, éstos tenían lugar en espacios contenidos y asilados entre sí. Como diría Philippe Aries, la vieja Paris era como “una red bastante densa de pequeñas células autónomas, sin relación entre ellas”.
Con el surgimiento del interés en la explotación del transporte y del principio de circulación (y su posterior regulación) la situación cambia en el transcurso de unos pocos años drásticamente, allí se observa una intensificación de la circulación, no sólo consecuencia de la posibilidad de transporte sino también de necesidades e intereses intrínsecos de la sociedad parisina de entonces que sufría una reestructuración del tejido social en el cual las clases sociales mas acomodadas vivían entrelazadas en populosos edificios con la servidumbre y clases bajas, así pues se observa un fenómeno migratorio de los ricos hacia el oeste, mientras que los trabajadores migran al oeste buscando proximidad a las zonas fabriles. Estamos aquí presenciando una transformación del espacio urbano de Paris, en el que la ciudad de divide, se especializa, se reconfigura. Ante esta nueva situación resulta imprescindible a las autoridades regularizar la circulación de personas, carruajes, vehículos, etc. en lo que podría considerarse el primer antecedente de una “política de urbanización” en el sentido moderno. Las iniciativas del barón Haussman sin embargo poseen un trasfondo político militar que no puede ser dejado a un lado -ya que la estructura de las calles angostas facilitaba el asentamiento de barricadas y motines- ; apoyado en un discurso higienista, con el consentimiento de gran parte de la clase dirigente y gran parte del capital privado (que claro está quedaría a cargo de las reformas urbanísticas) se procedió a una reconstrucción sistemática de la ciudad y de su forma de administración.
Además de calles, avenidas, puentes, plazas, un sistema de desagües y canales conectando los puntos neurálgicos de la ciudad y uniéndolos con las estaciones ferroviarias se crearon las entidades administrativas destinadas a atender de “manera más eficiente las exigencias de dicha planificación”. Un cambio notorio es el que Haussman, basándose en un principio organicista, realiza sobre el tamaño de las calles y con la creación de aceras y bulevares (que para entonces no existían) las cuales se tornan de vital importancia para la circulación quitándole lugar e importancia a las moradas parisinas de la época, privilegiando así la movilidad de personas y vehículos.
Reacciones, nuevos comportamientos y fenómenos pueden verse en todos los estratos de la sociedad.
El tren y su influencia en la noción de tiempo y espacio
Si bien las primeras concepciones acerca de su explotación se limitaban a un traslado más económico de mercaderías para las empresas o como un intermediario entre los canales fluviales y las vías terrestres, en cuanto la noción de sistema cobra importancia en la organización de la ciudad, es cuando la vía férrea tiene realmente un desarrollo que influye en la vida socioeconómica de la ciudad.
En la década del 30, la visión económica del tren, es reemplazada por otra que contempla al tren como un sistema de transporte totalmente nuevo capaz de poner en contacto espacios remotos o distantes y es el principal responsable de romper el aislamiento local en el que se encontraba el país. Aquí se observa un cambio en la forma de representar y organizar el territorio, el cual pasa a ser entendido como una red compleja de sistemas que tiene a Paris como su centro.
Como el autor señala citando a Schivelbush, la comprensión de espacio y tiempo, no refiere solamente a unidades matemáticas de medida, sino también a conceptos forjados socialmente, y una muestra de ello, son los cambios que el sistema de ferrocarriles provocó en Francia y toda Europa con respecto a las nociones intuitivas de tiempo y distancia.
La posibilidad de transportarse a velocidades mucho mayores y sin los percances de paradas, peajes, conexiones de rutas, etc. “suprimió” el espacio existente entre dos puntos de interés cualesquiera, ya que al desplazarse a una velocidad completamente inalcanzable por otros medios de transporte que brindaban una percepción de un espacio “continuo”, se altera notoriamente la percepción del verdadero “trayecto” y su correspondiente distancia. Un efecto secundario de esta tecnología, es un vaciamiento en contenido del recorrido, y un fin al contacto con los acontecimientos, seres, paisajes, y rostros durante el viaje, debido a este quiebre en el tiempo.
Este fenómeno acarrea consigo uno de los paradigmas de la modernidad: la aceleración de las sociedades. Varios intelectuales de la época dan cuenta de ello, y se refieren a tal suceso como un “acortamiento de las horas” o una “intensificación del ritmo de vida”.
Evidentemente, las consecuencias de dichos actos no se limitaron a una manera de “sentir” el tiempo, sino que condicionaron y modificaron los hábitos de comportamiento
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